Capítulo 8

0 0 0
                                    

Preguntas.

Él, al notar que su amada se encontraba lejos del lugar, desplegó sus grandes alas. Todas y cada una de ellas eran únicas, las de él llegaban a tocar el suelo, puede que las plumas mas largas y grandes se arrastraran por el suelo cuando caminaba.

Eran fuertes, grandes y con un brillo en especial. No eran doradas, pero era un color muy propio de él.

Aleteo un poco, debía tomar impulso para poder llegar rápido hasta el lugar de encuentro.

Corrió un poco para luego dejar de tocar la tierra, era lo más amaba de ser como era, experimentar aquella sensación de vuelo y poder era algo asombroso.

Pensó en Camila, ¿qué pensaría cuando lo viera así?, ¿lo seguiría amando de la manera que lo hacía?, ¿se sorprendería o temería por su verdadera forma? No lo sabía pero lo que si quería saber era cómo se sentiría ella al sentir lo mismo que él estaba experimentando en ese momento.

Él sabía que ella había ignorado sus heridas y la forma en como se curaba, algo extraño para lo curiosa que era...

Tomo rumbo al norte, donde quedaba una gran cascada con un gran claro, arboles frutales y gran vista del lugar.

Su padre les había otorgado ese lugar sagrado para que su estancia fuera "cómoda" mientras cumplían con su misión, un lugar seguro, lejos e invisible para los ojos humanos y difícil de conseguir para los de la oscuridad. 

Apresuro su vuelo, quería llegar a tiempo, antes de que su hermano mayor, el más viejo de todos, lo consiguiera fuera.

A lo lejos podía observar el campo que había creado su padre.

Cruzo la barrera con fuerza, de cierta manera, era divertido hacerlo. Aquel lugar mantenía la sensación de casa.

-Miguel. -Pronunció justo en su delicado aterrizaje.

-Dante. -Se levantó. -¿Dónde has estado? -Preguntó.

-Cerca, en un claro. -Respondió.

Su hermano asintió.

El era uno de los más viejos, los primeros que existieron en el cielo, los que habían ayudado a su padre en la construcción del mundo y quienes tuvieron una gran participación en la primera guerra.

-Luego de que te hirieron y te vimos partir, nos habíamos preocupado. -Nuriel se acercó, él era moreno, alto y de ojos azules. -Sabíamos que te recuperarías pero no sabíamos que tan grave era.

El aleteo se hacia mas fuerte, él estaba por llegar.

-Reúnanse. -Ordeno Uriel, haciendo que sus hermanos se concentraran en la llegada del mayor.

De pronto, un destello sobresalto a lo lejos, la fina barrera se abrió.

Muchos decían que cuando él llegaba, sonaban trompetas, que con eso le daría la llegada a su padre.

Cuando él estaba entre ellos, había cierta paz y seguridad, era su mano derecha, el primero de muchos o al menos, hasta donde ellos sabían.

Miguel dio un paso, justo donde aterrizaría el mayor. Alzó su mano, ofreciendola en modo de saludo.

-Gabriel. -Pronunció. -Bienvenido.

La luz fue bajando de intensidad, haciendo que todos se acercaran a paso lento.

-Hermanos. -La voz de aquel ser se escuchaba tan fuerte y clara, no por nada era el mensajero de Él. -He traído a más ángeles conmigo. -Informó. -Pronto atravesaremos una gran batalla, deberemos estar preparados, necesitaremos la ayuda de todos.

Luz de luna ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora