Eran las cuatro de la tarde del domingo, estaba sentada en el café de la biblioteca, había estado leyendo el manuscrito, pero había mucho ahí que no tenía sentido, palabras que no existían en ningún lenguaje que ella conociera. Al parecer el autor de estos manuscritos había estado a la busqueda del libro pero aunque lo había encontrado y tenido en su poder dos veces, lo había perdido ambas, el hablaba del libro como si tuviera vida, como si tuviese voluntad propia.
No había dormido bien estas ultimas noches, pesadillas la atormentaban, eso le dificultaba la lectura, los ojos se le cerraban mientras leía.
Sintió una mano en su hombro, se incorporó y volteo en busca de quien era.
-Disculpe, pero ya vamos a cerrar- dijo el viejo bibliotecario, un anciano muy amable, que se fue enseguida.
Era ya muy tarde, se había dormido sobre la mesa de la biblioteca, se apuró a recoger los libros que había estado estudiando, para devolverlos cuando vió las letras doradas.
Lo tomo y lo miró fijamente, recogió todo a prisa y fue al escritorio del bibliotecario.
- ¿Por casualidad vió usted quién me trajo este libro?- le mostró el libro y se lo extendió para que lo viera de cerca.
El anciano lo tomo en sus manos, fijó sus ojos en el título y el horror se dibujó en su rostro.
- No, no vi a nadie- dijo devolviendo el libro de prisa y dandole la espalda para buscar algo en el librero detrás de él.
- Conoce este libro, ¿ Qué sabe de el?- le cuestionó ella pues había visto su reacción y no pudo contener la emoción.
-¡Ya le dije que no vi nada! Ya vamos a cerrar-.
Ella salió de la biblioteca muy desconcertada.
Llegó a su casa, estaba agitada, había caminado lo más rápido de lo que las piernas le permitían, quería leer el pequeño libro, sentía una necesidad de saber como había regresado a ella, no tenía miedo estaba agradecida.
Se sentó en su escritorio, vacío su bolsa con unos libros que había comprado, y sacó el pequeño libro escarlata. Lo abrió y vió cada pagina en blanco, ni una sola letra, lo reviso hoja por hoja, nada, revisó la cubierta, todo era igual era el libro sin duda alguna, pero en blanco, ¿que había pasado? ¿Lo había destruido aquel hombre como le habia dicho?.
Se pasó casi una hora mirando fijamente al libro, cuando la idea le cayó en la mente como um piano, fue a la cocina y trajo un pequeño cuchillo para frutas que tenía desde que se había vuelto hipster.
Se pinchó el brazo y usando el mismo cuchillo escribió sobre el papel.
Háblame.
Esperó pero nada pasó, cerró el libro y lo volvió a abrir inmediatamente, seguían siendo hojas en blanco, no era el mismo libro después de todo, aunque la coincidencia era muy extrema, se fue a la cama, mañana le esperaba un día tremendo en el trabajo. Tenía hambre pero también tenía demasiado sueño así que se quedó dormida enseguida.
Se despertó en la madrugada, hacía mucho calor y no podía dormir, decidió meterse a la ducha, el agua fria le despertaba los sentidos y le relajaba el cuerpo, salió después de secar su cabello, no llevaba prenda puesta, el calor era mucho.
La habitación estaba completamente oscura no podía ver nada, olvidó dejar la luz encendida.
-¿Querías hablarme?- sonó una voz grave en la esquina donde estaba su escritorio.