Pereza

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Pepper siempre tenía que estar detrás de Tony para que asistiera a la juntas de la empresa, ella lo llamaba perezoso cada vez que tenía que recordarle sobre la reunión, porque la junta ya había empezado y él no se había presentado. Hacía esperar a las personas, en especial a Happy, le gustaba hacerlo.

Pero Tony no era así cuando se trataba de algo que el disfrutaba. Si de estar en su taller hablamos, eso es algo que Tony hacía con gusto y posiblemente ese era su lugar favorito en todo el complejo.

Rhody siempre se quejó sobre lo fácil que le era a su mejor amigo no dormir o simplemente dormir hasta muy tarde sin ningún problema.

  -Hey, ya despierta-. Stephen lo movió. Tony frunció el entrecejo y pateó suavemente al hechicero. -Uhm...-. Comenzó dejar un par de besos por el hombro del castaño y subió a su cuello dejando pequeñas mordidas.

  -Stephen...-. Abrió los ojos y sujetó el cabello ajeno.

  -Arriba, tienes cosas que hacer en la oficina-. Susurró apartándose de su cuello.

  -No-. Negó rápidamente y fingió volver a dormir.

  -Amor...-. Rió acariciando su mejilla. -Pepper tiene razón, eres perezoso-.

  -No lo soy-. Negó nuevamente. -Solo necesito un incentivo-. Abrió los ojos y le dio una sonrisa coqueta.

  -Bien, pero después debes asistir a las juntas con la señorita Pepper-.

  -Bien, bien-. Sonrió jalando al más alto hasta colocarlo entre sus piernas.

Comenzaron a besarse, cada vez con más intensidad, dando caricias a los puntos clave de sus cuerpos, que ya conocían bien. Mordieron sus bocas hasta que sus labios estuvieron rojos y demasiado sensibles para seguir haciéndolo.

Las manos de Tony se aferraron a la fuerte espalda cuando fue penetrado, jadeando y totalmente perdido entre el placer causado por el cuerpo ajeno se dejó hacer por el más alto, siendo embestido por su pareja y gimiendo gustoso ante ello.

Rogo en voz alta, pidiéndole que no se detuviera mientras su cuello era marcado por los labios del antiguo cirujano, moviendo sus caderas más rápido logrando que Tony se retorciera de placer.
Cuando acabaron Stephen dejo un corto beso en los labios del de ojos cafés y se recostó a un lado.

  -Anda ya, ve a bañarte-. Tony hizo un puchero.

  -Bien, soy un hombre de palabra-. Suspiró levantándose.

El genio hacía cosas así desde que empezó a salir con Strange, siempre necesitaba que le diera algo para que él se levantara y cumpliera con su agenda del día, no le molestaba en lo absoluto, pero sí, Tony era perezoso y Pepper le agradecía por hacerlo llegar a tiempo y cada vez que ella preguntaba como lo hacía Stephen solo decía que tenía sus secretos.

Inside the Dark | Ironstrange Donde viven las historias. Descúbrelo ahora