Epílogo: el interludio que no pudo ser

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"Te ves preocupada ¿Qué ocurre?", le preguntó el Noble a la Reina, el Capitán a la General y el Espía a la Joya Divina.

'Me preocupa Vara, No ha escrito ni aparecido en varios meses', respondieron respectivamente y con sus propias palabras.

"Seguramente esta muy ocupada, es seguro que aparecerá cuando menos lo esperes", dijeron ellos, tratando de tranquilizarlas.

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Despertó sin abrir los ojos y gateó con las otras mujeres encadenadas como ella al barril donde podría sacar una manzana, su comida de la mañana. Luego, hilaría fibras ásperas de cáñamo todo el día para hacer sacos para el abono, más túnicas para los esclavos que iban en la nave con ella, camino al continente al sur de Cass, Kaie.


El galeón donde navegaba transportaba esclavos, placas de metal y rocas labradas, como maximizando la posibilidad de hundirse.


Al mediodía, se les daba un disco de pan duro y salado. Luego los hombres continuaban remando y las mujeres tejían.


Suspiró, su suerte siempre parecía funcionar así: un suceso horrible acompañado de algún tipo de consuelo. ¿Acababa de notar que había perdido algo? Acabas de encontrar algo comparable; ¿acabas de tropezar? Mira, una moneda; ¿Perdida? conoces a alguien que conoce un atajo; ¿Epidemia? Curas a un pueblo y obtienes discípulos; ¿Sanaste a un villano sin saber las atrocidades que había cometido? Obtienes su cambio de actitud, su gratitud y su servicio; ¿tormenta que hace zozobrar el barco? sobrevives; ¿Obligada a hacer trabajo manual? solo necesitas tejer y no eres sometida al cepo de remos.


¿Hecha esclava en una travesía a otro continente mientras sigues a los enemigos de tu familia? Tus tréboles van contigo hasta el fin del mundo.


Vara sabía que era peligroso, y de hecho sus tréboles, discípulos que le ofrecieron devota lealtad tras salvar sus vidas con sus artes médicas, le advirtieron que no debía seguir a Alí Visá, la hija de Tida de Sundei, enemiga de su hermana Jema; sin embargo, al ver personalmente como era acogida y bienvenida personalmente por Yoker Ferdinand, el ministro traidor de Elysee; Reggio Dux, quien fue Rey de Mantelia; y Aleksander Kaiser, quien antes fuera rey de Wandshrack, no pudo menos que seguirlos hasta la región litoral del oeste de Banán.


No contaba con que en algún momento Alí Visá se había rezagado intencionalmente y había empezado a seguirla ocultamente.


Al arribar a la ciudad portuaria donde aún se comerciaban bienes de mercado negro, Alí Visá los capturó y no dudó en venderlos como esclavos a ella y a su grupo de discípulos nomadíes al no reconocer a nadie con nacionalidad baraja.


Por fortuna, la joven fue ignorante que dichos esclavos fueron depositados en la bodega de un barco que iba por pura coincidencia en la misma flotilla en la que sus malignos aliados iban a su destino.


Tras instruir a uno de sus tréboles usando un marcado acento eliseño, se había convencido al capitán que hubiese un espacio designado para la salubridad y así vender abono orgánico al final del trayecto. Los esclavos terminaban sanos la travesía, el capitán ganaba algo de oro extra, los marineros no tenían que trapear todo el día, el mar se mantenía más limpio, y así todos ganaban.


Al final del día, todos bebían una taza de té con cáscaras de cítricos y sin saberlo, evitaban el escorbuto.


Vara miró a las estrellas, imaginando anhelante el día en el que podría reunirse con sus hermanas.

Las Cuatro Reinas - Reina de DiamantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora