Pecado.

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Conmoviéndose el aire, pesado se abalaba sobre mi cuerpo como un manto ineludible. Sofocante, ni amor ni odio, peor aún que la vida misma fue; ¡No solo de sueños vive el hombre! Ni de cantos ni palabrería, ¿qué esperabas?

Soy igual a todos, soy uno más, soy el mismo, peor que nadie, hiero sin pensarlo. Y sabes, me hallo fácilmente excitado ante la idea... de verte sola, de hecho, sola por siempre.

Soy distinto a todos, peor que el mal mismo, la sangre pútrida de nuestra madre. Pero aún cuervo, y aún sombra en la oscuridad, aún hombre entre hombres, tengo sueños. 

Sueños de que morirás antes que yo... Mucho antes. De alguna enfermedad, horrible, siniestra, poética y discreta.

Pajarita alocada, mujer deseada. Y que tus ojos no alcanzaran el cielo, ni tu cuerpo el suelo. Y si oh, el crudelísimo Luzbel te llamase a sus aposentos, no habrá quién te extrañe, ni mucho menos, nadie que te recuerde.

Y si osares pensar oh, que el cielo te traicionó, sabrás qué mal has hecho. Y deshecha no torturares a los torturados con tu estancia. Peor sería que opacaras la vida ya más.

Soy malo, soy peor que nada, soy humano entre humanos. Pero vos, nena, delirio de la locura, salvaje retoño descarreado, Pecado eres, un insulto a la existencia.


El Poeta y el PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora