Lo que el otoño recordó

¡Arrepentimiento inadmisible!

Me pesa tu ausencia. No sé de qué modo me afecta, pero es desagradable sentirme así. No fue mucha la comunicación entre ambos, sin embargo parecía que nos decíamos mucho; hablábamos de manera comprometedora que hubo un ápice de credibilidad cuando me decías "te amo".

A veces me carcome pensar que sólo fui utilizado en un experimento, pues tiempo atrás me lastimaron con las mismas promesas que solías hacer; por eso crece la duda en mí, con respecto al amor que dicen sentir conmigo.

Por otro lado, considero nuestro apego «deseo»; deseo de volver a sentirnos amados de nuevo, dejando la soledad a un lado, disipando la tristeza por fallidos romances pasados. Pero al parecer todo fue un capricho de los cuerpos.

Ahora que todo aquello ha sucumbido, toca resignarme a buscarte porque he sido yo quien echó todo a perder. Nuevamente ha sido mi culpa; te alejé y lastimé, y ahora, irónicamente, me siento arrepentido. No puedo creer que de verdad te extrañe más ahora que te perdí, es cierto lo que dicen «nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde», que ironía, es estúpido; toca sólo aceptar que no tuve la suficiente valentía para decirte muy bien las cosas y tratar de arreglar lo escaso que teníamos. Ahora puedo decir que el amor es el arte del sufrimiento.

De cuando en vez quisiera escribirte para saber cómo estás o algo insignificante como un «Hola» para saber que me reconoces si quiera; sólo por puro morbo quisiera hablarte, pues no soporto la idea de que me hayas eliminado de tus recuerdos, sin embargo me abstengo de hacer tal acción porque sé que estás bien sin mi intervención de por medio.