Había pasado una semana, en la que todos han estado alerta. Con el tema de Caius, a veces teníamos nuestras salidas, cada día, sentía que me enamoraba un poco mas de este hombre.
Caminaba por el castillo, mis padres no me dejaban salir, pues sentían que yo era lo que Gregorio buscaba. Mientras caminaba sentí un silencio algo inquietante, así que fui hacía el gran salón. Cuando abrí la puerta, encontré a mi padre, mi madre, Marcus y a Caius en sus puestos. Pero había algo raro en ellos, se veian estáticos, como si fueran estatua, sólo sus ojos se movian y eso me extraño. Entré en la mente de mi padre y sólo gritaba una cosa: "Escapa". La mente de mi padre me alento, así que corrí hacía ellos, toqué primero a mi madre, sus ojos me miraban y veía el terror, una risa sonó detrás mío.
—Eres igual a ella, pequeña. —Dijo una voz gruesa. Me di media vuelta, buscando al dueño de la voz. Cuando lo encontré, el veneno que tenía en mis venas hirvió. Frente a mí, estaba nada más ni nada menos que Salazar Gregorio. Quien me miró con una sonrisa y abrió los brazos.
—Tú... —Corrí hacía el, intentando golpear su rostro, pero se desmaterializó delante mío, lo que me hizo frenar de golpe. —No te escondas, maldita rata. Ven y pelea. —Dije mirando a mi alrededor, el aparecio justo detrás de Sulpicia. —Alejate de mi madre, asquerosa escoria.
—¿Madre? —Soltó una risa sarcástico. —Bien hecho, hermanita. Ahora mi niña cree que tu eres su madre, ¡Que estupidez mas grande! —Comenzó a reír mas lo que hizo que mi veneno hirviera aun más. Caminé lentamente hacía él, pero levantó la mano. —Un maldito paso más, y mi hermanita junto con su esposo se muere. —Detuve mis pasos en ese instante, lo que causó mucha mas gracia a Salazar. —Son tan estupidos los sentimientos, te hacen más humana, eres un ser sin corazón, se supone que no deberías sentir nada por tal chusma. —Rodó los ojos y me sonrió. —Supongo que ya has leido mi carta, ¿no? —Yo le miré con odio y le asentí. El aplaudió con una gran sonrisa en el rostro. —Hay unos detalles que omití al escribir, pues, quería revelartelo en persona y que mejor que hacerlo en familia, ¿Cierto, hermana? —Miró a Sulpicia y ésta rogaba con la mirada a su hermano, eso me dejó consternada. —Bien, lo qur te quiero decir es que tu, mi pequeña Lyssandra, eres mi adoraba hija, Sybelle. —Yo le miré y el momento de reír, fue mío. —¿Qué tiene de chistoso esto?
—¿Crees que voy a caer en esa mierda? —Dije, mientras reía. —Tengo más de doscientos años, no voy a caer en una estupidez cómo esa, así que buscate otro cuento, porque no te creo. —Dije mirando mis uñas.
—¿Te acuerdas del rostro de tus padres antes de ir a ese laboratorio? —Senti como si me hubieran lanzado una cubeta de agua fría. No recordaba sus rostros, sólo sus manos y la voz de alguien, en un recuerdo muy lejano. —Sybelle, querida, recuerda. —Dijo en un susurro.
Mi mente se llenó de imágenes, el rostro de mi verdadero padre se materializó en mis recuerdos y lo vi. Salazar tomaba mi mano, mientras sonreía. Un niño se encontraba a mi lado y este me abrazaba. Luego Salazar llevándome a ese horrible lugar y borrando mi mente. Ahí fue cuando caí al suelo, un horrible dolor de cabeza me hizo soltar un grito, sentía mil cuchillas en las sienes.
—T-Te oredeno... Que lo D-Detengas—Intenté decir, mientras gritaba, recordando que mi familia estaba petrificada y nada podía hacer.
—Lo que pida la señorita. —Dijo Salazar y todo se volvió negro.
Narrador Omnisciente.
El brujo miró como el cuerpo de su legítima hija descansaba en el suelo, le había sumido en un profundo sueño. Los cuatro Vulturi se sentían impotentes en esa posición y las ganas de asesinar a Salazar cada vez crecían más, aun más para el rubio, que lo único que quería era ver su cabeza rodando por las escaleras.
ESTÁS LEYENDO
Mi vida con los Vulturi
FanfictionSer un vampiro no es fácil, pero ser Lyssandra Beauregard, tampoco lo es. Teniendo una dura vida de mortal, se convirtió en vampiro a la dulce edad de 16 años, en una época donde aun se usaban vestidos abultados y maquillaje de mercurio para el rost...