Capitulo VII

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George montaba guardia en el departamento de Candy, la seguía a una distancia considerable tal y como Albert se lo había pedido —.Por razones obvias, el rubio estaba seguro que aquella despreciable mujer al saberse desplazada por Candy, intentaría nuevamente algo contra ella, pero en esta ocasión, él estaría allí para hacerle pagar cada lágrima de su pequeña hermana.

Una semana había pasado y todo parecía ir en calma, tanto Karen como Fabiola veían la actitud de la rubia, diferente a semanas atrás, algo bueno le había sucedido, porque irradia felicidad por todos lados.

Después de una larga temporada fuera del Pais, finalmente Annie y Patty regresaron.

Las tres amigas se encontraban de lo mas felices disfrutando una humeante tasa de cafe mientras se ponían al corriente cuando de pronto, todo se torno confuso —un personaje ingresó al establecimiento con su rostros cubierto con una máscara amenazando a todos con un arma, y se acercó hasta donde estaban las tres amigas. —Candy sintió que el corazón dejó de latirle cuando la tomó por los cabellos, obligándola a ponerse en pie mientras amenazaba con volarle los sesos allí mismo si alguien se novia.

*********

Terry se encontraba en su oficina poniéndose al día con Albert, cuando de repente, sintió una punzada de miedo; dejó caer los documentos que tenia en sus manos y llevó sus manos al pecho tratando de controlar su agitada respiración.

Al verlo pálido, sudoroso y con la respiración acelerada, Albert se acercó a él inmediatamente.

—Candy —fue lo único que atinó a decir el castaño

Albert no entendía lo que le sucedía y de pronto se paralizó, sacó su celular y buscó el número de George, y cuando este no respondió, el pánico lo invadió.

—¿Sabes donde y con quien está Candy en estos momentos?

Terry negó con la cabeza —No lo sé —respondió con voz quebrada, el pánico que lo invadía no lo dejaba pensar.

Albert respiró profundamente para controlar sus emociones, tenía que recobrar la calma para poder pensar racionalmente —tras conseguirlo, salió de la oficina con Terry pisándole los talones; llegó hasta la oficina de Candy para encontrarse con Karen que conversaba amenamente con Fabiola sobre la felicidad que irradiaba Candy y el chico de trasero imponente.

—Karen —la llamó Albert —¿Sabes a dónde y con quien está Candy?

—Salió junto a Annie y Patty, dijeron que irían al restaurant que está aquí cerca —el señor Graham sabe cual es —respondió la eficiente asistente.

—Gracias. —Fabiola y tú, quedan a cargo de todo mientras nosotros regresamos —Ambas chicas asintieron acatando la orden —Cualquier cosa, llamen a mi celular, Fabiola tiene mi numero privado —dijo el rubio hombre provocando que las mejillas de su asistente se tiñeran de carmesí cuando sintió la mirada curiosa de Karen sobre ella.

—Albert —lo detuvo Terry a mitad del pasillo —Crees que Susana....—Terry fue incapaz de completar la frase.

—No te voy a mentir —dijo Albert —Esa mujer nunca se fue del Pais como te hizo creer.

Todo se torno gris alrededor de Terry; si a Candy y a su hijo les pasaba algo, sería su culpa, por haberle dado aquellos minutos a Susana, a esas alturas la muy desgraciada estuviera en la cárcel o en algún manicomio de máxima seguridad, pues estaba demente.

—Aguarda —dijo Terry en un hilo de voz —en mi oficina tengo un arma, voy por ella, podemos necesitarla.

Conociendo el carácter impulsivo de su amigo, Albert le quitó el arma —Yo la llevaré.

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