Hablaré con tu corazón.

¿Quién eres?

Tocó a la puerta, le abrí y no pude ver nada. ¿Quién eres? Grité. No recibí respuesta pero sí pude sentir como entraba con prepotencia y sin titubear, como si algo extraño me dejara con dudas y tristeza. Comenzó mi desesperación por saber si estaba loco o es que realmente estaba allí. Pensé en que siempre fui un buen amigo, un buen amante, un buen hijo. Era imposible que ese ser tan extraño anduviera mirándome fíjamente sin decir ni una palabra o al menos así lo sentía. No me quedó más remedio que salir y buscar respuestas en otras personas sobre lo que me estaba pasando. Caminé y nadie me miraba, intenté hablarle a cualquiera que se me atravesara pero no me escuchaban. Visité a mis amigos pero nadie estaba presente. Busqué a mi familia y parecía invisible para ellos. Seguía sin entender qué estaba sucediendo. Tuve que caminar por largas horas para que al final del día no encontrara respuestas. Volví a aquel lugar que llamaba hogar y en donde estaba aquella bestia invisible ante mis ojos. Ya no se sentía acogedor desde que se apoderó de mi casa. Pasaron las horas, los días, las semanas, los meses...los años. Ya en la completa derrota, tirado y con los ojos pesados, ese ser comenzó a hablarme... ¿Acaso te has rendido? No tienes a nadie. ¿Te cansaste de luchar? Ya no sueñas ¿No crees en el amor? No deseas compañía. ¿Vives por obligación? Ya no brillas. Mientras esté yo, no serás nadie. Fue ahí cuando comprendí que le abrí la puerta al monstruo de la soledad, odio, pesimismo, envidia, vanidad y orgullo.

-DanielQL🖋