๋࣭ : ' 🔥 ' Cuando juegas al juego de tronos
ganas o mueres, yo pienso que
siempre hay alternativas
a la segunda opción. '
❛ 𝗖𝗨𝗔𝗡𝗗𝗢 𝗟𝗢𝗦 𝗛𝗘𝗥𝗘𝗗𝗘𝗥𝗢𝗦 de la Casa del Fénix deciden participar en el juego por e...
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━━━ CAPÍTULO UNO: MALOS AUGURIOS
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EL CASTAÑO DESPERTÓ POR LOS RAYOS del sol que atravesaban el gran ventanal de su habitación, el lugar se vio iluminado al instante permitiéndole a Alec observar el pacífico rostro de su acompañante. Su amada esposa Rovynna, no podía ser más hermosa, se sintió el hombre más afortunado en el mundo por tener a su lado a la mujer que había amado desde que prácticamente era un niño.
Recordaba con precisión como se habían conocido, John Arryn lo había acogido bajo su ala en su décimo tercer día del nombre, junto a Robert de la casa Baratheon y Ned Stark hijo del guardián del norte Lord Rickard Stark. Se podía decir que fue amor a primera vista, Alec no dejaba de seguir a la Arryn, proponiéndole desde las propuestas más dulces e inocentes hasta las más indecentes para una joven Lady.
En su momento Rovynna no paraba de rechazarlo, pero el Deam supo cómo ganar su amor después de tantas oposiciones. El encanto del fénix pudo romper la fachada fría y condescendiente del águila.
Alec despues de perderse por un instante en sus recuerdos. Se levantó de la cama y se dirigió al baño, donde el agua fría le ayudó a despejar la mente, vestido con una simple camisa de lino, una armadura de cota de malla, y unos pantalones de cuero y botas, salió al corredor principal del castillo, donde la vida ya empezaba a fluir. Sirvientes se apresuraban con bandejas de comida, escuderos afilaban sus espadas y el olor a cuero y metal impregnaba el aire.
Alec se arrastraba por los largos pasillos de la fortaleza, aún somnoliento. La mañana era gris y húmeda, y los muros de piedra parecían absorber toda la luz pero aun asi el castillo se mantenía cálido por el ambiente del verano. De repente, se topó con el Maestre Dormín quien apareció enfrente de el provocándole un terrible susto, el rostro del anciano no mostraba emoción alguna, lo cual lo hacia ver más escalofriante de lo que ya era. Alec no pudo evitar estremecerse ante la mirada fija del maestre. Era como si pudiera leer sus pensamientos más profundos
──Buenos días, mi señor──saludó el maestre, su voz tan suave como fría──Tenemos problemas con la cosecha. La tierra se ha vuelto árida y los frutos escasean tristemente
