El feminismo radical es una corriente feminista que surge en Estados Unidos a finales de los años 60 y continúa en la década de los 70 que sostiene que la raíz de la desigualdad social en todas las sociedades hasta ahora existentes ha sido el patriarcado, la dominación del varón sobre la mujer. Esta corriente se centra en las relaciones de poder que se organizan en la sociedad, construyendo la supremacía masculina, entre otras cuestiones debido al papel reproductivo del hombre y la mujer. Se denomina feminismo radical porque se propone buscar la raíz de la dominación.
Las radicales identificaron como centros de la dominación patriarcal esferas de la vida que hasta entonces se consideraban "privadas". A ellas corresponde el mérito de haber revolucionado la teoría política al analizar las relaciones de poder que estructuran la familia y la sexualidad; lo sintetizaron en un eslogan: lo personal es político. Consideraban que todos los varones y no sólo una élite, recibían beneficios económicos, sexuales y psicológicos del sistema patriarcal, pero en general acentuaban la dimensión psicológica de la opresión. Así lo refleja el manifiesto fundacional de las New York Radical Feminists (1969), Politics of the Ego, donde se afirma: Pensamos que el fin de la dominación masculina es obtener satisfacción psicológica para su ego, y que sólo secundariamente esto se manifiesta en las relaciones económicas.
Las radicales tomaron distancia de los movimientos de izquierdas de los años sesenta, que vinculaban el feminismo al socialismo y la democracia, para extender la lucha contra el patriarcado de lo económico y público a lo social y privado. De esta corriente han derivado, entre otras, el feminismo cultural.