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Anna.
Empiezo a abrir los ojos lentamente tratando de enfocar mi vista. Miro al rededor y me doy cuenta que me encuentro acostada en una muy cómoda cama dentro de una gigantesca y lujosa habitación. Intento sentarme pero siento mi cuerpo tan pesado que se me hace imposible hacerlo. De repente siento una horrible punzada en mi cabeza haciendo que instintivamente cierre los ojos y me toque esta notando que tenía una venda puesta.
¿Que me pasó? ¿Donde estoy?
Como si de un flashback se tratante recuerdo absolutamente todo lo qué pasó haciendo que el dolor y la molestia que él tenía en mi cabeza y cuerpo pasen a segundo plano. Mi corazón empieza a latir muy rápido y sin perder tiempo intento incorporarme como de lugar. No iba a quedarme aquí esperando a que esa bestia me fuera a hacer daño o algo peor.
Con todas mis fuerzas después de varios intentos lo logro así que empiezo a acercarme a la puerta tan rápido como mi débil cuerpo lo permitía. Tomó el pomo de la puerta y lo giro lentamente trancando de hacer el menor ruido posible. Cuando la puerta cede dejándose abrir fácilmente suelto un suspiro de alivio, tenia la preocupación de que fuera a estar con seguro.
Asomo mi cabeza primero para revisar que nadie estuviera por ahí. Cuando termino mi inspección salgo apresurada dejando la puerta abierta sin tomarme la molestia de volverla a su lugar.
Camino por los pasillos al azar intentando encontrar la salida. Puedo notar que sigo en su casa por las paredes y sus colores pero nunca había estado por estos pasillos. Demoro por los menos diez minutos andando hasta que por fin encuentro un lugar que logro reconocer; la sala principal.
Detengo mis pasos por unos segundos y busco la salida con mi ojos...¡Bingo!
Corro lo más rápido que puedo hacia ella, realmente me parece extraño no haber visto a nadie en toda la casa, pero eso no es importante en estos momento. Ahora lo que importaba era llegar a mi destino.
Casi puedo sentir la libertad. Abro la puerta pudiendo respirar el aire fresco, por fin estaba afuera de esa infernal casa. Lastimosamente para mi, no doy ni dos pasos cuando escucho esa voz haciendo que se me pusieran todos los pelos de punta.
— ¿A donde crees que vas, cariño? — pregunta de forma lenta y burlona Alexander detrás de mi.
Me giro lentamente encontrándome con sus ojos brillando de rabia, se veían más oscuros de lo que eran normalmente. Esa mirada bastó para recordarme a la bestia en la que se había convertido junto frente a mí. Inconscientemente empiezo a temblar del miedo que esto me provocaba.
— A mi casa, mi mamá debe estar preocupada por mí — mi voz se escucha nerviosa y más fuerte de lo normal sin querer.
— No te he dado el permiso de hacerlo, así que espero que por tu propio bien entres a la casa sin armar escándalo — habla aún en ese tono que podía intimidar a cualquiera.
— Y no es como si yo te lo estuviera pidiendo permiso — digo tomando valor de no sé donde — tú y yo hicimos un trato, ya me dijiste lo que querías así que tienes que dejarme en paz — intento parecer lo más firme puedo.
— Si, te dije que te dejaría en paz — puedo ver cómo aprieta su mandíbula fuertemente antes de hablar de nuevo — pero jamás dije cuando.
En ese instante los nervios volvieron a mi. Era consciente de lo que el acaba de decir; no me dejaría así de fácil. Sin perder tiempo me doy la vuelta y empiezo a correr lo más rápido que puedo. Pero sabiendo que eso era lo más lógico que sucedería, Alexander me alcanza rápidamente levantándome del suelo y posicionándose en sus hombros.
— ¡Suéltame maldito animal salvaje! — grito golpeando su espalda con mis puños y removiéndose como una loca tratando de que me baje — ¡Por favor Alexander, no hagas esto! — digo nuevamente desesperada continuando con mis acciones.
El hace oídos sordos a mis suplicas y me acomoda mejor en su hombro intensificando aún más su agarre haciéndome más difícil moverme. Las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos sin poder detenerlas, me estaba alterando bastante. Que demonios quería este fenómeno conmigo, nunca en mi vida vida he hecho algo tan malo como para recibir este mal.
El nos adentra a la casa nuevamente, empieza a caminar por los pasillos hasta llegar nuevamente al cuarto donde estaba antes. La puerta seguía tan abierta como la dejé. El ingresa conmigo pero esta vez la cierra a su paso.
— Estoy intentando hacer esto por las buenas, Anna — dice seriamente el bajándome de sus hombros y tirándome en la cama — así que deja de actuar como una niña y colabora.
— ¿¡Es una puta broma, verdad!? — pregunto incrédula y bastante enojada por sus palabras — si por las buenas te refieres secuestrando a alguien, entonces tienes que buscar el maldito significado de esa frase — digo logrando que el enoje aún más de lo que está.
— ¡No me vuelvas a hablar así en tu vida! — gritó bastante fuerte haciéndome encoger del susto — es hora de que entiendas que tú lugar es aquí conmigo, eres mi mujer, mía — se veía bastante enojado — y no pienso alejarme de ti en lo que me queda de vida y créeme que es mucho tiempo — dice acercando su rostro al mío aún con ese tono escalofriante.
— ¡Nunca voy a ser tuya! ¡Jamás! — digo con la poca valentía que tenía en ese momento — Te odio, eres un monstruo.
Al principio parecía como si mis palabras lo habían herido pero en cuestión de segundos su expresión pasó a una bastante sombría, su mirada se volvió oscura como la de aquella bestia en la que se convertía. Mi miró por varios segundos — bastante eternos — con esa indiferencia que lograba ser hasta espeluznante.
— Ya que no quieres verme, te voy a conceder el deseo... — sus palabras era tan frías que me lograron poner más nerviosa.
— ¿Enserio? — pregunto torpemente, tenía la esperanza que este hombre entrar en razón.
— Si mi amor, te vas a quedar aquí encerrada hasta que cambie de opinión — dice burlón pero aún con ese semblante frío dándose la vuelta.
— ¡No! ¡No! ¡No! — grito cuando el prácticamente corre como un rayo hacia a la puerta.
Me paro corriendo tras él para impedir que me deje aquí, pero el es más rápido y sale cerrando la puerta con seguro del otro lado.
— Esto no me puede estar pasado... — susurro dejándome resbalar por la puerta hasta el piso con las lágrimas inundando mi rostro haciendo que mi pelo se pegue en este.
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¡Hola mi gente! Aquí les dejo nuevo capítulo.
Esto se está poniendo más intenso, ¿será que Anna logrará domar a la bestia de Alexander?Si les gustó el capítulo no olviden votar y comentar, miren que esta vez si estoy siendo mas contante 😉
Los quiero... besosss ❤️
ESTÁS LEYENDO
Alexander©
WerwolfAnna Dylan con tan solo dieciocho años tiene un rostro tierno, una sonrisa carismática y una forma de ser un tanto peculiar. Desde que tiene uso de razón, jamás se ha dejado humillar de nadie, a menos que sea su madre, esa mujer pone nervioso hasta...