"Y empecé a platicar con una instructora de zumba que vivía en Miami, pero es de Puerto Rico. Ella tenía como 34 y yo 21. Teníamos como un par de meses de hablar por internet y dijo que quería venir a verme. Y de buenas a primeras vino un fin de semana y nos quedamos de ver en cierto hotel. Yo iba con un montón de miedo. Pasó de todo por mi mente: que tal que es una secuestradora, me roban los órganos y así. Le avisé a una amiga que si no le llamaba en cierto tiempo mandara a la policía. Llegué a la habitación que me había dicho, abrió la puerta y me recibió con un beso en la boca. Olía súper rico y pues ya que vi alrededor que no había peligro inminente. Empezamos a platicar sentadas en la cama y pues una cosa llevó a la otra. Y me bailó y toda la onda. Yo le conté que era la primera vez y ella dijo que no me preocupara, así que fue bastante gentil. Lo más extraño fue que en el post sex sacó un álbum de fotos. Me enseñó a su familia: mamá, papá, sobrinos… Hasta el final me dijo: 'Y este es mi esposo'. Trágame tierra. Ya después dijo que estaba en proceso de divorcio y pues como sea fue bien raro. Pero fue con una mujer mayor (que me encanta que sean mayores), guapa, con experiencia y hasta con el morbo ese de que era casada".