¡Epístola!

24 1 1
                                    

¡Hola!

Espero que te encuentres bien. No sé si te acuerdes todavía de mí. Han pasado varios años desde la última vez que cruzamos palabras, supongo que fue en víspera de año nuevo; lo recuerdo, y dolió un poco tu frialdad al responder. Bueno, por lo menos no me dejaste con la pregunta en la boca.

Te escribo esto porque sentí la necesidad de hablar contigo, de saber nuevamente sobre ti. Quisiera que me contaras cómo te ha ido en el tiempo después de dejar lo nuestro atrás. Supongo que mi respuesta no llegará, aunque guardo un poco de esperanza. No me quejo de cómo me ha ido, uno que otro percance, sin embargo los he sabido superar. He estado pensando mucho, ¿sabes? Cuando dejamos de ser niños para ser maduros no pensé que fuera de esta manera. Somos conscientes de que la vida es dura, pero hay que saber sobrellevarla, sólo seguirle la corriente; he tratado de hacer otras cosas como conocer personas, darme la oportunidad de darle mi cariño a alguien más, pero estás tú. Siempre te apareces. Supongo que mi mente no tiene límites para arruinarme el momento cada que entablo una conversación amena con un desconocido.

Supongo que esto que cuento es irrelevante para ti, pero quiero que lo sepas. Creo que es capricho mío querer estar contigo de nuevo, pues extraño lo reconfortante y cálido de tus abrazos, no te imaginas lo genial que se sintió estar contigo, todavía siento tus labios sobre los míos, tu mano tomar la mía, estos sentimientos tendrán que quedar aquí porque no soportaría recordarlo de nuevo.
A veces pienso y me digo que no tengo dignidad por hacer esto, pues si me dejaste de hablar fue por una razón. Bueno, espero que si llegas a leer esto alguna vez, por lo menos me escribas un «Hola» o sólo me guardes en tus recuerdos. Nada de rencores por mi parte.

Tuyo siempre, Neo.

Lo que el otoño recordóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora