Este es el mio, mi final.

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La primera mañana, al despertarme, abrí los ojos. Al ver el techo de una habitación pequeña pero bastante iluminada, no quería recordar que estaba en Madrid, y no en Londres. Pero a veces, los pensamientos que te pueden producir más dolor vuelven a tu mente y no hay marcha atrás. En este caso era como tirarse de un avión sin paracaidas, es inevitable el pensar que ya es tarde, ya te has tirado. Así que una vez que lo recordé, ya no podía parar de pensar en que me había machado.

365 dias no son nada si lo comparamos con los dias que tiene una vida. Una persona de vive una media de 25550 dias. Pues, a pesar de ello, 365 dias que tenía por delante para volver a casa, iban a ser los más duros y largos, que el resto.

Mi padre entró en mi cuarto. La luz que entraba, atravesando las cortinas arrugadas, me hacían entrecerar los ojos. Parpadeé varias veces hasta que él se sentó en el borde del colchón.

-Buenos días reina.

-Buenos dias.

Desde ese momento, justamente ese, todos los dias fueron iguales. Se componían de gritos y bostezos infinitos mientras comíamos galletas por las mañanas. Todos los Martes y Jueves, cenabamos fideos chinos del restaurante de enfrente, mientras veíamos nuestra serie preferida.

Cuando empecé el colegio cambiaron las cosas. El primer día me senté sobre un banco cerca de la entrada, y leía novelas de amor juvenil recomendadas por Tegan.

-Hola.

Ignoré la voz al reconocer a Esther.

-He dicho hola.-Posó la mano sobre el libro y tiró hacia abajo.

-Y yo te dije que no te iba a volver a hablar.-Dije alto.-Ah si, también te dije que eras una capulla.

-Capulla no, me llamaste imbécil.-Corrgió.

-Se te da bien ser ambas cosas.-Volví a la lectura.

-Perdoname.-Soltó.

-¿Qué?.-Empecé a reir.

-¿De qué te ries?.-Preguntó frunciendo el ceño. Parecía afectada.

-De ti, y de las gilipolleces que dices.

-Para.

-¿Para?.-Cerré el libro de golpe.-Creo que la que tenía que haber parado eras tú. No yo.

-Te he pedido perdón educadamente.-Dijo acercandose a mi.

-Yo también te he pedido algo, educadamente.

Frunció el ceño.

-Que te marches.-Terminé mi frase.

Se levantó y se aclaró la garganta.

-He oido que ahora vives en una casa....-Pausó.-¿Cómo decirlo?.-Posó su mano en la boca mientras subió la vista al cielo.-Ah sí, una mierda.

Le miré a la cara.

-Pobre Alisson, de ser la niña de papá y el ojito derecho de su mamá, has caido.-Se rió.-Muy bajo.

Entoncés me levanté y le pegué un puñetazo. Nunca me había sentido tan viva.

-¿A que tipo de mierda te refieres? ¿A la que acabas de aplastar con el culo?.

Supongó que ese era un buen argumento para expulsarme de clase durante una semana. Bueno, eso y que le tirara al contenedor su mochila. No sé como mi padre lo entendió, pero lo hizo.

El papel de las paredes de mi habitación colgaban. Se despegaban con facilidad, así que los dias de mi ausencia en el instituto, me dediqué a pintar de azul cielo las cuatro paredes que componian mi pequeño pero acogedor cuartito.

-Te echamos de menos.-Dijo Tegan por todos, estaban reunidos en su casa y hablando en manos libres.

-Y yo a vosotros.-Contesté.

-¿Sabes que contamos los dias que quedan para que vuelvas?.-Dijo la voz de Louis entrecortada.

-Adivina cuantos quedan.-Dijo Niall.

Me puse nerviosa al oirle hablar.

-Prefiero no saberlo. Igual se me hace más largo.

Recuerdo aquella noche detalladamente. Palabra por palabra. De vez en cuando me viene a la cabeza la risa de Sandra, la tonterias de Mirari, las palabras de Tegan, las sonrisas de Louis, las caricias de Niall, las burlas de Liam y los "no se si pillas la indirecta pero es bastante directa. Estoy intentando ligar contigo." De Harry.

Mientras todos hablaban Niall me escribía.

"Me quedé sin abrazo." Dijo él.

"El día que vuelva te daré mil".

Dos meses después.

-Feliz cumpleaños Alisson..-Dijo mi padre con una sonrisa en la cara.

-Gracias papá.-Contesté mirando la caja con la que entraba a la habitación.-Te dije que no quería regalos.-Dije sonriendo de medio lado, recordando todos y cada uno de los cumpleaños que me he pasado insistiendo en que no necesitaba nada.

-Pero lo ví, y dije, ¿por qué no?. Además, sé que te va a gustar.-El argumento de siempre.

Al abir la caja vi un sobre al final de esta, solamente un sobre. Lo agarré, lo abrí y saqué dos papeles de su interior.

-¿Villetes de avión?.-Pregunté mientras buscaba entre la letra pequeña el destino del viaje.

-De vuelta a casa.-Dijo él.

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Y como todas las historias, la mia tiene un final. Supongo que este es el mio, mi final.

Pero como bien dijo Tegan al verme, Una historia es como una esfera dando vueltas, si tiene un final, es porque algún día tuvo un principio. 

Y puede que la mia vuelva a empezar. Desde el principio.

Amando a través de miradas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora