Al despertarme me encontré a mi misma envuelta en sábanas de seda y descansando sobre un cómodo colchón. Abrí los ojos despacio al tiempo que me llevaba las manos a la cabeza al sentir un gran dolor. No tardé en volver a cerrar los ojos y esconderme bajo las sábanas en cuanto comprobé lo mucho que me molestaba la luz solar.
En ese momento paré en seco.
Me molestaba la luz solar. A los vampiros les molesta la luz solar. Miré mis brazos y casi podía jurar que mi blancura era incluso más intensa y enfermiza que de costumbre. También sentía sed, mucha, mucha sed. Hasta donde yo sabía los vampiros solamente se alimentaban de sangre por lo que, lógicamente, debían estar sedientos.
-¡CERRAD LAS CORTINAS! No quiero que entre ni un mísero rayo de sol. -Un instante después la habitación quedó sumida en la oscuridad.
-Ya puedes salir de tu fortaleza de seda, querida. -Por su voz pude adivinar quién era y el simple hecho de que me hubiera llamado "querida" hizo que olvidase momentáneamente mi dolor de cabeza.
Había dado rienda suelta a mi imaginación y me encontraba pletórica ante el futuro que acababa de dibujar en mi cabeza. ¿Me habría convertido en vampiro? ¿Sería posible una eternidad junto a mi amado? Sonreí en la oscuridad y formulé las siguientes preguntas con mucho entusiasmo:
-¡Oh, mi amado y queridísimo Lord Byron! ¿Has hecho realidad mi sueño? ¿Es posible que un milagro de Dios haya ocurrido? ¿Son los síntomas que siento señal de que, al igual que tú, soy un vampiro? ¡Eso debe ser! ¡Oh, Lord Byron! ¿Por qué sino iba a molestarme la luz del Sol? ¿Y esta sed que siento? ¡Por favor, confirma mis sospechas! -George al escuchar todo lo que salió por mis labios se echó a reír, en su momento lo malinterprete pensando que era una risa de euforia.
-Querida, -otra vez ese apelativo cariñoso- jamás cesarás de hacerme reír y sorprenderme con tus ocurrencias. Esos "síntomas" que dices sentir, son causados por lo que comúnmente se conoce como "resaca". Aunque, puede que el término "resacón" sea más apropiado en esta ocasión.
Aquellas palabras fueron para mí tan, sino más, deprimentes como que le dijeran a un buen señor que su hija se había casado en secreto con alguien de una clase social mucho inferior a la suya. El precioso futuro que creía realizado regresó a ser algo poco mayor a una esperanza poco probable de ocurrir. Estaba absolutamente devastada. Por no decir que, al mencionar la resaca, había recordado todo lo que dije junto a Mary. Si es que el golpe de ver que seguía siendo humana no había bastado para hundirme eso sí que lo consiguió. Me costaba creer que una casta y educada joven como yo hubiera sido capaz de mostrar tal falta de decoro. ¿Dónde habían quedado mis modales? Oh, aquella vieja gruñona que me reprendía siempre cuando era pequeña se sentiría tan decepcionada si hubiera sabido de mi comportamiento... Casi me alegré de que llevara cerca de ocho años muerta.
-Siento terriblemente lo ocurrido ayer. Fue una locura, no sé cómo pudo ocurrir pero obviamente mi juicio se vio horriblemente nublado. Jamás habría hecho aquello de haber sido completamente consciente y dueña de mi misma. ¡Por favor, le ruego que me perdone! Aquella no era yo. Discúlpeme, por favor, se lo suplico. -Ya podréis imaginar que las lágrimas que bajaban por mis mejillas eran abundantes, a pesar de todo, afortunadamente Lord Byron se apiado de mi.
-Oh, pobre de ti que caíste en la tentación. Mas, para ser un vampiro justo, he de admitir que yo también comparto parte de la culpa. Te he desatendido mucho últimamente y tú, al ser una mujer, las cuales sois criaturas celosas y sentimentales en exceso por naturaleza, no has podido evitar descontrolarte. Para compensarlo y no tener cargo de conciencia anoche tomé la decisión de hacerte un regalo mientras te cargaba en volandas para traerte hasta esta misma cama. -Al escuchar que YO fui cargada por los musculosos brazos de LORD BYRON me sonrojé al punto de que mis mejillas pasaron a parecer un par de tomates.
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LORD BYRON Y TÚ
Fiksi PenggemarÉl era un hombre magnífico, un literato, el escritor más famoso de la época. Tenía al mundo entero a sus pies. Las damas no podían evitar soltar un suspiro al verlo pasar y más de un caballero tenía problemas para apartar la mirada de él y de sus en...