Vuelta al cole

28 2 0
                                    

No tengo mesilla de noche. Lo que tengo haciendo las veces de es un baúl  alto pintado en blanco decapé. A los pies de este están mis libros de texto. Una gramática española pequeñita, “La Palabra Escrita” de Salichachs y la “Enciclopedia Marvel” (que me la han mandado en el trabajo y voy a ver si me entero de algo), esta es un tocón para exterminar mapaches con él. Los mapaches son lindos pero en Canadá son una plaga que se meten en los cubos de basura y además te atacan los jodios.    

Llamarlos libros de texto es la excusa para poder hablar de este septiembre que nos ampara.     Hay que volver al cole.    

Muchos ya lo hemos hecho, las vacaciones de tres meses, esas que se hacían casi aburridas, solo las pueden tener algunos privilegiados u asquerosas de la muerte como la Jeet.    

En mi entorno más próximo hay muchas esperanzas puestas en este nuevo curso escolar. Está la mierda de la crisis de fondo pero se siguen haciendo cosas, moviendo las neuronas a un ritmo de reel frenético. Hago cada noche unas cuantas libaciones de vodca caramelo para que a muchos y muchas las cosas les salgan bien. Os prometo que es para eso y no por gusto o vicio, bueno lo del vicio es una constante en mi vida así que lo mismo por eso sí.    

También han bajado las temperaturas. Toca guardar los vestidos playeros que terminan a borde de nalga, los ibicencos que en cuanto se mojan son una locura de trasparencias y los biquinis que no son para bañarse sino para dejarse ver en la piscina.    

Cuando era pequeña la vuelta al cole significaba zapatos nuevos y libros reciclados de generaciones más sabias. En este trámite surge un curioso conflicto que es que cuando tú eres aún una nena inocente pero el poseedor del libro de matemáticas anterior ya había descubierto esa capacidad pretenatural en el ser humano de dibujar penes. He visto cosas muy raras en homenaje a Príapo.    

El caso es que estoy estudiando tendencias de la nueva temporada porque tengo que comprarme algo y no he cambiado el chip todavía de shorts a la ingle y camisetas ajustadas.    

La nueva temporada me gusta porque ya no saben qué vendernos y se impone un estilo con lo bueno de la estética ochentera. Sí, los ochenta tenían algo bueno en estética. Vale que los cardados, las hombreras y las sombras nunca habían anunciado con tanta claridad el Apocalipsis merecido de la Humanidad, pero tenían cositas.    

Vuelve el cuero tachonado, los vinilos, los abrigos largos, los complementos metálicos y el ante.     Ganitas tengo de ponerme una falda romboidal de napa negra, totalmente abierta y que se cierra con hebillas. Yo y el largo de las faldas tenemos un problema por mi incompatibilidad de talla y altura, una cosa rara.        

Ahora también habrá unos días de college fashion muy sugerente en el que se podrán ver tableadas a cuadritos, leotardos por encima de las rodillas y camisas en plan uniforme.     Conozco un nene al que le gusta mucho este entretiempo porque dice que estamos todavía con mente de verano pero con ganas de sacar la ropa de invierno y que la combinación de bota de tacón y camiseta de tirantes le parece muy sugerente en plan la Robertsen Prety Woman, esto es montera´s bitch look.    

Luego llegará la lluvia a Madrid y los lisos japoneses se irán a tomar por saco y habrá que tirar del moño ese raro de la Winterhouse (en paz descansa la pobre) que a mí no me gusta nada y que parece que vas a vender fruta a un mercadillo. Pero bueno.    

"Vogue" ha sacado un número este mes que pone los dientes largos, largos. Lo mejor de la Vogue es que te intenta convencer que una blusa de dos mil quinientos euros la amortizas en tres meses. Un día coincidiré con una redactora de esa revista y me explicará cómo hace para creerse eso. De ser un reflejo de su realidad, es posible que sufra un secuestro express y un desvalijamiento de armario.    

Supongo que hay clases y clases y a algunas sí las pagan en condiciones por redactar cositas e que incluso tendrán acceso a muestras y esos regalos de patrocinadores que ya suenan de ensueño solo por quien los remite: Dior, Gabbana, Burberry, Choo…      

Colores de temporada: el negro apañado para todo y también estampados animales. Estos son complicados de saber llevar y combinar pero hay días que no te puedes resistir a un tigre o incluso un dálmata. En esto, como en todo, que quede al borde del chonísmo o de pasarela lo da la calidad/precio de la prenda y el saberlo lucir.        

Sobre esto, recuerdo cuando hace muuuuchos años, para pagar facturas y comer caliente, tuve que trabajar como dependienta para MaxMara. La entrevista me la hicieron en  las oficinas de su super exclusiva tienda de Serrano. Era principio de verano y llegué yo toda insegura y jovencita con un vestido safari en blanco con menos raza que los perros de la versión animada se Sherlock Holmes. Estaba casi asustada por el lujo y el trujo, porque no me iban a coger, porque ahí todo valía más que cualquier dinero que yo había visto en mi vida, porque tenía que pagar academias varias y las tasas de la Uni, porque la vida me estaba dando por culo. Así que cuando te intentan sodomizar sin cariño lo que haces es apretar mucho las nalgas en un mecanismo de supervivencia muy útil. Y cuando una rubia aprieta el culo lo hace desde los gemelos, lo que provoca que una se yerga y la espalda se ponga recta, sacas pecho y subes la nariz para arriba, quedas chulísima. Entonces la encargada de la tienda se me acercó solícita con su mejor sonrisa de vendedora y muy amable me preguntó:    

“Buenos días, ¿Puedo ayudarla? Tenemos unas cosas monísimas esta temporada  ¿o prefiere un shooper assitant?”    

Me subió tanto la moral que se me pasaron todos los miedos de un suspiro y conseguí el puesto.     Así que ya sabéis nenas y nenes, ahora que vuelve el cole, que comienzan nuevos retos, que el trabajo nos agobia, apretad muy fuerte el culo. No dejéis que nadie, nadie os joda.    

Besos de carmín.

From my blonde mindWhere stories live. Discover now