Trigésimo capítulo: Final

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el día que nadie deseaba que llegara había aparecido. ninguno, dentro de su corazón, deseaba que la tarde llegara, querían que el tiempo se detuviera, sin embargo, eso no era posible.

aristóteles despertó mucho antes que temo, quería que su estancia en aquel lugar permaneciera durante mucho tiempo.

tenía una idea.

aprovechó que había sido el primero en despertar y preparó su guitarra. la afinó y comenzó a sonar pequeños acordes.

la dulce melodía llegó a los oídos de temo, quien sonrió, amaba escuchar a su novio tocar la guitarra y más si era solo y especialmente para él.

se dió la vuelta y quedó frente a aris.

"buenos días bello durmiente."

"oye, no es mi culpa que tú te hayas despertado mucho antes que yo."

"en eso tienes razón." finalizó con una sonrisa.

"no, pero ya. ¿qué haces tan temprano despierto y con la guitarra? en lugar de aprovechar a seguir durmiendo, y más, si me tienes como compañero." exclamó coqueto el más pequeño.

"déjeme decirle hermoso compañero de cama que desea darle un regalo."

"ari, no tienes que..."

"eh, eh, eh. nada de peros. quiero que me recuerdes por muuuuuuucho tiempo."

al escuchar eso, el cuerpo de temo se llenó de nostalgia, no quería separarse de aris, no ahora. ambos estaban disfrutando su compañía.

"antes que nada, quiero darte las gracias por recibirme en tu vida, en tu familia, en tu casa y en tu corazón. nadie, absolutamente nadie me había hecho sentir esto. hace mucho tiempo, el término amor había desaparecido de mi vida. los problemas ocupaban el primer lugar en mi cabeza, y llegó el día en el que todo eso terminó. tu llegada a mi vida le dió color y ahora, mi vida ya no era gris, tenía todos y cada uno de los colores más bonitos que existen. cuahtémoc, me ayudaste y no me abandonaste, me acompañaste y me consolaste y es algo que no puedo dejar de agradecer. estoy seguro que eres el amor de vida, nadie puede decirme lo contrario. esta canción la escribí pensando en ti, en mí y en nosotros. cuando te sientas solo, recuérdala y ahí voy a estar yo, cuando te sientas triste, recuerda la canción y voy a estar aquí, consolándote." y sin más, comenzó a tocar...

(desde aquí pueden escuchar la canción de multimedia)

"es tanta la distancia entre tus brazos
nuestro amor se ha congelado,
hasta que te vuelva a ver
dejé mi corazón entre tus manos,
empaqué todos mis sueños
prometí que iba a volver" aristóteles comenzó con aquella estrofa, ambos sabían que eran más que simples palabras, era una promesa que sabían que cumplirían.

"tú llenaste nuestra historia de mil dudas
yo perdiendo la cordura, te quería convencer
que este amor es para siempre
que yo no te olvidaré." aquello era cierto, de algún modo, es decir, cuahtémoc a veces dudaba, en sus momentos de inseguridad, que aquello que daba por irreal, no dudaría mucho, creía que su felicidad podía durar muy poco y aunque fuera escasamente posible que aris se cansara de él, esa idea a veces no abandonaba su cabeza. cada vez que podía, el rizado siempre susurraba cuanto lo amaba y solo bastaba una pequeña acción para asegurar aquella afirmación.

"sé fuerte corazón,
te llevo en mi interior
se acorta la distancia
solo con oír tu voz.
sé fuerte corazón,
la luz no se apagó
aún quedan mil te quieros
y es tan grande nuestro amor
sé fuerte corazón." aquellas frases bien podían hacer referencia a aquellas llamadas que se hacían, ya sea cuando tenían problemas y sólo necesitaban que alguien los escuchara, o simplemente cuando querían recordarle al otro lo mucho que lo amaba, era así de simple.

internet friends [aristemo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora