Capítulo 8

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-¿El novio?-Se burló el moreno al ver la sonrisa bobalicona que la morena le mostraba a la pantalla del móvil. La verdad es que le estaba costando un mundo mantenerse de pie con las muletas y la cerveza de una mano y el móvil en la otra. La pierna buena empezaba a cansarse, pero no podía tardar en responder al mensaje, no después de haber estado esperándolo toda la noche.

-Que te den, estoy demasiado contenta como para responderte mejor.-Le mostró una sonrisa totalmente forzada y le devolvió la cerveza.-Quédatela, no quiero más. Pero gracias.-El moreno la miraba con el rostro inmóvil y una mirada tan profunda y seria que asustaría a cualquiera, salvo a la Ava ebria. A esa solo la asustaban las arañas, romper demasiado sus horarios y el imbécil que la atropelló.

-Genial.-Dijo con un tono sombrío mientras arrebataba la cerveza de su mano y se la bebía de un solo trago. Se dio la vuelta y se fue, dejándola sola y sin entender qué acababa de pasar. Ella no había querido ofenderle tanto como para que se fuera.

¿Dónde había quedado la sonrisa trident y las bromas?

Su móvil volvió a vibrar, era McKellen. Otra vez.

*Estoy llegando. He quedado en la puerta en cinco, ¿te pasas?*

Los nervios empezaban a hacerse eco por encima del alcohol. Iba a ser la primera vez que lo viera sin ser su doctor, de hecho iba a ser la tercera pero la primera de una manera no clínica.

¿Qué se suponía que debía hacer?

Responder sería lo más inteligente y principal. Pero realmente estaba empezando a estar cansada así que volvió a guardar el móvil y se dirigió a las escaleras.

-¿Dónde vas?-La voz de Paul le llegó desde el lado derecho. Le pasó una mano por la cintura para acercarse un poco más a su oído.

-A las escaleras. Me duele un poco.-Le respondió, sintiéndose un poco incómoda con la situación. ¿No se supone que debía ser su primo el que se sintiera responsable de ella?

-Guay, dame eso.-Le quitó una de las muletas y se puso frente a ella, dándole la espalda.-Sube, seré tu transporte esta noche.-La morena no pudo evitar reír sin estar segura de hacerlo o no. Finalmente le hizo caso y se las arregló para trepar a su espalda sin golpearle con la muleta restante.

El castaño la llevó en la dirección contraria a la que ella había previsto, sacándola de la fiesta y llevándola a la calle. El aire le azotó el rostro con suavidad mientras el chico la dejaba con delicadeza en una especie de banco improvisado con unas sillas viejas y una tabla que alguien había tenido la genial idea de construir.'

-¿Por qué hemos salido?-Preguntó ella mientras dejaba las muletas a un lado y respiraba con pesadez.

-Pensé que te vendría bien.-Se encogió de hombros.

-Bien.-El silenio se apoderó del ambiente, exceptuando, claro, el ruido del gentío y de la música del almacén.

-¿Por qué has venido? No creo que sea un sitio muy de tu rollo.-Escupió al fin. Ava frunció el ceño.

-¿Perdón?-Le había sentado como una patada en el culo. Y más viniendo de él, que había sido tan simpático durante toda la noche.

-No, no lo tomes a mal. Es sólo que...-Se calló y miró hacia el almacén, como si quisiera cerciorarse de que seguía allí. O de que nadie estaba escuchando la conversación.

-¿Qué?

-No tienes ni idea de todo lo que se mueve ahí dentro, ¿no?

-¿Las pastillas? Claro que lo he visto, no estoy ciega.

NO SOLO UN BOXEADOR ||Pausada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora