III

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Bambi

- Voy a por mi móvil - avisó Ángela.

- Bien - respondí.

Mientras Ángela iba en busca de su móvil, yo busqué el mío, que de repente había desaparecido de donde creía que lo había dejado. Típico. Bueno, lo encontré debajo de un cojín. En el suelo. Ni idea de cómo había llegado ahí.

- ¡Lo tengo! - dijo Ángela feliz, entrando de nuevo en la habitación sosteniendo un iPhone.

- Uuuh, ¡iPhone twins! - exclamé enseñándole el mío.

Arsa - respondió ella.

- ¿Qué? - fruncí el ceño.

- Nada, expresiones españolas del sur - dijo ella restándole importancia con un gesto de la mano. 

Se sentó a mi lado en la cama, a lo indio. ¡Peter Pan! Hay, cuántos feels. Peter Pan es tan fab. ¡Espera! ¡Que los indios fumaban! No me había dado cuenta. Mal ejemplo para los niños pequeños e inocentes que ven esas películas. ¡Maldito Disney fumador de cachimba!

Ejem, creo que te estás yendo un poco del tema.

Cierto, perdón. Peter Pan es mi pequeña gran obsesión.

- ¡Bambi!

- ¡Perdón! Estaba divagando sobre Peter Pan.

- Ah, entonces te perdono - dijo Ángela riendo.

- Bueno, ¿dónde está ese vídeo tuyo del balón?

- Tú primero.

Bufé y desbloqueé mi iPhone. No me hizo falta abrir Vine, porque ya estaba metida. No me gané mi familla por estar separada de Vine, creedme. Sí, tenía una pequeña fama en Vine y Youtube, y pot tanto también en Twitter. Estaba todo encadenado.

Fui a buscar el vine al perfil de mi hermano, que también se ganó su familla. Empezó con el vídeo que le iba a mostar a mi nueva hermana española. Lo encontré y le mostré la pantalla.

- Este es.

Ángela estuvo tres minutos de reloj riendo sin parar mientras veía sin parar el vine donde yo huía despavorida de Steven, un chico de mi curso que quería morder la mostaza que correspondía a la parte de mis tetas. No corrí tanto en mi vida. 

Ángela me quitó el móvil de las manos y se puso a mirar el vine una y otra vez, cada vez riéndose más fuerte. A la décima, me cansé y le lancé un cojín a la cara. Ella se calló de golpe y me miró estupefacta.

- ¿Por qué me has lanzado un cojín? - me preguntó frunciendo el ceño.

- ¡Llevabas por lo menos diez minutos riéndote de mí! - me quejé.

- Ah, ¿sí? - ella sonrió como una psicópata y agarró una almohada - ¡Pues de esta no te libras! ¡Al ataqueeee!

Y dicho esto, se levantó y empezó a aporrearme con la almohada en la cara. Yo contraataqué dándole cojinazos en las piernas hasta que perdió el equilibrio y terminó cayéndose encima mía muerta de la risa.

- He encontrado una aliada - escuché decir.

Ángela y yo giramos la cabeza a la vez, encontrándonos a Thomas con su móvil (iPhone, of course) en la mano. Ah, no.

- Esto va a Vine - dijo él confirmando mis sospechas.

- ¡Ni se te ocurra! - hablé poniéndome de pie de golpe, haciendo que Ángela rodara.

- Tarde - Thomas se encogió de hombros.

- ¡Maldito!

Me levanté y eché a correr detrás de él, que intentó encerrarse en su habitación pero yo fui más rápida y le trabé la puerta con un pie. Tan concentrados estábamos en luchar por la puerta que no nos habíamos dado cuenta de que teníamos un espía.

Do we wanna know?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora