1.
"Esta oscuridad... todo está muy oscuro, no sé dónde estoy" así ha sido desde que tengo memoria, no sé cuándo exactamente pero estoy segura de que no siempre he estado aquí, quiero salir, quiero que me digan porqué me tienen encerrada, en una habitación tan oscura y pequeña. La única luz que tengo es la de una pequeña puerta de madera en la pared cerca del suelo por la que pasan un plato con algo de arroz y un vaso de barro sucio lleno con agua hasta la mitad.
Esta mañana ya había recibido mi ración, la pasaron por la puerta cerrándola de nuevo de inmediato, no entiendo nada, no sé quién soy yo, no conozco mi apariencia ni tampoco he escuchado mi propia voz.
Todos los días me acurrucaba en un rincón a terminar el arroz bocado a bocado dejando pasar el tiempo, pero hoy tuve un presentimiento muy fuerte. Me acerqué a rastras a la puerta y pegué mi oreja contra su astillosa superficie, ya había hecho eso hace tiempo pero, por primera vez escuché que había alguien hablando.
Agudicé mi oído y logré distinguir, no era un "alguien", se escuchaba claramente cómo hablaban dos personas, logré descifrar algo conforme escuchaba.
-... ¿Cuánto sería?-
-Serían $100,000 pero está seguro que quiere la 151? Cuando la trajimos luchaba mucho y era muy testaruda, si sale de su confinamiento solitario puede que vuelva a enloquecer, créame, sólo le causará problemas.-
-No me importa, ya tomé mi decisión-
Escuché.
Se oían pasos viniendo hacia mí como en las veces que me alimentaban, pero sabía que era algo diferente, nunca venían 2 veces en el mismo día.
Retrocedí enseguida al escuchar el sonido de unas llaves justo al otro lado de mi puerta. Se escuchó un horrible chirrido y poco a poco una puerta de metal que abarcaba media pared se abrió, mi habitación se fue iluminando de una luz cegadora que me impidió ver más allá de la sombra de un hombre acercándose a toda prisa.
Sentí como me obligaban a pararme para ponerme una especie de collar metálico en el cuello y amarrar mis manos por delante de mí. Me taparon los ojos con una venda antes de hacerme caminar hasta la salida del cuarto oscuro.
A cada paso que daba mi miedo crecía aún más, estaba aterrada, nunca había salido de ese cuarto, y ahora me sacaban como se les placía la gana. Pero, recordé, desde el principio quería salir de ahí, aunque ahora no estoy muy segura.
El suelo se sentía muy frío y quien me estaba jalando del collar me lastimaba el cuello. No me hicieron caminar mucho, pero el dolor del aro de metal raspándome la piel y pesándome en el cuello hacía de ese pequeño tramo una eternidad, sin mencionar la rigidez de mis piernas que dolían a cada paso que daba, realmente había estado ahí adentro por mucho tiempo. Recuerdo que después de un rato comencé a sentir una brisa de aire en mi rostro, me congelaba un poco pero se sentía muy bien. Quien me jalaba me tomó del cabello y me tiró al interior de un vehículo con brusquedad mientras yo sólo hacía gestos de dolor.
La puerta se cerró detrás de mí y unos segundos después escuché como arrancaban el vehículo.
No pasó mucho tiempo cuando la persona que conducía orilló el auto un poco después de habernos alejado del lugar por la carretera. Escuché como apagaban el coche y el conductor bajaba a prisa para en seguida abrir por fuera la puerta más cercana a mí.
No me lo esperaba, pero... antes de darme cuenta unos brazos apacibles me abrazaban con mucho más cariño que fuerza. En mis oídos empezó a resonar el sollozo de un hombre, éstos provenían de aquella persona, aquella que me sostenía en sus brazos ahora estaba llorando en mi hombro.

ESTÁS LEYENDO
151
Teen Fiction"Recuerda" la ha estado atormentando desde que esos pequeños fragmentos volvieron a ella. Después de haber perdido lo único importante que la mantenía con vida, se perdió a sí misma. Lo único que quería era recuperarlo, remendar lo hecho. Pero había...