"Tenía 22 años, fue en una tina y mi entonces novia había ambientado con velas, música e inciensos. Yo creo que las dos estábamos muy nerviosas, pero comencé a disfrutar al sentir su cuerpo junto al mío, su piel suave y esa mirada profunda. Pero sólo fue el instante, después empecé a pensarlo y me dio un poco de ansiedad el caer en cuenta que estaba con otra mujer y me sentí fuera de lugar. Ella volvió a captar mi atención. Ya no pude seguir el paso. Entre mi inexperiencia y nerviosismo, fue un detallazo que no me haya dejado ahí. Todo terminó de una manera tierna. Obviamente después no hubo punto de comparación: era pirotecnia pura cada vez que hacíamos cositas, nada que ver con el pez afuera del agua que fui yo esa primera vez".