Capítulo II

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El resto del día, Candy se obligó a mantenerse ocupada con temas de trabajo; temporalmente debía hacer las funciones de Sandra.

Durante el descanso para el café, Karen le había dado las felicitaciones por un puesto que ya consideraba de la rubia.

Ambas sonreían.

—Es guapo el inglés, e intimidante —comentó Karen como si nada mientras daba un sorbo al café.

—Sí, es guapo y educado; además, es inteligente, y eso querida Karen, lo hace muy peligroso —respondió la rubia consciente que Terry no era precisamente el tema del que quería hablar.

—Me gustaría probar ese peligro —dijo Karen sonriendo —. ¿Qué pasó el otro día?

Candy sonrió. —Ella había estado cerca de probarlo, demasiado cerca, dos veces.

—Nada, asuntos de trabajo —mintió.

—Fabiola dice que lo vio salir de la oficina de Sandra la que ahora él ocupa, dijo que iba
camino al baño, —sonrió —, y me ha dicho que lo que se percibía bajo sus pantalones no era normal —se carcajeó —la pobre Fabiola acabó escandalizada ya sabes es coqueta y todo, pero nosotras sabemos que es una gran chica y no lo que todos creen.

Candy asintió, —tienes razón y me siento mal por haberla utilizado el otro día y en cuanto al inglés, imagino que un hombre de su tamaño lo tendrá todo acorde.

Las dos rieron, cada una por una razón diferente —.Candy había sentido su miembro pegado a su cuerpo y, desde luego, parecía que guardaba proporción con su constitución.

—Tengo una cita —confesó Karen.

—¿Tienes una cita? ¡Me alegro! ¿Quién es? ¿Lo conozco?

—Es Charlie.

—¿El de Recursos Humanos? ¿Ese mismo Charlie del que te he escuchado decir burradas más de mil veces?

—¡Ajá! —murmulló ella sorbiendo su café.

—¡Vaya!

—Nos encontramos de casualidad en el centro comercial, me invitó un café y, bueno..., resulta que es superencantador, además, es guapo, no es el inglés —se encogió de hombros —pero para mí está bien, podré agitarlo.

Candy sonrió —Me alegro, Karen, espero que te vaya bien —Por cierto, me explicaras ahora mismo que es eso de agitar la leche hasta el punto de nieve.

Karen se carcajeó —¡Ah bueno!, no me dirás que no sabes.

—Obvio —respondió la rubia rodando los ojos —Por eso te lo pregunto, tú eres la experta.

Karen miró hacia todos lados, con sus dedos le hizo una señal a Candy para que se acercara.

—Candy es muy simple —comenzó a explicar  en susurros. —Es cuestión de imaginación, para empezar, debes tomar el miembro erecto de tu hombre entre tus manos, mientras tus manos suben y bajan por la larga erección, imagina uno de esos vasos que se usan para agitar alguna bebida, luego cambia tus manos por la boca y succiona hasta que estalle y sus flujos salgan tan espesos como la leche, te imaginas que es una deliciosa nieve del sabor que más te gusta, adornado con una deliciosa fresa en la punta y lo saboreas —dijo Karen relamiendo sus labios

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