~Capítulo Cuatro~

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~Capítulo Cuatro~

Abrió un ojo y después el otro. Le costó trabajo adaptarse a tanta luz, pero finalmente lo logró. Se sintió mareado y un ligero dolor de cabeza se hizo presente en él. Gruñó.

Segundos después se percató de dos cosas. Uno, definitivamente esa no era su habitación. Dos, había alguien recargado en su cama, durmiendo. Reconoció el lugar como la enfermería; la persona que estaba a su lado era su amigo, Blaise Zabini.

Reordenar sus ideas fue cuestión de segundos, y aunque no eran muy nítidos sus recuerdos, sabía que había llegado a ese lugar gracias a su amigo Blaise. Se levantó perezosamente del lado contrario de la cama donde descansaba la cabeza de su amigo y se dirigió hacia la salida.

Si su memoria no fallaba, ese día era domingo y la mayoría de los alumnos estarían de camino a Hogsmeade. ¡Perfecto! Nadie lo molestaría ni harían preguntas estúpidas sobre lo que estaba haciendo, ¿acaso no era obvio? Buscaba algo, ¿qué era? Eso no le importaba a nadie, solo a él.

Afuera el sol brillaba cálidamente y había una brisa fresca, sin ninguna señal de la tormenta de la noche anterior. Con los pies descalzos, Theodore avanzó hasta llegar a su destino: Los jardines traseros.

*0*0*0*

Neville seguía escudriñando con la mirada aquel dije en forma de angelito. Lo sostuvo con su mano derecha y comenzó a palparlo lentamente. A simple vista el dije parecía tener una superficie lisa y fría, sin embargo; el Gryffindor comprobó lo contrario: era suave y cálida, como si estuviera vivo.

Segundos después de tener contacto con el objeto comenzó a dormitar, una extraña coincidencia, pensó el muchacho. Sus párpados comenzaron a sentirse pesados, cada vez más...

Cuando Neville abrió los ojos, no se encontraba en su habitación. Estaba en un lugar desconocido, además... sonreía. ¿Sonreía? Sí, sonreía e iba de un lado a otro mientras perseguía a una mariposa que revoloteaba alrededor de él. Neville no se explicaba porqué insistía en perseguir a ese pequeño animalito, pero ahí estaba, corriendo y sonriendo, pero sobre todo divirtiéndose, feliz. Muy feliz.

Continuó persiguiendo a la mariposa, no podía alcanzarla, ¿Por qué no? ¿Sus manos no eran lo suficientemente largas? Estiró sus manitas, ¡un momento! ¿Manitas? Observó sus manos, eran pequeñas, como las de un niño de cinco años.

Neville frunció el ceño.

—Theodore — lo llamó una voz suave y cantarina.

Neville sabía que no se llamaba de esa manera y, aún así, respondió al llamado. Corrió feliz.

Anhelaba, inexplicablemente, llegar hasta donde se encontraba la dueña de aquella voz dulce y melodiosa.

Atravesó a trompicones el jardín que lo separaba de la mujer que lo llamaba.

—¿Estabas nuevamente en el jardín?

Era una mujer sumamente bella. Su cabello era largo y negro, de piel blanca como la cera y de ojos azul profundo.

Neville sintió dentro de él una infinita paz. Con solo verla y escucharla se sentía maravillosamente feliz.

—Regresemos.

Embobado, Neville asintió.

La bella mujer lo tomó de la mano. El solo contacto era cálido y Neville en verdad creía que caminaba por el paraíso.

Llegaron a una pequeña banca en donde la hermosa mujer lo sentó mientras le sonreía.

—Theodore...

Neville le sonrió feliz, amaba que esa mujer lo llamara de esa manera.

—Tengo un regalo para ti — la mujer agrandó la sonrisa mientras le mostraba una cadenita de oro que colgaba de su mano izquierda.

Neville la observó de cerca, la pequeña cadenita tenía un dije en forma de angelito.

—Esta cadenita me la regaló mi madre cuando era pequeña y ahora es mi turno de regalártela a ti — la bella mujer le colocó la cadena en el cuello — este angelito cuidará de ti, así como cuidó de mí todos estos años.

Neville sonrió bobamente mientras acariciaba el dije.

—Gracias, mami — Neville abrazó a la bella mujer.

—Te quiero mucho, Theodore. Nunca lo olvides...

Neville se sentó de golpe en su cama como impulsado por un resorte. Su respiración era agitada mientras que su corazón bombardeaba rápidamente. Se sentía extraño, ¿Qué demonios había ocurrido? ¿Qué fue ese sueño tan extraño?

"No, no fue un sueño. Fue un recuerdo"

La cadenita de oro reposaba en su cama. La tomó en sus manos.

—Definitivamente, esto es lo que buscas — murmuró.

*0*0*0*

Estornudó por tercera vez cuando una pequeña mariposa revoloteó a su lado. Theodore sacudió la cabeza ligeramente para nuevamente continuar con su búsqueda. Estaba completamente seguro que ese era el lugar donde se le había caído aquella cadenita de oro que su madre le había regalado cuando era pequeño. Era muy importante para él, no podía siquiera pensar que la había perdido. No, no podía aceptarlo. Tenía que encontrarla. Fuera como fuera. Y al precio que fuera.

Siguió buscando a gatas en cada rinconcito de aquel jardín mientras los recuerdos lo invadían lentamente.

La guerra final se había desatado. Voldemort pedía que le entregaran a Potter, pero nadie del castillo pensaba en esa posibilidad. Todos los alumnos de la casa de Slytherin eran transportados hacia el séptimo piso para evacuarlos.

Pansy, Blaise y Theo eran los que encabezaban el grupo de evacuación, sin embargo; antes de entrar por el agujero que los conduciría al pub Cabeza de Puerco, Pansy se detuvo abruptamente.

—¿Dónde está Draco?— preguntó a sus dos amigos, que la observaban con genuino desconcierto.

—¿Y Crabbe y Goyle? — Fue la respuesta de Blaise, recorriendo el lugar con la mirada mientras los demás alumnos entraban en el agujero.

Los tres amigos intercambiaron miradas, todos concluían en lo mismo: Draco había ido detrás de Potter. Sin perder más tiempo, salieron del lugar en busca de sus amigos.

La batalla no demoró en comenzar y los tres amigos inevitablemente se vieron separados por la masa de alumnos que corrían de un lado a otro y por los hechizos que revoloteaban por todo el lugar.

Theodore no tardó mucho en llegar a los jardines traseros del castillo, esquivó un par de hechizos antes de caer de espaldas al evitar una maldición. Rodó hasta ponerse a salvo detrás de un árbol.

Todo alrededor suyo era caos; hechizos iban y venían, al igual que los magos, mortífagos y las diferentes criaturas que participaban en esa sangrienta guerra. Theodore visualizó a su propio padre no muy lejos de donde se encontraba él, luchando contra un miembro de la Orden del Fénix.

—¿Escondiéndote? — habló una voz a sus espaldas. Theodore dio un respingo cuando, al darse la vuelta, reconoció a Rowle, el mejor amigo de su padre — eso no es propio de un Slytherin.

El mortífago le apuntó con la varita y antes siquiera de poder pronunciar el hechizo, cayó lentamente frente a los ojos del Slytherin.

—¿Estás bien? — le preguntó Blaise, aún apuntando con su varita al mortífago recién caído.

Justo cuando se disponía a responder, ambos chicos fueron expulsados por una explosión que se produjo detrás de ellos.

Theodore despertó tres días después de todo eso. Y cuando lo hizo, se enteró de dos cosas que muy en el fondo temía que sucederían.

Exhaló profundamente y continuó con su búsqueda.

—Sé lo que buscas — una voz detrás de él le confirmó que ya no estaba solo. 

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PISLIB n_n

Confía en mi || Harry Potter || Blaise/Theodore || FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora