La sal y la tierra son sinónimos de placer [Emiliaco]

Epílogo

Hace dos años, Joaquín jamás se habría imaginado en esta situación: estresado, corriendo de un lado a otro y jalando con algo de desesperación sus ahora más largos chinos que son apartados de su cara gracias a un pañuelo que lleva amarrado en la cabeza. Nunca pensó estar tan alterado por un aniversario, ni siquiera con los que antes de Emilio llego a considerar sus amores más grandes, pero ahí está, alterado tratando de hacer mil cosas, pero sin hacer realmente nada.

Y es que, para muchos podrá ser tan normal un aniversario, sin muchas complicaciones, siendo una follada y una cena lo único en su repertorio para celebrar, aquello está bien para otros, pero no para él, no cuando cumple un año de estar con el hombre que hace erizar cada vello de su piel con una sonrisa y logra que su mente se desconecte del mundo con dirigirle una simple mirada.

Nunca creyó que el amor pudiera ser tan complejo. Durante este año de relación ambos han tenido tanto altas como bajas, peleas, gritos, celos e incluso un par de amenazas con romper, pero aquellas tal cual llegan, se van. Las peleas se solucionan hablando después de que cada uno se ha ido a pensar y vuelve con la cabeza fría, los gritos cesan al darse cuenta que no les llevara a ningún otro resultado que empeorar la situación lastimando al otro, los celos desaparecen cuando se miran a los ojos, justo ahí dándose cuenta que están tan jodidamente amarrados que el celar es una tontería y bueno, las escasas ocasiones con las que se han amenazado con terminar les invade un terror tan infinito como el cielo mismo, haciendo que se retracten de lo dicho anteriormente.

Una relación no es fácil, claro que no y han sido varias las veces que después de una discusión en las que Emilio es un terco y él un orgulloso se ha preguntado: "¿por qué mierda me metí con este idiota?" y el enojo le dura hasta que la respuesta llega con la reconciliación, al tener a Emilio abrazándolo, con sus rizos dispersos haciéndole cosquillas y sus chistes estúpidos —cada día los chistes empeoran— que no dan nada de risa, "porque simplemente lo amo".

Entonces, en un año ha aprendido que una relación no es fácil, que hay veces en que quieres tirar la toalla, pero cuando el amor existe todo vale la pena, Emilio vale la pena, ellos lo valen y para ser sincero, si algún día la desgracia se cerniera sobre ellos y terminaran, Joaquín sabe que su corazón se destruiría porque no volvería a amar a nadie de la misma forma en que ama a Emilio Osorio.

Pero su aniversario no es momento para pensar en desgracias y menos unas que saben no ocurrirán, él esta tan idiota por Emilio como Emilio lo está por él.

Su más grande frustración ahora es el no poder afinar la maldita guitarra que ha estado aprendiendo a tocar desde hace tiempo, avanzando más rápido de lo que otros creen y si bien aún no es un maestro con ella, tiene sus méritos. Solo que la infeliz se rehúsa a dejarse manejar cuando más la necesita, el tiempo es corto y el hecho de que los inhibidores estén perdiendo su efecto no le ayuda mucho.

Ah, sí, su condenado celo llego justamente el día anterior a su aniversario y ese par de días se la ha mantenido a base de supresores, sabiendo que si se deja llevar por el no podrá hacer nada y justamente ese día es cuando más cosas debe hacer.

En lo que trata de afinar el infernal instrumento se pregunta por Emilio, quedaron de verse a eso de las seis de la tarde gracias a que su papá lo necesitaba con urgencia ese día —justamente hoy, que bien— prometiéndole pasar por su casa para que pudieran celebrar ya que le daría algo que haría a Joaquín dar un brinco de la emoción.

Es ahí donde se pregunta qué diablos hará Emilio, porque él lo conoce, el alfa es un cursi de lo peor hasta el punto que para otros seria empalagoso y puede que en otros tiempos para él mismo Emilio habría sido alguien fastidioso gracias a tanta miel, pero ahora hasta los detalles más repugnantemente dulces de Emilio son capaces de hacerlo sonrojar y sentirse el hombre más afortunado del mundo.