Cachorros

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*Claude*

Dios dolía mucho, mi estómago demasiado duro, las caderas pulsantes por el estiramiento. Incomodo me levanté dando círculos para luego dejarme caer otra vez, gemí cuando otra contracción recorrió mi cuerpo, el sol aun no salía, solo mi esposo y Katy sabían que los nuevos integrantes de la familia venían en camino, Lucian acariciaba mi cabeza sin hacer ningún ruido, sabía que se sentía impotente.

-te amo Claude- lamí su mano, como quisiera poder besarlo y aferrarme a su cuerpo en estos momentos, Katy entro al cuarto como una sombra silenciosa, ya sabiendo lo que venía dócilmente alce la pata dándole un mejor espacio, sentí sus dedos tantearme suavemente, de un momento a otro lo supe.

Puje suavemente, sin prisas, solo el crepitar de la leña resonaba., perdiéndome un poco en mis recuerdos comparo este parto con el de los gemelos, la tranquilidad que no sentí en eso momento, la seguridad y paz la estaba gozando hoy.

El cuerpecito tibio de mi cachorro se deslizo hasta caer en manos de Katy, sin querer ni tener que recurrir a los más bajos instintos, ella corto el cordón con unas tijeras y tiro la placenta en un balde. El poco pelo era blanco, los ojitos aun cerrados, fue puesto en manos de Lucian que lo acuno contra su pecho calmando los débiles chillidos.

Dos cachorros más salieron de mi vientre, ambos blancos igual que su hermano, el ultimo una niña que era más pequeña que sus hermanos y para mi temor tardo unos minutos en llorar.

Los primeros rayos de sol estaban saliendo cuando Katy cerró la puerta tras de sí, solo después de darme un exhaustivo chequeo. Ya ahora sin pelaje y con solo dos piernas, me acurruque junto a mis pequeños que tardarían algunos meses en tomar forma humana.

Las bolitas de pelo se pegaron a mi piel buscando calor, los tape bien con la sabana hechas con una resistente piel de oso, la mano de Lucian se coló hasta posarse sobre mi estómago aun un poco inflamado.

-son hermosos Lucian- fue mi primera palabra en meses, acaricie a mi niña atrapando su suave patita entre mis dedos.

-son muy pequeños- se quejó mi esposo en cambio- supongo que lo sacaron de ti- burlo luego.

-idiota- gruñí- será mejor que memorices estos bebés porque serán los ultimo que veas además de tu nietos-

- lo mismo dijiste con Steven y henos aquí – iba a contestar cuando el chillido de un pequeño me distrajo, con delicadeza lo tome acercándolo a mi pezón que desde hace rato había comenzado a gotear, la golosa boquita se aferró recargando sus patitas contra mi pecho.

-tengo sueño Lucian- suspire recargándome contra el pecho de mi esposo. El se reacomodo para una mejor postura dejándome dormir contra él.

*Godric*

Trato de no moverme demasiado disfrutando de la vista. Las cortinas aún siguen cerradas, la nieve a disminuido considerablemente y por la mañana ya se es posible observar algunos rayos de sol, la leña se apagó hace horas dejando un poco fría la habitación, Malin se aferra a la almohada, el largo pelo rosa cae por sus hombros, los cuernos me mantienen alejado de él, es tan hermoso, el camisón de lana le cubre todo el cuerpo, pero no logra ocultar el vientre hinchado, en estos quince días ha crecido bastante.

La doctora que vino, una vieja duende de perturbadores dientes puntiagudos, declaro como milagro que el bebé siguiera vivo, el excesivo uso de magia al que recurrió Malin pudo haber causado que su cuerpo lo rechazara para poder quitar un peso extra., por suerte no fue así, pero por lo tanto Malin tenía estrictamente prohibido usar cualquier tipo magia hasta después del embarazo, que para celos de mi gemelo solo duraba cinco meses.

AÚLLA CONMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora