¡Rebelde ardor!

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De las cenizas ya no queda nada por regenerar; a pesar de asomarse una pizca de esperanza. La destrucción fue masiva, traté de controlarlo, sin embargo me ganó. Quema con tal magnitud mi pasión que te acercas y es disipada por un momento, pero me besas y vuelvo a arder, las llamas nos consumen sin piedad; el bullicio que se oía se aleja como un caracol; lento, pero sin ningún impedimento.

La toxicidad nos envuelve; sigues besándome, reacciono y te alejo con brusquedad; la cólera te agarra y te acercas amenazante, no me inmuto; vuelves a besarme con rudeza, correspondo, no me importa. El fuego se realza más que antes; no existe el frío, nunca lo hizo contigo. Más ahora nos necesitamos. El delirio nos despierta, seguimos sin desconectarnos; hay razones por las que debemos parar, sin embargo nos es indiferente.

Ahora la brisa abate con fuerza la ira de la hoguera, la piel se desenfrena y, más ahora, cede. No hay salida, estamos en nuestro auge; casi despedidos por las brasas, salvados por nosotros mismos, estamos atrapados por las estimulantes llamas de la excitación. El desastre ha culminado, a nuestro al rededor sólo se observan cenizas y polvo de lo que fue.

Lo que el otoño recordóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora