Capítulo 14

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—¡Corre más rápido estúpida! ¡estamos huyendo de un puto asesino por si se te olvidó! ¡chingada madre!

—¡Pues discúlpame por tener una puta puñalada en el estómago y no poder seguirte el paso! —respondió impaciente.

—Uy uy uy, que delicada —respondió con sorna.

El castaño se detuvo tras notar que alguien se había quedado atrás. Se dió la vuelta con la intención de encontrarla con su mirada, y allí la vió, de pié en el medio de la acera, medio encorvada sujetando fuertemente el lugar de su herida.

—¡No mames! ¡a mí también me pinches apuñalaron una vez, y si hice un esfuerzo para que no nos maten, estúpida! —increpó caminando rápidamente hacia ella.

—¿Se supone que debo sentirme mal al respecto? —contestó con dificultad en su habla, pues estaba ya muy agitada.

—A ver, pendejadisima —rodeó su cintura con uno de sus brazos—, sujetate en mi —dijo y la cargó con delicadeza.

—¿Sabes? T-tampoco era necesario que me cargaras —acotó apenada.

—No seas pinche inconformista, ¿quieres?

Ella se dedicó a guardar silencio, no objetaría nada al respecto, pues suficiente estaba haciendo Darkar por ella como para molestarle a estas alturas.

El lugar estaba completamente oscuro, no había rastro si quiera de un alma deambulando por el sector. Se oían ladridos de perros a lo lejos, los pasos apresurados de Darkar por llegar a casa retumbaban fuertemente, poniéndolo más nervioso que de costumbre.
Y cuando menos quería pensar en ello, fue cuando se dió cuenta que ambos estaban completamente solos, no contaban con ayuda de nadie, era algo que debían solucionar por cuenta propia, o simplemente resignarse a morir. Darkar estaba acostumbrado a ese típico sentimiento de soledad, sin embargo sentía una especie de congoja por ella.  Y en ese momento entendió todo. Entendió que durante todo este tiempo se dedicó a proteger y no a lastimar.

Ya no destruía cosas, ya había dejado de colocar explosivos en lugares públicos al azar por aburrimiento, había dejado de destruir. Había dejado todo, por salvar una vida; una vida que comenzó siendo insignificante ante sus ojos. Pero ahora pensaba: ¿que sucedería si algo le pasara? Bajó levemente su mirada para atisbarla con sutileza, ella se mantenía aferrada a él con fuerzas. Sin duda no podría soportar el perderla ahora.

Quizá esté experimentando el sentimiento de miedo por primera vez después de mucho tiempo.

—Darkar —susurró, rompiendo con los pensamientos del mencionado.

—Que pedo —contestó con disimulo.

—Oigo pasos detrás, ¿no los oyes?

De inmediato el castaño paró en seco, se había distraído tanto con sus pensamientos que no había notado el hecho de que alguien los estaba siguiendo.

—Y ¿recién ahora me lo dices, pendeja? —la reprendió.

—No es mi culpa que estés distraído —respondió con enfado.

Darkar se dedicó a continuar el recorrido sin prestar atención a lo que sucedía al rededor. Sin embargo ambos comenzaban a sentirse observados, y aquellos ruidos de pasos se intensifican cada vez más. Incluso, ya no parecían ser de una sola persona.

Me lleva la puta cola... tengo que sacarla de aquí echando madre... —pensó. Pronto tuvo una magnífica idea.

—Necesito que te bajes un minuto —enunció luego soltarla con delicadeza para que sus pies tocaran el suelo.

—¿Qué sucede? —preguntó preocupada. Sin embargo no obtuvo respuesta del castaño.

Él simplemente sacó su móvil del bolsillo de sus jeans, y marcó un número el cuál ella desconocía.

—Que esperas… ¡Deja de jalartela y contesta el puto teléfono, puta madre!

—¿Hola? —se oyó— ¿Darkar? ¿Te das cuenta a la hora a la que me llamas? ¡Son las pinches dos de la madrugada! ¡Sabes perfectamente que-

—¡Cierra tu ano cinco segundos y escúchame! —increpó con nervios. De inmediato Mecoboy se dispuso a guardar silencio—. Necesito que me hagas un puto favor.

¿Y ahora que pendejada hiciste cabrón?.. ¡Sí estás en la comisaría de nuevo chingas a tu puta madre y te las aguantas pendeja!

—Necesito que en quince minutos llegues a la estación de servicio que está al lado de los putos chinos rateros.

—¿Hablas de los que nos vendieron carne pasada antes de ayer?

No estaba pasada, era carne de perro. Pero ahorita vale madres, en quince minutos tienes que estar ahí con el carro.

—¡Mas te vale que en cuanto llegue me des una explicación de lo que está pasando imbécil!

—¡Ándale ya pues! ¡pinche pendeja we! ¡no tengo tiempo para tus mamadas! —cortó la llamada—. Apresúrate —tomó su mano fuertemente para que siguiera sus pasos—, tenemos que llegar antes de que nos pinches descuartizen.

—Si sabes que donde quiera que escondan sus traseros voy a encontrarlos, ¿Verdad? —se oyó detrás.

—¿Piensas que me hace falta esconderme de una prostituta como tú que solo sale de noche? —respondió Darkar con enfado, dándose la vuelta rápidamente.

—Darkar, vámonos, le dijiste a Mecoboy que ibas a estar en la estación de servicio.

—En cuánto le rompa su pinche madre a esta asquerosa bola de mierda nos iremos —garantizó sin despegar su vista de Jeff.





Yo no soy tu pinche amor [Darkar X Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora