3.
-Mejor la guardas bien. Que después podrá servirte.- El tono de voz de Rosell se tornó momentáneamente serio.
Se dio cuenta de mi temblor, así que sujetó mi mano con ambas calmando el movimiento involuntario de mis extremidades.
-También guarda los nervios para después, pasará un tiempo antes de que tengas que usarlo.- De alguna forma esas palabras me tranquilizaron.- Por ahora sólo te presentaré a alguien quien seguro se alegrará de verte.- Me tomó de la mano contraria a la del objeto punzante y me dirigió fuera de la puerta.
Cerró tras de sí.
Pasamos por el sendero que atravesaba el pequeño huerto de frutillas frente a la casa. Comenzando la caminata por la banqueta de la calle, pude darme cuenta de más cosas de aquella ciudad: Extrañamente no había mas que una persona más merodeando por ahí además de nosotros, muy a pesar de ser de día.; Las casas, comercios (cerrados) y demás edificaciones, estaban todas pintadas del mismo color blanco aburrido y bastante mal cuidadas; Parecía más bien un pueblo sin gracia queriendo hacer una burda imitación de ciudad, pues carecía de altos edificios o construcciones elaboradas. Solamente las calles estaban en un estado aceptable, por no decir muy bueno. A los alumbrados públicos sí se les notaba un buen mantenimiento, y la vía pública estaba demasiado bien adaptada para el flujo constante de vehículos ya sean de pasajeros o de carga. Incluso habían marcas de neumáticos a lo largo del oscuro pavimento. Así por todo el lugar.
Caminamos un buen tramo de asfalto antes de llegar a una edificación de dos pisos, tan blanca y deslavada como la casa del chico. Exceptuando que esta otra carecía de huerto o jardín.
Nos detuvimos en la puerta principal. Rosell me soltó y usó los nudillos de ambas manos para hacer un inusual ritmo, al golpearlos contra la madera de la cual estaba hecha. Otros golpecitos al otro lado respondieron rítmicamente en orden distinto. Él volvió a responder con toques diferentes a los iniciales. No había duda. Eso era, en definitiva, una clave.
La puerta se abrió de par en par dejándome ver a un niño con lentes enormes sobre su nariz. Fue lo único que destacaba de él además de las múltiples manchas de grasa y aceite negro sobre sus mejillas, frente, y casi toda su ropa.. Parecía de unos pocos años menos que Rosell y no era más alto que yo. Nos hizo una seña invitándonos a pasar. Aquel lugar era un taller; habían herramientas por todas partes, algunas refacciones de lo que antes eran vehículos, algunas latas vacías, otras llenas de aceite ordenadas en una esquina, el resto desperdigadas por el suelo. Al pasar a un lado del niño, este cerró la puerta y se adelantó a una habitación del interior. Lo seguimos. Allí nos encontramos con una chica de cabello corto y rojizo, trabajando en lo que parecía ser la reparación de algo sobre su mesa. Me di cuenta de que el chico de lentes tenía el ceño fruncido con la mirada fija en mí. Me refugié detrás de mi acompañante.
La chica no despegaba la vista de su trabajo, ni siquiera para reparar en nosotros, quienes hicimos suficiente ruido al entrar como para haberle arrebatado la atención aunque sea por unos breves instantes.
Rosell tosió intencionalmente. La chica reaccionó y de inmediato volteó a vernos. Sólo uno de sus ojos observó atentamente pues el otro lo cubría un mechón de cabello cobrizo tapando la mitad izquierda de su rostro. Miró inexpresiva al par de individuos que habían interrumpido su importante labor.. Desvió la mirada hacia mí. Empalideció en el acto. Su ojo visible se comenzó a cristalizar para soltar un mar de lágrimas al mismo tiempo en que ella corría a abrazarme. Sentí los sollozos y sus mejillas húmedas sobre mi hombro al estar aprisionada entre sus brazos. Tal vez sea por el hecho de que ella estaba llorando tan desconsoladamente, o porque en alguna parte de mí sentía lo que ella en ese justo momento, pero, por alguna razón las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos.
Aún con la vista borrosa, la observé apartarse unos centímetros de mí para tomarme ambas manos. Tenía la cara un poco enrojecida por el repentino llanto y la mirada aún incrédula.
-Chary... ¿De verdad eres tú?- Se notaba el nudo en su garganta.
Al no oír mi respuesta se giró a Rosell interrogante. Antes de poderle formular alguna de las miles de dudas, él solo negó con la cabeza.
-No te recuerda... lo siento.- Dijo en modo de suspiro.
-...entiendo.- Soltó mis manos y me extendió una de las suyas amablemente en modo de saludo.- Soy Zoe, un gusto en conocerte Charlott.- Tomé su mano mientras una sonrisa triste se dibujaba en su rostro.
Intenté responderle.
-...u...h...- A pesar del esfuerzo que hice por mover correctamente la boca, sólo eso logró salir de mi garganta.
Me observó por unos breves instantes más y se dirigió a Rosell.
-La llevaré a casa, como puedes darte cuenta necesita un buen aseo.- Mencionó enrollando distraídamente en su dedo uno de mis mechones sucios de cabello.
-Te la encargo.- Sonrió a modo de despedida y con toda confianza se retiró del lugar dejándome en manos de la chica.
Zoe sólo lo despidió a sus espaldas meneando la mano de un lado a otro.
El chico de los lentes enormes se acercó con recelo a la pelirroja.
-¿Así que ella es la traidora?- Me señaló frunciendo el ceño nuevamente.
-No la vuelvas a llamar así.- Le reclamó en tono seco.- Nunca nos traicionó, yo lo sé.- Declaró con orgullo.
Me tomó del brazo llevándome consigo. No sin antes dirigirse una vez más al chico.
-Si lo hubiera hecho, no estaría en esta condición.- Sin decir más, salió de la habitación conmigo a rastras.
Las únicas palabras de aquél chico me provocaron un escalofrío que recorrió mi nuca.
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Si hay algun error o falta ortográfica por favor avísenme :)
Se los agradeceré muchísimo.
Las opiniones y críticas (constructivas) son bien aceptadas. Dejen su comentario :)
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151
Teen Fiction"Recuerda" la ha estado atormentando desde que esos pequeños fragmentos volvieron a ella. Después de haber perdido lo único importante que la mantenía con vida, se perdió a sí misma. Lo único que quería era recuperarlo, remendar lo hecho. Pero había...