Maniquíes

36 2 0
                                    

El otro día me decidí a realizar un pequeño experimento. No sé muy bien cuándo pues las jornadas se me juntan, es una de los contras de ser rubia.    

Utilicé para ello mi muro de Facebook. Es un muro pequeñito con pocos contactos, sobre todo de amigos y de grupos de trabajo, eso sí, es público, lo uso para promocionar algunos de mis escritos y para gilipollear que es para lo que se inventó el Face.    

El caso es que me decidí a colgar un par de fotos mías y también algunas  de compañeras de este mismo blog. Normalmente tengo unos cinco "Me Gusta" cuando hablo de algún libro o me da por compartir algo que considero interesante. Mis allegados sueltan paridas que yo respondo con otras más grandes y, según el stadistics de Face, llego a entre a ochenta y cien personas.  

  Pero con las fotos no fue así. No estamos hablando que colgara imágenes de alto contenido erótico, no, son fotos normalitas hechas en casa con más o menos maquillaje y que se alejan de escotes de tirantes y culottes de avatars de adolescentes, ya tenemos una edad y eso conlleva un poco de sentido común y del ridículo. El caso es que la interacción fue increíble, hay fotos con ciento y pico de "Me Gusta", hilos de noventaytantos cometarios, halagos que demuestran hasta talento para piropear, mucha baba y  también alguna puya que de envidiosas está el mundo lleno.     Genial, fabuloso, encantador. Me gustó, al resto les gustó. Somos mujeres, nos agrada sentirnos atractivas, nos esforzarnos en vernos llamativas por imposición de este mundo en el que la estética manda y en el que, si eres una fémina, estás obligada, social y sicológicamente, a estar divina de la muerte. Es lo que nos ha tocado, en otro tiempo lucharíamos por tener reservas de grasa para el duro invierno o caderas amplias para poder parir a docenas de hijos esperando que alguno sobreviviera al ataque de los mandriles.    

Ese fue el primer paso del experimento, comprobar que el canal funcionaba, que los gritos llegaban a oídos y nuestras caras bonitas a los ojos de propios y extraños.    

Entonces, con mi muro en plena ebullición, colgué enlaces a nuestras novelas, cuentos y blogs. Cerré el explorador porque creí que se había bloqueado ya que nada pasaba. Me fui a secar el pelo. Cuando regresé, en los enlaces a los textos, estaban mis habituales cinco "Me Gusta" y mis cuatro gatos que me leen y les leo. Curioso.    

Entre algunas de las cosas que hago para poder comprar postres trufa y patatas rellenas que son la base de mi alimentación, está algunas tareas de comunicación. En una ocasión tuve la suerte de poder contar con el autor Teo Palacios para que escribiese unas líneas sobre el mundo editorial, sobre su experiencia y su forma de trabajar. Para anunciarlo utilicé una foto provocativa, un vientre masculino musculoso y varonil que daba paso a unos vaqueros deep blue en los que se marcaba un miembro  viril que prometía dimensiones orgásmicas. Funcionó muy bien en cuanto a visibilidad y feedback con el público, pero cuando llegó el anunciado artículo, este pasó casi desapercibido. Estamos hablando de un autor comercial, publicado por una importante editorial, con una obra de características y temáticas muy atractivas, bien escrita y entretenida, que nos  mostraba sin censura  lo que hay detrás de las páginas. Tanto, para autores en ciernes como para lectores, creo que era una temática atractiva y una oportunidad poso usual. El sexo vende, el mundo de la moda y la publicidad lo sabe y lo explota. A todos nos gusta el sexo, no por ser un lector empedernido o un escritor  intelectualísimo va a dejar de gustarte, por lo tanto no es incompatible. Pero quedarse en eso es pueril, más cuando hay múltiples direcciones que ofrecen desde erotismo sutil a porno extremo. Hay urls de chicas que solo buscan exhibirse y muchas lo hacen con clase y gracia como modelos amateur o por simple gusto.  Como decía Connie Jet el otro día en charla privada: "Nosotras somos escritoras coño."  

 En este blog nuestro hemos utilizado nuestra condición de mujer- la hemos utilizado y no explotado como me insinuaba una imbécil el otro día en una muestra perfecta del talibanísmo idiota que hay en la Red-, las utilizamos porque es lo que somos, más o menos monas, más o menos pícaras y apoyadas por todos los artíficos que este siglo nos da en forma de potingues, alzas, gomaespumas y patrones, es decir como cualquier mujer normal, y hablamos sin tapujos como personas adultas que somos, utilizando para ello los recursos que tenemos como escritoras.      

Una vez una Rubia, una auténtica preciosidad sevillana, me comentó que una mujer guapa ya sabe que lo es, que a ella lo que la ponía como una moto era que un hombre dijera: "Me encanta hablar contigo." o "Que divertida e interesante eres." Pues para una escritora no hay nada más excitante que saberse leída, la crítica podrá ser buena o mala, la podrás aprovechar o desestimar, aprender u olvidar pero sabes que tu trabajo  ha llegado a alguien.    

Sobre estas líneas tenéis a un clic algunos textos, de muchas temáticas distintas, con estilos de lo más variado. Tal vez os interese leer alguno, ver si somos algo más que unas caras bonitas o, como diría mi señor editor, un juego completo de orificios en una buena carrocería.    

Por el resto no os preocupéis, nosotras seguiremos mostrándonos para gustarnos y gustaros, tenemos planeada una sesión de fotos y espero poder convencer a un buen amigo para que le ponga un poco de su arte y así ofreceros algo bonito de verdad. Pero, sobre todo, seguiremos escribiendo, inventando historias, peleándonos con nuestras creaciones. Alejándonos de ser tan solo maniquíes.

From my blonde mindWhere stories live. Discover now