Lazos

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Frio, es lo que sentía y seguía sintiendo desde que Salí de Londres mientras planeaba entre las suaves y oscuras naves, nunca el frio me había calado tan intensamente mientras volaba, en cuanto vi un claro entre los árboles baje para tomar un descanso ya había viajado más de hora y media, estaba exhausto y agotado por el peso extra que llevaba, había pasado Cambridge y Stamford no hace mucho y me encontraba cerca de lo que hoy se conoce como Lincoln, al parecer no había podido cubrir grandes distancias de la manera más eficiente, sentía que necesitaba planificar de buena manera el viaje para no morir de hambre, de frio o de sueño en medio de la nada, decidí establecer pequeños puntos de referencia en el mapa los cuales no quedaban a más de cuatro horas entre ellos, todo esto con el fin de abastecerme de provisiones para lo que me quedaba de travesía, mientras pensaba en los lugares estratégico a los cuales acudiría caminaba por un angosto sendero en medio de un frondoso bosque de robles y olmos, al final este se habría apuntado a un campo verde y parejo de pasto húmedo y largo, y luego de caminar por casi dos horas, sentía que me había perdido cuando de repente en la lejanía se escuchaban el eco de unas campanas entre los cerros, y al cruzar una enorme colina se dejaba ver una pequeña aldea en medio de los bosques y prados, por lo que me dirigí hacia allá.

En cuanto llegue note que era un poblado muy modesto instalado en la mitad de un valle y muy cerca de un rio, ya era medio día y varias personas entraban a la iglesia, era día de misa, domingo, y mientras algunos se encerraba por una hora dentro de un edificio de madera, otro puñado de personas seguía con su vida normal, seguí caminando hasta que llegue a una especie de mercadillo, atendido por una anciana que quebraba mazorcas con un enorme cuchillo rectangular, me detuve en frente ella, la anciana levanto la mirada y exclamo - En que le puedo ayudar joven -.A lo que yo le respondí - Me gustaría comprar una manzana-. Ella detuvo su oficio, tomo una con su mano la más verde y redonda, y me la lanzo, yo la detuve, mire el fruto un poco confundido, ella luego se rio y me dijo - No te voy cobrar una manzana niño, aparte te ves muy cansado y hambriento, se ve que vienes de muy lejos, y también se ve que eres buena persona, fuerte y sano, muy bien esto es lo que harás, ve al final de la calle la última casa de doble piso a la derecha, ahí te darán comida di que vas de parte de Meredith y quizá si tienes suerte puede encuentres algo mucho mejor-. Me respondió la señora mientras sonreía traviesamente, aun confundido le agradecí por la manzana y la hospitalidad, con ese gesto note que la gente de este pueblo era muy humilde y amable, valores que en ese entonces era muy raro encontrar en la personas, así camine por un largo trecho hasta el final de la calle, notando en el camino que gran parte de las casa en sus dinteles o en sus fachadas tenían mucha presencia celtica, al igual que en las personas varios de ellos con nombres de origen celta. Una vez que llegue a aquella casa sugerida por la anciana, toque la puerta y me abrió una joven muy hermosa, de tés clara, ojos verdes y cabello rubio, de no más de 18 años, y seguido de un silencio bastante incomodo antes de que ella dijera una palabra, le dije que era un viajero y que venía de muy lejos, que había hablado con una señora que se apodaba Meredith en el mercado que estaba entrando al pueblo y que ella me había enviado hasta acá, ella sonrió tímidamente y con una sube voz me dijo - Ella es mi abuela, veo que aún sigue con lo mismo de siempre, por siento me llamo Ailish, y tú eres ?- . Me contesto ella mientras acomodaba su dorada cabellera tras su oreja con su mano izquierda, entonces le conteste - Me llamo Lehahiah, y si tu abuela me envió hasta acá, dijo que podrían darme comida, pero no te preocupes si llegue en un mal momento me puedo ir-. Me di media vuelta preparándome para volver por donde venía, pero ella me tomo del brazo y exclamo - No, está bien, has viajado mucho al parecer, pasa te daré de comer, veré si aún queda algo por ahí -. Ella sonriente me hizo pasar a su casa, era muy grande y acogedora, muy firme, de maderos y roca con una gran chimenea en medio de esta, me llamo la atención enseguida una estatuilla de un hombre de cabello largo con unos cuernos de ciervo en su frente, muy similar a la deidad Cernunnos de la cultura celta, y mientras yo admiraba la morada en todo detalle, la joven desde la cocina me hablo y me dijo - Toma asiento, voy enseguida -. Luego de eso ella salió de la cocina con una enorme bandeja de madera en donde llevaba varios platillos como, liebre, patatas, mazorcas hervidas, pan, legumbres, casi llenó las mitas de la mesa con todo lo que llevaba, me preguntaba en mi interior si realmente el hambre se reflejaba en mi de tal manera, una vez que puso todo en su lugar dijo - Si, creo que solo eso había-. En mi interior pensaba, si solo esto hay cuando no hay nadie en casa como será una cena común y corriente cualquier otro día en esta familia, de cualquier forma ella se sentó al lado contrario de la mesa del comedor, me sentía un poco incómodo por el hecho de que me viera mientras comía, me pregunto que como estaba la comida, y la verdad de las cosas es que estaba bastante bien todo, quizá la liebre un poco seca pero no imposible de digerir, una vez que ya no pude comer más di las gracias, pensaba que quizá sería muy irrespetuoso si me iba de inmediato por lo que espere en silencio un rato pero no lo suficiente como para que ella sintiera que yo esperaba algo más, en ese instante luego de un lapsus de silencio ella con su tierna voz aisló la silente planta baja de la casa y me pregunto - De dónde vienes ?-. La pregunta me tomo de sorpresa, que debía contestarle, hace mucho que no recibía esa pregunta de un mortal, pero entre pensares y titubeos, creo que la respuesta estaba más que clara no, mire por una de las ventanas el tibio sol que entraba y aclaraba la habitación, y entonces le conteste- Viajando y de nacimiento, creo que de Egipto, he estado en muchas partes, Turquía, Rumania, Hungría, Grecia, Italia, Francia, Bélgica y ahora finalmente en Inglaterra -. Creí que ella después de escuchar mi extensa travesía me haría una enormidad de preguntas, sobre mi edad, mis oficios, sobre quien soy en realidad, pero no, al quedarle mirando detenidamente a esos enormes ojos verdes por un rato y en silencio, ella me respondió - Y, encontraste lo que andas buscando?-. Me quede pensando porque realmente no sabía que responderle, y le dije - Como sabes si realmente estoy buscando algo? -. Le dije todavía confundido, y ella luego exclamo - Cuando alguien encuentra lo que busca, se detiene no por el hecho de dejar de buscarlo sino porque quizá le encuentro sentido a las cosas, para alguien tan joven como tú que has estado en tantas partes, que no ha vivido una vida calmada ni estacionaria y siempre de prisa, tal parece que buscas algo que te ha costado mucho encontrar-. Había mucho de verdad en lo que decía, quizá tenía razón, quizá para encontrar lo que realmente buscaba debía detenerme por un momento y pensar, pero entones a pesar de todo volví a levantar la mirada y le dije - Quizá es verdad, aun así después de todo siento que tengo que seguir buscando, fue una promesa que le hice a unos de mis hermanos-. Fue lo que le conteste mientras ella se paraba de la silla y caminaba en dirección hacia la chimenea, volvió a sonreír tomo una madeja de lana con un tejido a medio hacer se sentó y siguió tejiendo y me contesto - Bueno, cada uno sabrá la fortuna que le espera, si te quieres quedar, en frente hay como una especie de posada para los viajeros, puedes dejar tus cosas aquí si gustan, nadie te robara nada las personas en este pueblo son gente honrada y muy honesta-. Decidí tomarle la palabra, deje mis cosas en su casa y salí a recorrer el lugar, y la verdad es que mi curiosidad era muy grande, me intrigaba el hecho de saber por qué este pueblo tenía tanta influencia celta, así tome mi bolso con carboncillos y mis hojas en blanco, abrí la puerta pero antes de salir, me detuve y le pregunte a Ailish.- Por cierto cuál era la idea que tu abuela tenía en mente al enviarme hasta acá, sigo sin entender esa parte-. La joven me miro y entre risas me dijo- Pues, buscarme un esposo, ha estado con eso desde que cumplí los dieciocho-. Un poco cohibido y sonrojado y quizá un poco desconcertado como cualquier persona que experimenta algo por primera vez, sin decir nada cerré lentamente la puerta de su casa, camine por la calle principal hacia una especie de almacén que estaba en medio del pueblo y en frente de la iglesia, me senté en las escaleras, pensé, sonreí y comencé a poner en marcha el carboncillo a ver si mi mente se aclaraba un poco, después de todo merecía un poco de paz y tranquilidad.

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