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Nunca se había sentido así, es decir, había sido su cumpleaños y se suponía que debía estar feliz

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Nunca se había sentido así, es decir, había sido su cumpleaños y se suponía que debía estar feliz.

Pero no.

Unos días atrás le había mandado una invitación a Nick.

Ni si quiera sabía para qué lo había hecho. Pero lo hizo.

Él no fue. Y aquello le dolió demasiado. Más de lo que esperaba.

—¿Qué tienes cariño? —preguntó su padre, sentándose en el borde de la cama—. Te veo triste.

—No es nada, pa, solo estoy cansada por la fiesta.

—Y por eso estabas llorando. Claro. Es por un chico, ¿no? ¿Un novio?

—¡Pa! —Sídney se cubrió el rostro con la almohada.

—Sabes que puedes confiar en mí —suspiró—. ¿Qué pasa? ¿Se pelearon?

—No. Algo peor que eso. Dijo que yo no le gustaba.

—¿Cómo se llama?

—Nick.

—Pues creo que ese Nick es un imbécil.

—Sí, yo también lo creo —dijo Sídney, riendo—. Pero lo quiero. Pa... vámonos de este pueblo, por favor.

—Síd, sabes que no puedo hacer eso.

—Es que no quiero verlo más.

—Tendrás que acostumbrarte, cariño. La vida es así. No siempre se puede huir. Ya conocerás otros chicos, y te olvidarás de él.

—Sí, claro... Pa, crees que estaría mal si voy a hablar con él. Es que hay cosas que no comprendo.

—Sídney.

—Pa...

—Bien, dónde vive. Yo te llevo.

Sídney se levantó de la cama y se colocó un abrigo.

—En el centro. En la floristería.

Su padre alzó las cejas.

—¿En la floristería?

—Sí.

—Dijiste que se llama Nick el chico, ¿no?

—Sí.

—¿Tiene el cabello muy rubio?

—Sí. ¿Lo conoces?

—Es mi paciente.

—Tú paciente.

—Sí, dime algo. ¿Nick te habló de su enfermedad?

—¿Nick está enfermo? —la voz de Sídney tembló.

Su padre suspiró y el corazón de Sídney se aceleró a un más.

—Siéntate, cariño, tengo que explicarte algo.

Sídney se sentó.

—Verás, Nick tiene una enfermedad degenerativa de la retina. Su campo de visión se reduce muy rápidamente. Más rápido de lo que usualmente sucede en pacientes con esa enfermedad. Dime algo, se lleva los objetos por delante, ¿no?

—Sí —murmuró Sídney.

—Eso pasa porque no los ve. No tiene visión periférica. Solo una visión en forma de túnel. Y por las noches es mucho peor, casi no ve nada.

—¿Qué quieres decir con eso?

—El quedará ciego, Sídney.

—El quedará ciego, Sídney

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(COMPLETA) Cinco meses para decirte adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora