Anna
La verdad estoy muy asustada en este momento, no todos los días un demente te acorrala en la pared diciendo toda clase de incoherencias.
— ¡Aléjate, joder! — digo tratando de empujarlo.
— ¡¿Por qué me quieres lejos?! — dice con voz dolida.
— Uhm, no lo sé... — digo haciendo como si pensara — ¡tal vez porque no te conozco! — digo mirándolo por primera vez a los ojos.
Y vaya sorpresa que me llevé, juro por Dios que era probablemente el chico más guapo que he visto en toda mi vida y no estoy exagerando. Cabello rubio, cara de ángel y unos imponentes ojos negros que podrían derretir a cualquiera con una sola mirada, lastimosamente para él, yo no soy cualquiera y si este es un intento de intentar algo conmigo, pues creo que está muy equivocado con la idea que tiene de conquistar a una chica.
— ¡Pero tú me perteneces! — dice sacándome del trance en el que estaba.
— No sé de qué mierdas hablas, pero te voy a agradecer que me sueltes — digo lo más seria que puedo.
— ¡No! — dice rojo de la furia.
— ¿Anna, estas aquí? — se escucha la voz de Mike al otro lado de la puerta.
— ¡Si! — digo casi gritando — salgo en un segundo — respondo finalmente.
— Vale, te espero en la entrada — dice antes de sentir sus pasos alejándose.
— ¡¿Quién mierdas es él?! — dice furioso el chico.
— ¡Y a ti que te importa! — respondo exaltada — de verdad si esto es un jugo, te agradezco que pares en este instante, no me parece para nada gracioso y me estás asustando.
— Claro que me importa, solo yo puedo verte, tocarte, besarte — dice acercando más su rostro al mío — además, ya te dije que eres mía, así que vete haciendo la idea que no hablaras con otro.
— ¡No te acerques más! — digo dándole una patada en su parte baja haciendo que caiga al piso retorciéndose de dolor — y tu maldito desquiciado vete haciendo la idea de que si te veo nuevamente llamaré a la maldita policía y dejaran un buen rato tras las rejas para que reflexiones acerca de tu comportamiento, pervertido.
Aprovecho que esta en el suelo, para abrir la puerta y salir corriendo lejos de él, rumbo a la salida de esta estúpida fiesta. Una vez fuera me encuentro a Mike recostado en su auto en el lugar donde estacionamos.
— ¿Porque tardaste tanto en el baño? — pregunta cuando me ubico frente a él.
— Porque había gente vomitando en los baños, y después de tanto buscar ese fue el único que encontré — digo omitiendo la parte donde me encontré con un loco que me empezó a decir un montón de cosas ridículas.
— Vale — dice sin darle importancia al asunto.
— Bueno, llévame a casa ya — digo cambiando el tema — los pies me están matando, ya tengo demasiado sueño.
— Tienes razón, yo también me estoy muriendo del sueño — dice antes de montarnos en el auto.
Una vez dentro del auto, nos colocamos los cinturones de seguridad, y Mike empezó a conducir rumbo a mi casa. Durante el trayecto hablamos de cosas triviales, nos reímos y escuchamos música.
Cuando llegamos a mi casa, me quito el cinturón de seguridad, me despido de él dándole un beso en la mejilla y me bajo del auto. Entro a mi hogar intentando hacer el mínimo ruido posible para no despertar mis padres. En especia a mi madre, ya que conociéndola quien sabe que es capaz de hacer por despertarla de su sueño de belleza.
Camino hacia mi habitación despacio. Una vez dentro de esta, me apresuro a quitarme el vestido y los zapatos quedando en ropa interior acostándome en la cama enseguida, la verdad estaba muy cansada como para ponerme el pijama.
<< Definitivamente el día más extraño de mi vida >> pienso antes de caer rendida.
ESTÁS LEYENDO
Alexander©
Manusia SerigalaAnna Dylan con tan solo dieciocho años tiene un rostro tierno, una sonrisa carismática y una forma de ser un tanto peculiar. Desde que tiene uso de razón, jamás se ha dejado humillar de nadie, a menos que sea su madre, esa mujer pone nervioso hasta...