✨Clavel.✨

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Quizás pasaron dos semanas, dos semanas de dolor eterno, para él y para su madre. 

Ella no pudo más, dejó el mundo, dejando en la tierra su cuerpo inerte, pálido y frío. Era un tronco hueco, ya no había nada dentro. Así que sólo había que cortar el árbol muerto, y dejarlo pudrirse. 

El funeral era lo que procedía. Jeonghan tenía todo listo, pero no quería reconocerlo. Su familia que supuestamente lo estaba apoyando, esperaba en la iglesia. Jeonghan no cree en nada, o por lo menos no en lo que la biblia recita. Así que sólo lo hacía por hacer una ceremonia al gusto de sus tías, hermanas de su madre claro. 

Traía una ropa formal, una corbata, una camisa blanca y unos pantalones negros. No se sentía listo para ir, afrontar todo y escuchar al padre decir las típicas palabras de consuelo. 

Pero de todas formas se movió. Se sentía solo. Las personas que eran familiares suyos y de su madre no le brindaban nada, ni un calor ni apoyo. A parte de los consuelos típicos, "lo siento por tu madre, sabes que está en un mejor lugar". Jeonghan lo sabía, pero no era posible apaciguar el dolor. El dolor no era un trago fácil de pasar. Ellos no lo sabían, por lo tanto no era posible dejarlo ahí mientras todos los demás se lamentaban. Se sentía como la flor defectuosa, la que no sale al sol, y la que no extiende sus raíces bajo la tierra. 

Era la flor equivocada, la flor mal hecha, la que nació mal en la tierra. 

¿Era una flor mala?

Quizás sí era así. No servía ni para poder dar apoyo a los demás integrantes de la familia. Habían incluso primos de segundo grado que conocían a mi madre, y se veían tristes puesto que eran pequeños. No sabía que decirles, ni abrazarlos ni nada. Sólo me miraban con pena, pero nada más. Se sentía incapaz de abrazar a sus tías apenadas. 

Era la flor defectuosa sin duda.

No había botado ni una lágrima, y por eso era llamado insensible. Pero no era por eso, no era porque no sentía nada al respecto. Más bien era el que más sufría, el más doloroso momento de su vida. Sin embargo el remordimiento de ser el más fuerte para aguantar a los demás lo carcomía. 

Sin incluir la conmoción que vivía. Todo lo que veía, se sentía como un sueño. Su vida era un sueño, un vago sueño del cual al despertar no recordaría. Eso quería pensar. El cajón de madera clara, no era real, su madre no estaba ahí dentro. Por  supuesto que no, sus ojos lo estaban haciendo delirar, las imágenes que proyectaban eran una ilusión. Su cerebro estaba creando las imágenes que no eran reales. Rogaba para poder salir de ahí.

—Jeonghan cariño...—Se acercó su tía favorita. La única que en verdad siempre quiso.—Está todo bien ¿Si?—Jeonghan solo suspiró en su hombro, y olió su perfume, era el mismo de siempre. Le recordaba a las navidades que pasaban todos en familia.

—Estás aquí...—Susurró. Se sentaron en una silla, cerca de el ataúd que estaba abierto para darle sus últimos momentos.—¿Qué se supone que tengo que hacer ahora?—Preguntó, sintiendo una caricia en su espalda.

—Seguir con tu vida. Seguir creciendo, ser una persona grandiosa que enorgullezca a tu madre. Eres una gran persona Hannie, no te quedes estancado...—Susurró, mientras otras personas con caras serias conversaban o dejaban ramos de flores a los pies de el ataúd.

—¿Crecer?—Su tía asintió.

—Crecer como persona Hannie.—Se levantó, y acarició la cabeza de su sobrino. 

Se retiró, suspirando y tratando de relajar sus hombros. 

Jeonghan quedó con la cara extrañada. Se quedó el resto de el tiempo disponible, antes de ser llevado a la misa o más bien eucaristía. No se sentía cómodo en la iglesia, de verdad que no. Pero de todas formas esperaba poder hacerlo por la persona que ahora lo cuida. 

-The garden.-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora