Invierno

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Luego de aquella primera vez en que nuestros labios se tocaron, todo cambió, estaba enamorado y a pesar de la distancia no podía dejar de pensar en él. Es que este verano había sido mágico, estuvimos juntos por poco más de un mes, pero cada minuto a su lado fue hermoso, caminar juntos de la mano, pasar el rato en el parque mientras mi hermano pequeño jugaba, pasear por la playa, mirar las estrellas por las noches y besarnos hasta que nuestros labios dolieran, lo amaba y no tenía ninguna duda de ello.

A pesar de lo pequeños e inmaduros que podíamos ser, ambos teníamos claro que una vez que yo volviera a Seúl, lo nuestro se terminaría, ambos debíamos volver a estudiar y no teníamos el suficiente dinero para llamarnos seguido o poder viajar para vernos, pero no importaba, al siguiente verano nos veríamos de nuevo y volveríamos a estar juntos, yo lo sabía, así que solo tachaba los días en el calendario para que llegara diciembre y poder ir de nuevo a Busan a la casa de mis abuelos.

Estábamos próximos a navidad y yo por primera vez en mi vida no estaba interesado en los regalos o en la fiesta en sí, estaba emocionado porque faltaban menos de dos semanas para irme a Busan. Había tenido pocas noticias de Jungkook durante el año, pero para mí fue suficiente para mantener vivo mi amor por él, seguíamos amándonos, yo se lo decía cada vez que podía enviarle un mensaje robado desde el celular de mi padre y el me correspondía cada vez que ahorraba un poco de dinero para enviarme un mensaje de vuelta.

Terminé de ordenar mi cuarto lo más rápido posible, necesitaba salir y encontrar a Jungkook, abrazarlo y besarlo, sabía que no podía ir a su casa a buscarlo, pues sus padres me odiaban desde la primera vez que nos encontramos por casualidad en la ciudad y nos vieron tomados de la mano, pero sabía que él podía estar en el parque o en la playa, quizás con un poco de suerte no me demoraría tanto en encontrarlo. Corrí al parque y miré por todos lados, no lo vi por ninguna parte, luego fui a la playa, a nuestro lugar especial, pero tampoco tuve suerte, iba caminando de regreso, pensando donde más podía buscar y lo vi, venia caminando en mi dirección, mi corazón comenzó a golpetear como loco en mi pecho. Estaba igual de delgado que la última vez que lo vi, pero mucho más alto, estaba incluso más alto que yo, su cabello estaba largo y sus ojos seguían tan hermosos como siempre, sonreí y de a poco comencé a acercarme hasta el, hasta que me vio, poso sus ojos en mí y corrió a mi encuentro. Nos abrazamos tan fuerte, un abrazo que me compuso por completo, que hizo que toda la maldita espera valiera la pena, no esperé un segundo más y lo besé, como muchas veces había soñado a solas en mi cuarto, solo que esta vez era real y era infinitamente mejor a como lo recordaba.

- Minnie volviste, mi bebe, mi patito, te extrañé tanto y por fin estas aquí.

- Si Kookie, volví hace apenas dos horas, ordene mis cosas y salí a buscarte, necesitaba tanto verte amor, te extrañe demasiado.

- Pero ya estás aquí bebe, ya estás aquí conmigo y no te soltaré en todo el verano, aprovecharé cada segundo contigo.

Yo no podía más de tanta felicidad, nadie me hacía sentir como Jungkook, luego de estar con él, conocí un par de chicos en Seúl, nos besamos y hasta tuve una corta relación con uno de ellos, pero no era lo mismo, no se asemejaba ni por asomo a lo que Jungkook me hacía sentir.

Estábamos a mediados de enero y hasta el momento estas habían sido las mejores vacaciones de mi vida, todo mi grupo de amigos se había vuelto a juntar y yo estaba junto a mi Kookie, todo era perfecto, como estábamos más grandes, de vez en cuando nos íbamos de fiesta o a veces simplemente nos juntábamos en la casa de Tae o en el parque a pasar el rato. Con mi conejito siempre buscábamos la oportunidad para escaparnos y estar solos, muchas veces las hormonas nos invadían y los besos comenzaban a ser más subidos de tono, mis manos no tenían control cuando se trataba de él, mi boca añoraba conocer todo su cuerpo, besaba la hermosa y suave piel de su cuello, sus clavículas, sus orejitas, este chico me hacía perder todo mi autocontrol, pero aún éramos demasiado pequeños para llegar a algo más, a parte yo quería que nuestra primera vez fuera especial, no tenía la menor duda de que la primera vez que me entregara a alguien, esa persona seria mi Kookie, por eso quería que fuera hermoso y romántico.

Comenzaba febrero y era el último mes que me quedaba de estancia en Busan, pero Kookie andaba raro conmigo, me esquivaba y yo no entendía porque, no sabía si había hecho algo para molestarlo, pero me confundía de sobre manera. Ya me quedaba poco para irme, yo quería seguir disfrutando a su lado hasta el último segundo. Nunca olvidaré esa tarde, cuando lo vi en el parque conversando animadamente con un chico, Tae, Yoongi y Nayeon estaban un poco más allá, me acerqué a saludarlo pero casi no me hizo caso, no me besó y no me miró, me sentí tan incomodo y fuera de lugar que preferí ir con los chicos, me sentía triste y ellos pudieron notarlo altiro al ver la situación, yo había visto a ese chico un par de veces antes, pero nunca había conversado con él, no sabía de donde había salido y no me importaba, ya lo odiaba, solo quería que se fuera y que dejara tranquilo a mi Kookie. De un momento a otro ellos se pararon de la banca donde estaban sentados y se fueron, Jungkook no se despidió de mí y yo comenzaba de a poco a comprender la situación. Mi cabeza proceso todo tan rápido hasta llegar a la conclusión que me estrujó el corazón, le gustaba ese chico y no había nada que yo pudiera hacer al respecto. Mis amigos al notar la situación intentaron distraerme y hacerme reír, yo intentaba de verdad componer mi ánimo y reírme, pero mi mente solo podía pensar en Jungkook yéndose con ese chico. Para dejar de pensar en eso decidimos ir a dar una vuelta a la playa, necesitaba despejar mi mente, nunca imaginé lo que iba a suceder a continuación, ahí estaba Jungkook con ese chico, se estaban besando en nuestro lugar especial en la playa. El mundo se me vino a los pies, solo quería salir corriendo de ahí, no quería que me viera, no quería interrumpir, no quería que me viera llorar, pero mis pies y mi cuerpo no respondían, yo solo podía quedarme ahí como imbécil siendo espectador de como mi novio me era infiel. Cuando mis amigos se percataron de lo que ocurría y como mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, Tae me abrazó tapando mi visión de la escena que me estaba rompiendo el corazón y me saco de ahí. Me dieron mil palabras de aliento, de que no valía la pena llorar por él, pero yo no podía poner atención a nada, la escena se repetía una y otra vez en mi cabeza torturándome, rompiendo mi corazón en mil pedazos, no podía creer que mi Kookie, que mi conejito había sido capaz de hacerme algo tan horrible. Esa noche lloré, lloré como nunca había llorado en mi vida, lloré hasta que mi cabeza dolió y mis lagrimas se secaron, lloré hasta dormirme mientras el sol iluminaba mi habitación por la madrugada. De cierta forma entendía a mi Kookie, ese chico era bastante guapo, se veía maduro, alto y fornido, no como yo, que era pequeñito y tenía el cuerpo de un niño, mis facciones eran de un bebe y mis mejillas regordetas, odiaba mi maldita sonrisa, era obvio que mi Kookie se fijara en otro chico. Pero... si entendía todo eso a la perfección, por qué dolía tanto? Por qué mi pecho se apretaba cuando los recuerdos volvían a mi mente? No lo sabía, no lo entendía, solo quería que el maldito dolor pasara. Sabía que si hablaba con mi Kookie podríamos arreglarlo, podía cambiar, podíamos volver a ser los de antes, no podía perder las esperanzas, no debía rendirme, no con mi Kookie, no con mi primer amor, tenía que luchar, pero me sentía tan débil, tan lastimado, que gran parte de mi ser solo quería escapar, volver a casa y no salir de mi cuarto nunca más.

Habían pasado dos días, los dos días más largos de toda mi vida, no había salido de mi casa, no quería saber si Jungkook aún se paseaba con ese estúpido chico por la ciudad y hacían las mismas cosas que nosotros en algún momento también hicimos. Amaba a Jungkook, diablos lo amaba más que a mí mismo, pero tenía tanto miedo de luchar por él y ser rechazado, que preferí huir, debía irme lejos, debía volver a Seúl lo antes posible para no exponer nuevamente a mi frágil corazón. Llamé a mi madre y le rogué para que me dejara volver a Seúl, solo le dije que ya estaba muy aburrido en Busan y que los extrañaba, que extrañaba a mis amigos, le agradecí al cielo que accedió. Al día siguiente ya estaba arriba de un bus camino a mi hogar.

No me despedí de nadie, simplemente desaparecí.

With Love, Amy

The Gray SummerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora