ELF

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- ¿Ustedes se conocen? - habló Valdés viendo a ambos chicos que se miraban intensamente, se podía sentir la tensión de sus miradas conectadas, en una intensa pelea de ver quien ganaba.

-Sí, algo así...así. - murmuró Joaquín pasando saliva.

- ¡Que nice! Ahora por lo menos ya no se van a sentir tercera rueda si nos tienen que acompañar. - exclamo Renata metiéndose debajo de del brazo del palatinado, quien la abrazó y dio un beso en su cabeza, en otra situación Joaquín hubiera dicho algo o hecho una mueca, pero su vista seguía en Emilio. - ¿Cómo se conocieron?

-En... En una fiesta, eh... por su ex novia. - habló esta vez Emilio, sonriendo de lado, a Joaquín aquel gesto le robó el aliento. - luego de que terminara nos volvimos amigos muy... íntimos. - aquello lo había terminado de decir con aquella voz ronca e insinuante que le gustaba tanto al menor, esto hizo que el chico casi soltara un jadeo, en especial cuando la mirada hambrienta del rizado le recorrió de arriba a abajo, y viceversa.

-Qué raro, él nunca dijo nada, pero supongo que se distrae mucho hablando con la chica esa, últimamente se mensajera mucho. - Renata le hizo un gesto pícaro, Joaquín se sonrojó y Emilio lo vio extrañado.

-Joaco nunca me contó de una chica. - comentó extrañado caminando hasta quedar frente a frente al chico, el menor quería salir corriendo, la mirada molesta del rizado le hacía temblar las piernas.

Por otro lado, Diego, quien tomaba algo, casi se atraganta con el líquido, Joaquín pudo no haberle contado a su hermana de Emilio, pero Emilio le había contado a detalle su relación con el menor, claro que se había asentado de decirle el nombre, nunca se le habría pasado por la cabeza que hablaba de su cuñado.

- ¿Ah no? Bueno supongo que le da pena, no, si vieras, la vez pasada se encerró supuestamente a hablar con ella y cuando fui a avisarle de la cena escuche como gemía haciendo sus puercadas, tuve que salir corriendo a decirle a mi mamá que estaba enfermo el muy sucio.

Joaquín realmente deseaba que la tierra se lo tragaba, Emilio lo miraba ahora divertido, con una sonrisa ladina coqueta.

-Ah, ya sé de quién me hablas. - rio el mayor y pasó un brazo sobre los hombros de Joaquín, Diego estaba pálido y avergonzado por la imprudencia de su novia y el descaro de su mejor amigo. - estas terceras ruedas ya no quieren incomodar así que espero, cuñada, que no te importe que te deje con mi hermano acá y me robe al tuyo.

-Con gusto llévatelo y que deje de ser un amargado.

A todo esto, Joaquín no decía ni pío, no quería cagarla y exhibirse solito, Emilio lo llevó casi arrastrado hasta llegar cerca de la pista.

-Vaya, vaya, mi cinturita de avispa, al parecer se te cumplió tu deseo. - la mano del rizado bajo hasta su cintura, haciendo que se sobresaltara un poco.

Emilio se apoyó en una pared, quedando de frente a Joaquín, sin soltarle la cintura, la conexión entre sus miradas era tan tensa que se podía cortar con una tijera.

- ¿Te comió la lengua el gato? - lo acercó jalándole de la cintura, pegándolo a su cuerpo. - O prefieres que te la coma yo? – murmuro contra sus labios, aquella voz ronca había logrado cautivarle sin mucho esfuerzo, y el masculino aroma del rizado inundaba sus fosas nasales llenando su cabeza de humo hormonal, no supo en que momento comenzaron a acercarse, pero cuando se dio cuenta se alejó, tambaleándose por el impulso.

- N-No hagas eso.

- No te hagas el santo ahora, Joaquín. - su mirada quemaba la pálida piel del menor.

- Una cosa es por teléfono y otra cosa es tenerte... De frente. - murmuró apenado, evitando mirar al rizado, estaba muy nervioso.

- Para ser un hablador por chat eres muy tímido en persona, bebé. - sus manos volvieron a la cintura del otro, volviendo a acercarlo. - vamos, relájate.

- Eres mayor que yo, esto ya no es ver cómo me masturbo por llamada, eso...

- Nene, no me tomes esto a mal, solo quiero besarte y bailar por ahora, no te obligaría a nada que no quieras. - alzo una ceja viéndolo extrañado, Joaquín se dignó a verlo un poco tímido. - Si surge algo más será en el camino. - le guiño el ojo y Joaquín pensó que se desmayaría en ese momento.

- Bien, bailemos, pero sigues teniendo 19 años, y yo 16.

- Diego tiene casi 18 y tu hermana 15, ¿por qué tan a la defensiva? - Joaquín guardo silencio mordiéndose el labio sin mirarle a los ojos.

La verdad era que Joaquín no sabía cómo sentirse, sí, Emilio le había parecido un chico guapo y caliente, pero tenerlo enfrente le había dado una cachetada enorme, era el doble de todo lo que él pensaba, más alto de lo que pensaba incluso, el chico casi le sacaba una cabeza, era fuerte, sus músculos se notaban, y con solo ver sus brazos estaba derritiéndose, su mente le jugaba malos tratos y solo podía pensar en que otras cosas serían más grandes.

- Creo, que ya sé que te pasa.

- ¿El qué? - pregunto Joaquín tímidamente, él no era de quedarse sumiso y callado, pero Emilio le intimidaba.

- Estas rojas y te quedaste ido, eso refiere que tu mente anda pensando impurezas. - dijo con un todo medio burlón, haciendo que Joaquín se sacara de onda.

- Eso es mentira.

- La última vez que escuche eso terminaste gimiendo mi nombre. - murmuró coqueto, sacando de quicio a Joaquín.

- Ya cállate, mejor, vamos a bailar, si tienes suerte... Puede que hablar no sea lo único que haga esta noche con mi boca. - farfullo "molesto", tomó a Emilio del brazo y comenzó a arrastrarlo hasta la pista de baile.

- Te gustan mucho mis músculos por como los aprietas, eh, culito. – el rizado no se abstuvo de darle una nalgada al menor, sacándole un chillido.

Joaquín no dijo nada, aquel golpeteo le había gustado, como había dicho el mayor, Joaco estaba más que enamorado de los brazos del muchacho, duros y gruesos, quería que lo tomara cargado y le pegara contra la pared para...

- Joaco, para. - Emilio lo hizo despertar de sus fantasías para darse cuenta que habían llegado a la pista, se sonrojo por su distracción y volteo a ver a Emilio, quien lo miraba divertido. - ven para acá, bebé. - sintió las manos del rizado envolver su cintura, acercándolo para bailar.

Paso una, dos, tres canciones, en las cuales ninguno dio nada, hasta que la cuarta sonó.

Joaquín se sonrojo.

Y quiso que la tierra se lo tragara cuando escucho la riza de Emilio en su oreja, sintiendo como pegaba su cuerpo al de él.

- Dime, Joaquín, ¿desearías que te la vuelva a cantar? - pregunto en un murmuro ronco, mandando un escalofrio por la columna del menor.

Emilio apretó con fuerza las caderas de Joaquín, sacándole un jadeo.

Por favor. - pidió en un gemido bajito, sintiendo el tacto de su acompañante moverse por sus muslos y de regreso.

La voz de Micro TDH comenzó a resonar por el lugar, asi como la de Emilio por sus oidos mientras que este le brindaba leves y sutiles caricias por todo el cuerpo, haciendo que su mente fuera llenada de humo y prontamente excitación.

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Perdón si no me quedo tan nice, pero no estar escribiendo en el teléfono me bloquea la mente:(, se los compensare en el siguiente, sisi.

Por si no se entendió mucho: la canción que comienza a sonar mientras ellos bailan al final (y la cual nos llevara a la suculencia) es la de Besame sin Sentir de Micro TDH, la cual Emilio le canto mientras hacian sus puercadas en el capitulo 8.



BiBiBi •Emiliaco•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora