Gato Negro

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Tres días después le mi llegada a la Gran Bretaña, caminaba entre los transitados caminos del este de Londres en el frio invierno de 1835, el clima y las personas hacían sentir el día como uno de febrero, y no fue hasta que llegue a la capital inglesa donde me di cuenta que realmente era así, una ciudad hermosa y enorme repleta y rebosante de una arquitectura singular de la época con vestigios de la edad media, una metrópolis del comercio, la abundancia, la elegancia y la vida nocturna, en una de sus calles compre uno de los mapas actualizados de los caminos de Inglaterra que conservo hasta el día de hoy, fue de vital importancia ya que gracias a el pude seguir avanzando, recuerdo que ese día decidí pasar la noche en uno de los altos hostales de las largas avenida londinenses resplandecientes a la luz de la luna que se dejaba ver por retazos entre las nubes espesas y negras, esa fue una de las noches más largas que había vivido desde que había llegado a este mundo, repleta de pensamientos burdos y vagos, que me hacían pensar en escenarios posibles a los que podría enfrentarme, tal fue el insomnio que sentía tirado en la cama junto con el murmullo de las personas que pasaban a altas horas de la noche por fuera del hostal que decidí levantarme, con una vela en la mano y una bata larga color carmín que casi me cubría los pies descalzos, Salí de mi habitación y baje por una larga escalera semicircular de madera tornada, un gato negro paso a media marcha por el lado mío y casi tropecé con él, en la recepción del hostal había un piano negro de cola, gigante, me llamo la atención cuando me registre, se veía como un instrumento delicado y muy elaborado, me acerque a él y me senté en el banquillo, estuve un largo rato mirando la tapa que cubría la teclas, tratando de dejar mi mente en blanco por un rato, en ese entonces, sentí que una persona se sentaba al lado mío en el banquillo del piano, se trataba de una anciana, ya de bastante edad para un humano, quizá entre uno 85 y 90 años, entre mi pensé, ya es muy tarde para que una anciana este despierta y deambulando por el edificio, entonces ella con una gastada pero tierna voz , me miro y me dijo. – No sonara si solo lo miras, tienes que levantar la tapa y colocar tus dedos sobre las teclas, ese es el primer paso - yo le quede mirando y le respondí, -no se tocar muy bien, tengo algunas nociones y algunas memorias de un par de notas - ella mientras tocaba una balada agradable en la parte de los graves del piano, me decía sin quitar la vista del frente.– Parte de la música es simplemente intuición y sentimiento, la técnica viene después con los años, si tienes tus emociones a flor de piel y no tienes miedo en demostrarlas, pues este tu instrumento, vamos acompáñame con esta parte, es muy sencillo – me decía ella mientras tomaba mis manos y las colocaba en la posición que debía ir, mientras me seguía diciendo .-Vamos veras que simple es, generalmente las personas le tienen miedo a las cosas complejas y enrevesadas, como un piano, es un instrumento muy preciso y esta minuciosamente construido, para que, pues para las mismas personas, para deleitarlas y hacerles sentir un rato de agrado escuchando melodías que pueden salir de tu mente o que puedes interpretar, el talento no está en tus manos topes, si no en tu cabeza, eso es lo que importa – Es lo que seguía relatándome la anciana mientras me enseñaba y me corregía, y mientras ella tocábamos alegres melodías le respondí.- Eso es verdad, las personas evitan lo que no conocen, a veces por miedo al fracaso o quizá a veces por no entender cómo se producen, siempre se desvinculan de lo nuevo porque encuentran comodidad en lo que ya practican, de una manera u otra casi siempre es así -. Eso pensaba y decía mientras alejaba mis manos del blanco teclado del piano, ella me miro y me dijo mientras también dejaba de tocar.- Claro que es así muchacho, aunque a veces eso es irrelevante, no importa mucho si el mundo o las personas viven con miedo o con dolor o con pasión, si al final tienes una buena balada los problemas y lo mundano simplemente se quedan en el halo de lo terrenal y lo material, aquellos problemas no alcanza a tu mente inmaculada, y por eso lo bueno de la música es que todo tu cerebro se enfoca en ello, hace que apagues el mundo por un ratito y solo seas tú y la melodía, pero bueno, parece que tu no eres de los que se desconectan tan fácil de lo mundano, al parecer eres más como alguien que reprime su emociones, las guarda en el fondo de su ser, para luego dejarlas salir de un solo y gran estallido, eres más como un pintor o un dibujante, gente melancólica pero talentosa.- Decía la anciana mientras se reía, me hiso mucha gracia lo que dijo, la miraba y ella se veía como una persona que había vivido y experimentado bastante del mundo, en ese momento sobre piano comenzó a pasearse un hermoso gato negro angora, ella lo quedo mirando y le dijo.- Con que ahí estas viejo peludo -El gato se recostó sobre el regazo de sus piernas y con unos ojos amarillos enormes y profundos me miraba fijamente, algo singular tenía la mirada de ese extraño gato, no lo sé pero era bastante peculiar, no sabría cómo describirlo, pero era como una sensación reconfortante pero a la vez un poco hostil. Luego una vez que el gato dejo de mirarme, la anciana lo dejo sobre el piano en donde se quedó sentado y quieto, saco de su bolcillo una moneda dorada antigua y muy grande, la cual tenía una águila en ambos lados, con alas extendidas apunto de emprender el vuelo, ella puso la moneda sobre mi mano y la cerro, levanto su rostro y tiernamente y siempre sonriente me dijo.-Esta moneda se la gane a un viejo irlandés en un bar de Francia hace ya muchísimos años, según él dijo que se la había robado a aun duende, quizá sea verdad, me ha traído mucha suerte en varios de mis viajes, quiero que la tengas y la guardes, como un recordatorio de que a veces es más fácil emprender el vuelo y dejar atrás lo mundano, de que a veces hay que levantar la mirada, tratar de no ser terco ni cabeza hueca y que siempre es mejor mirar el panorama desde arriba, eres un niño muy especial y seguramente le darás un mejor uso que yo a esta moneda – Eso fue lo que me recalco la anciana mientras se paraba del banquillo y tomaba a su gato entre sus brazos, luego se despidió, dándome las buenas noches y caminando lentamente hacia el fondo del pasillo.

Al día siguiente me levante muy temprano, despertado por la poderosa luz del sol ascendente que enrojecía las cortinas de la habitación, me vestí y me abrigue muy bien, me dirigí rumbo a uno de los comedores ubicados en la parte baja del hostal, para desayunar y poder seguir con mi travesía, había muy poca gente entonces, lo cual no me impidió disfrutar de una de las cosas que más me gustaban de este mundo, el tomar un desayuno contundente a la luz de un amanecer era un capricho como humano y pero nada relevante para un ángel, una vez que termine de comer, me levante de la silla y me dirigía rumbo a la salida, y desde lejos al otro lado del pasillo sobre la mesa de la recepción estaba ese gato, mirándome, no me quito la vista ni por un segundo mientras caminaba a lo largo del pasillo, pase frente a él y casi antes de salir, escuche la misma voz de la anciana de la noche anterior. –Espera un poco niño, se te olvida algo – Volteé para ver y encontrarme con ella, pero no la vi por ningún lado, solo estaba el gato sentado sobre el mesón meneando su cola, empecé a mirar a mi alrededor, y de pronto la joven recepcionista apareció tras el mesón, fue raro por el hecho de que me había parecido escuchar la voz de aquella señora, luego la niña me dijo. – Espera, alguien dejo algo para ti – ella saco de entre los compartimentos del mueble un bolso de cuero, y lo puso sobre la mesa, le pregunte que quien había dejado ese bolso, ella me dijo que una anciana se lo había pasado para que ella me lo diera a mí, en su interior habían varias hojas en blanco y un set de lápices de carboncillo y grafito, fue un pequeño momento de alegría ya que sabía quién me lo había obsequiado, le dije a la recepcionista que le diera las gracias de mi parte a la anciana, mientras el gato permanecía quieto y miraba todo lo que yo hacía sobre el mesón, me despedí de ella y camine hacia la puerta de salida, con un intenso escalofrío en la espalada, abrí la puerta lentamente y pues, nuevamente.- Adiós niño – Volví a escuchar la voz de la anciana y volví a voltear para ver si estaba ahí nuevamente, pero no, solo estaba el gato negro mirándome y moviendo su cola lentamente, la recepcionista ni siquiera parecía como si me hubiese hablado, y así tras la penetrante mirada de aquel felino Salí del hostal, pensaba que definitivamente habías sido algo muy raro lo que acababa de suceder, pero en fin logre enfócame de nuevo y seguir con mi objetivo, camine un par de calles, comenzó a hacer frio por lo que metí mis manos en mis bolcillos y encontré la moneda que me había dado aquella anciana, recordé lo que me dijo, pensé por un rato con algo de remordimiento por todo el tiempo que había perdido, tenía mucho de razón no podía darme el lujo de seguir caminando y avanzando lentamente, cambie mi perspectiva y si es verdad que el panorama se analiza mejor desde lo alto, así que sin dudarlo en uno de los tantos callejones de Londres volví a abrir mis alas después de mucho tiempo y emprendí el vuelo, y así volé sobre los cielos de Londres hacia el norte, consciente de que realmente era lo que debía hacer y sobre todo a gusto de lo que soy sin negar mi verdadero ser, pues eso es solo que importa cuando encuentras la melodía correcta.

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