Prólogo

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Frío.

Frío, fue lo primero que sintió al despertar. Abrió los párpados y encontró todo oscuro. Poco a poco sus ojos se adaptaron a la oscuridad y comenzó a diferenciar figuras a su alrededor.

«¿Dónde estoy?» —pensó.

Hizo un intento de moverse, pero un calambre le atravesó todo el cuerpo. No estaba bien. Sus dedos ardían y algo pesado estaba fijado en uno de sus tobillos.

En un nuevo intento pudo sentarse. Tocó lo que estaba sujeto a su pie, era una enorme cadena.

—¡¿Qué rayos?! —se atrevió a susurrar.

Pero rápidamente se arrepintió.

No estaba sólo.

Podía sentir que alguien lo observaba. Miró a su alrededor y notó un bulto un poco más allá de él, bajo un par de pupitres. Era un cuerpo, un chico. No podía asegurar si estaba vivo, pero lo rodeaba un charco oscuro, probablemente de sangre.

Tragó fuerte.

Se olvidó del frío. Estaba desorientado y aterrado.

Miles de preguntas le llegaron a la cabeza.

«¿Cómo llegué aquí?», «¿Es una maldita pesadilla?», «¡¿Dónde están mis hyungs?!»

De pronto escuchó pasos, seguidos de risas lejanas. Miró hacia la puerta de dónde provenían, estaba medianamente abierta y se veía parte de un pasillo del otro lado. Nunca había escuchado algo como esas risas. Parecían diabólicas.

Pero eso no fue lo que más lo horrorizó.

Encontró lo que lo observaba. Apenas perceptible, pero ahí estaba. En el rincón junto a la puerta. Era una figura alta, oscura y con extremidades largas. No parecía humana y sus ojos tampoco, brillaban como si tuvieran luz propia.

Y luego lo peor. Sus malditos pies.

No tenía un par de malditos pies. No tocaba el piso...

AISLADOS. El Miedo No Anda En Idols... Bueno SíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora