Capítulo 9

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Narra Darkar.

Había puesto la pinche alarma temprano para acompañar a la morra traumada a su instituto.

—¡Pendeja! —grité frente a la puerta de su habitación— ¡levanta ese culo flácido o llegarás tarde! —impacientemente entré a la habitación de _____— wey, no me levanté tan temprano para que me pinches ignor...

Me quedé helado al encontrarme con un cuarto totalmente vacío, la cama estaba tendida, el armario abierto de par en par y sin nada dentro.

—¡¡Ya deja de estar mamando estúpida!! ¡¡deja de esconderte!! —grité esperando a que saliera de su escondite la muy retrasada.

¿A caso se fue?

—¡No mames que la pinches secuestraron de nuevo! ¡que hueva! —me hablé a mi mismo, decidido por ir a buscar a la muy pendeja para evitar que la descuartisen.

Narra _____:

Miré la hora en el reloj de mi mesa de noche, son las 8:30 y mi ánimo no era el de siempre como para desear ir a clases hoy.

Extraño a Darkar y Mecoboy.

Aunque salirme de sus vidas quizás fue la mejor opción para protegerlos también es la que más sufrimiento me causa. Quién diría que extrañaría los insultos de Darkar por las mañanas, y los amables consejos de Mecoboy…

—Odio este techo —me quejé mirando el cielo raso. No iría al instituto, pero si me levantaría a preparar mi desayuno.

Caminé por el pequeño pasillo hasta dar con la cocina, el cristal me permitía observar mi antiguo vecindario, no me trae alegres recuerdos. Sostuve la taza de porcelana en mis manos esperando a que la cafetera hiciera lo suyo, unos minutos bastaron para poder verter el líquido caliente.

Sin esperarlo oí la puerta principal azotarse, la taza resbaló de mis manos chocando abruptamente contra el suelo de cerámica, los pedazos se esparcieron por todo el lugar, y mis piernas se quemaron con el café recién preparado.

—¡Verga! —me quejé al sentir las quemaduras en mis piel.

—¡Mierda! ¿estás bien?

Oí desorientada una voz que me hablaba, volví mi mirada hacia arriba para dar con aquellos ojos sin vida, que me miraban esperando una respuesta de mi parte.

—S-si, no te preocupes Jeff —me agaché con la intención de recoger los pedazos de porcelana.

—¿Qué crees que haces? —me levantó con delicadeza para cargarme y dejarme en el sofá de la sala— te traeré una pomada —enunció para correr al baño.

¿Yo alucino?

¿Se está preocupando por mí?

Regresó con el ungüento en sus manos, se esparció un poco sobre estas y con delicadeza comenzó a untar la crema en mis piernas que ya enrojecidas estaban, con algunas pequeñas ampollas.

—Siento si te duele, no puedo hacerlo mas despacio.

—Descuida —sonreí tímida—, y gracias.

—Es lo menos que puedo hacer —me miró— ¿te sientes mejor?

—Mucho —le miré contenta.
Jeff se deshizo de la crema que sobró en sus manos con un paño húmedo, acarició mi mejilla y escondió un mechón de cabello detrás de mi oreja después.

Ha pasado tanto tiempo desde que no me brindaba algún tipo de mimo…

—Limpiaré por ti —se ofreció, beso mi mejilla causando un chillido desmesurado y se marchó. Sonreí ante su muestra de afecto.

—¡Casi lo olvido! ¡te traje un obsequio!

—¿Tú? ¿un obsequio? —reí.

—La plana horrenda me dió la idea —arguye desde la cocina.

—¿Hablas de Jane? —fruncí el seño. Claro, ¿que otra plana horrenda podría existir en la vida de Jeff? Mi mirada se centró en la pequeña caja envuelta con papel de regalo que estaba sobre la mesa de café— imagino que no voy a toparme con ninguna especie de animal muerto, ¿verdad? —cuestioné tomando la caja en mis manos— o algún tipo de extremidad humana.

—Sería incapaz de hacer algo así —se defendió regresando y sentándose conmigo en el sofá.

—Para mi cumpleaños me regalaste un gato muerto, ¿lo olvidas? —lo miré.

—¡No se dejaba atrapar! —objetó, yo reí— abre la caja —me pidió.

Suspiré nerviosa mientras retiraba la envoltura de la caja, al abrirla me encontré su contenido, e hizo que se me helara la sangre.

Esperaba encontrar una rata muerta, una extremidad humana, un cuchillo con sangre, la cabeza cortada de alguien a quién detesto, en fin, un millón de cosas, menos eso.

En su interior me encontré con muchas de las cosas que marcaron nuestra relación.

Fotografías…

Nos tomábamos una en cada aniversario y eventos especiales como Navidad o San Valentín.

Un pañuelo rojo…

Envolví sus ojos con él cuando lo invité a cenar a casa la primera vez.

Una llave…

La llave del candado que pusimos en un puente de una pasarela, llevaba tallado nuestros nombres. Fue cuando a penas comenzamos a salir.

Y por último un reproductor de mp3.

—Ponle play —me miró.

Al reproducir la canción mi corazón comenzó a precipitarse, ya no era capaz de dirigir mis terminaciones nerviosas, me había perdido en aquella melodía.

—¿La recuerdas? —preguntó.

—Jamas la olvidaría —sonreí aún con añoranza— es la canción que se reproducía en la radio cuando me besaste por primera vez —me sonrojé.

Sentí una revolución de sensaciones dentro de mí. Revivir cada uno de nuestros recuerdos causó que despertaran sentimientos que se habían quedado dormidos en el fondo de mi alma.
Fui despabilada por la mano de Jeff, quién me atrajo hacia el con suavidad, se acercó a mi rostro con cautela mientras yo acunaba su rostro con mis manos.

Al romper el espacio que quedaba entre nosotros un cosquilleo se apoderó de mi estómago.

—Volveremos a eso —miró a la caja—, lo prometo.

—Jeff… —sonreí.

Así es este hombre, puede ser la persona mas cruel y despiadada de todo el mundo entero, te apuñala por la espalda cuando menos te lo esperas.

Pero también puede ser una persona cálida. Sólo deseo verdaderamente que esta vez cambie y no sea otra de sus mentiras.

Fuimos interrumpidos por unos golpes en la puerta, ambos fruncimos el seño, pues no esperábamos visitas.

—Yo abro —me ofrecí. Quité el seguro y cuando abrí la puerta lo encontré a él, sus ojos irradiaban cólera por donde lo vieras— ¿D-darkar?

Yo no soy tu pinche amor [Darkar X Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora