Capítulo 9: Alocado Día del Deporte

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La madrugada se rompe por un grito que envía al pobre Kero a volar en el aire en estado de shock, golpeando el techo. Luego cae de nuevo a la cama y se frota la cabeza, haciendo una mueca y gimiendo un poco.

"¿Qué? ¿Qué pasa?" Kero luce adormilado mientras ve a Rin apresurarse e intentando ponerse los pantalones mientras también recoge algunos artículos.

"¡Es el Día del Deporte, argh!" Rin se cae con fuerza, haciendo que Kero haga una mueca.

"¿Estás bien Rin?" Las palabras vienen de las escaleras, el monje que habló sonaba muy preocupado. Kero cree que, por la voz, es Maruta.

Rin, medio enredado en sus mantas y medio en su ropa, le responde: "¡Bien!"

"Totalmente no lo estás". Kero suspira mientras Rin trabaja para desenredarse. "Ah, recuerdo claramente que el año pasado el Día del Deporte apestó".

"Sí, pero este año terminaron haciendo la venta de repostería al mismo tiempo" explica Rin, amortiguado por su camisa. Tirando de ella sobre su cabeza, deja escapar un jadeo. "E hice cosas para eso y necesito llegar temprano para asegurarme de que sean aceptadas".

"¿Venta de pasteles?" Kero brilla ante eso mientras Rin se pasa una mano por el cabello y se da cuenta de lo desordenado que esta. Mientras Rin toma un cepillo y hace todo lo posible para domar su desordenado cabello de la perdición, el cual comparte con su hermano, Kero flota sobre él. "¿Puedo ir?"

Rin lo mira. Lo mira fijamente por un momento. Entonces, rotundamente "No."

Kero casi se cae ante esa contundente respuesta. "¡¡Pero, Rin!! ¡Pastel!"

"La última vez que te dejé venir conmigo a un lugar donde habían muchos pasteles, te lo comiste todo. Fue difícil lidiar con eso". Rin se queja, pensando en ese buffet de pasteles de todo lo que puedas comer, con el cual Rin decidió darse un capricho a sí mismo y a Kero durante el verano. En última instancia, solo Kero se dio un capricho cuando se las arregló para comer todo y dejar atrás a personas muy frustradas y confundidas.

Kero se marchita. "Pero... pero si yo prometo..."

"No." Rin se pasa la mano por el cabello y satisfecho, se apresura a preparar su bolsa con las cosas. "Así que te quedaras en casa. Considéralo un castigo por última vez."

"Bien..." Kero lo mira con los ojos llorosos, pero Rin no se molesta en mirarlo. De ninguna manera va a dejar que lo engañe con su cara triste y los ojos de cachorro con el corazón roto. Rin prefiere evitar que se repitan las payasadas locas relacionadas con los pasteles del pequeño guardián. Por supuesto, dado que no está mirando, Rin se pierde la expresión determinada que cruza la cara de Kero una vez que se da cuenta de que no puede convencer a Rin de que lo lleve.

"¡Rin! ¡Si quieres desayunar tienes que darte prisa!" Shirō lo llama.

"¡Sí!" Rin toma su bolso y baja las escaleras. "¡Compórtate Kero!" dispara Rin sobre su hombro.

Sin notar que Kero ya no está en la habitación y no lo ha estado desde hace algún tiempo...

Sin notar que Kero ya no está en la habitación y no lo ha estado desde hace algún tiempo

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