Anna
Después de esa pequeña charla en su despacho, Alexander insistió en mostrarme los alrededores de su "manada". Tenía su mano en mi cintura, agarrándome fuerte como si temiera que me fuese a ir, me sentí un poco extraña al no estar acostumbrada a ello, pero tenía que dejarlo pasar por el bien de mi plan. Intenté olvidarme de su mano en mi cintura y centrarme en mi alrededor, la verdad mientras más me enseñaba estas tierras, más encantada estaba. Todo era tan verde, se podía observar niños jugando, mujeres hablando, las cuales apenas notaron nuestra presencia me observaron de pies a cabeza a la vez que empezaron a cuchichear haciéndome sentir demasiado incomoda por lo que intenté desviar mi atención a las casas que parecían ser más cabañas – pero igualmente preciosas – al costado de la calle. Pero lo que más me llamo la atención es ver a unos chicos tal vez de mi edad, peleando de una forma bastante agresiva.
—¡Haz algo! ¡se van a matar! — exclamo asustada al ver que su lucha se pone cada vez más bárbara.
— No te preocupes, mi amor — dice haciendo pequeños círculos en mi cintura como tratando de tranquilizarme — solo están practicando, es importante que los miembros jóvenes de la manada tengan la habilidad suficiente para defendernos en casos de guerras o ataques — finaliza sonriendo sin enseñar los dientes.
— ¿Guerras? — pregunto con notable miedo de la nueva información revelada — ¿Ustedes están en guerra?
— No, Luna — responde despacio mirando directamente a mis ojos — es solo por precaución que los guerreros deben mantener cierto nivel de lucha, además nadie sería tan tonto como para iniciar guerra con la manada más poderosa de la asociación — es sus palabras se puede apreciar ese tono de arrogancia que tanto lo caracteriza a él — no tienes nada de qué preocuparte Anna, jamás dejaría que algo malo te pasara — lentamente se acerca a mi levantando la mano que tenía anteriormente en mi cintura y poniéndola en mi rostro, empezando a dar pequeñas caricias.
No les negare que sus palabras hicieron estragos en mí, el corazón me latía tan fuerte que temía que se fuese a salir. Creo que empecé a sentir un poco de remordimiento por lo que tenía pensado hacer mañana. tal vez si hubiese actuado como una persona normal, o me hubiese dado mis tiempos, no dudo que habría caído rendida a sus pies. Pero eso no importa ahora, solo quería salir de aquí y volver a encontrarme con mi amorosa pero desquiciada madre. ¡Vaya que la extrañaba!
— Tal vez deberíamos volver a casa —menciono tratando de cambiar el tema
— ¿Puedes decirlo nuevamente? — pregunta dejándome confundida
— ¿Qué cosa? ¿Qué deberíamos volver?
— La parte en la que dices que vayamos "a casa" —responde poniendo una cara de tonto enamorado — se escucha tan perfecto — responde suspirando.
— Ya vámonos Romeo — digo finalmente dañando sus intentos de cursilerías y agarrando su mano para halarlo de regreso a la casota.
— Lo que diga mi mujer, se hace — responde haciéndome rodar los ojos ante sus palabras.
Durante el trayecto a casa, ambos nos mantuvimos en silencio, lo cual agradecí demasiado. Ahora solo quiero concentrarme en mi plan de escape y Alexander se está volviendo cada vez más una distracción para mi objetivo. No entiendo por qué tiene que ser tan jodidamente guapo y ridículamente cursi. Aunque sacando el hecho de que es un jodido desquiciado que me secuestró, es bastante lindo.
— Tal vez debería ir a dormir — finjo bostezar — estoy muy cansada, además mañana es el gran día y quiero verme perfecta — digo simulando estar emocionada, aunque tal vez si lo esté un poco ya que probablemente mañana vuelva a vivir mi vida como si nada.
Volteo a ver su rostro y me encuentro con un Alexander con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos brillantes de felicidad. y ahí estaba otra vez esa estúpida punzada de remordimiento.
— Está bien Luna, vamos a nuestra habitación — responde aun sonriendo, pero esta vez sostiene mi mano intentando empezar a caminar, pero esta acción se ve frustrada por mí. Ganándome una mirada confundida por parte suya
— ¿Nuestra? eso me suena a batallón — digo quitando mi mano de la suya a la vez que me cruzo de brazos
— Si mi amor, ya somos una pareja y mañana nos uniremos oficialmente ante nuestra sociedad. Creo que es bueno que desde ahora entiendas que tu lugar es conmigo, en mi cama — dice con calma — de todos modos, no te preocupes que no muerdo... a menos que tu quiera — y otra vez pone esa sonrisa sexy que revuelve mis hormonas de adolescente salida.
— Vale, durmamos juntos —respondo dejándolo en shock por mi respuesta.
—¿Enserio? — pregunta sorprendido — ¿no me gritaras o golpearas por eso?
—No cariño... ya te dijo que estoy totalmente dispuesta a estar contigo —le digo con la voz más melosa y seductora que puedo.
— ¡No se digas más! — exclama feliz volviendo a tomar mi mano nuevamente — vamos a que conozcas la que será tu nueva habitación a partir de este momento — le doy un asentimiento en respuestas a sus palabras.
Sinceramente no quería hacer un show de esto. Siempre he sido sincera conmigo misma y esta vez no será la excepción, por lo que admito abiertamente que el lobito me atrae demasiado físicamente. Si el tipo está bueno y me invita a dormir con él en la que sea probablemente la última noche que lo vea... ¿Quién soy yo para negarme?
Subimos un par de escaleras hasta subir a la tercera planta de la enorme casa. Tan solo se podía apreciar dos puertas en ese piso - una frente a la otra - por lo que me imaginaba lo inmensas que debían ser ambas habitaciones. Alexander siguió arrastrándome hasta que quedamos posicionados frente a la puerta que estaba a la izquierda, Apenas abrió esta para adentrarnos, no podía salir de mi estupor al presenciar la inmensidad y belleza de ese lugar. Todo estaba impecable, no había nada fuera de su puesto. Pero lo que más llamó mi atención era esa enorme cama en el Centro que parecía ser para cien personas... bueno tal vez no tantas, pero si era exageradamente grande. No podía esperar para acostarme ahí.
— ¿Te gusta? porque si no es así, podemos cambiar lo que quieras... —habla torpemente a la vez retira finalmente su mano de la mía y voltea a verme directamente al rostro intentado descifrar mi reacción
— ¡No! — grito haciéndolo sobresaltar —Así como está es perfecta — menciono más calmada mirando nuevamente toda la habitación fascinada.
— Me hace muy feliz que te guste — habla abrazándome inesperadamente.
Me quedé estática por unos segundos, pero luego le correspondí el abrazo, no era momento de hacerme la difícil, debía ceder en todo lo que él quisiera para no levantar ningún tipo de sospecha. Especialmente ahora que mi plan estaba muy cerca. No si vaya a funcionar, pero no pierdo nada intentándolo - tal vez si - pero tengo que tratar al menos, extraño demasiado a mi madre, a Mike, mi escuela, incluso jamás pensé decir esto, pero también extraño a mi profesor el Sr. blanco.
Algo si tengo claro, pase lo que pase haré lo posible por salir de aquí... aunque falle en el intento.
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Alexander©
Manusia SerigalaAnna Dylan con tan solo dieciocho años tiene un rostro tierno, una sonrisa carismática y una forma de ser un tanto peculiar. Desde que tiene uso de razón, jamás se ha dejado humillar de nadie, a menos que sea su madre, esa mujer pone nervioso hasta...