08

63 9 0
                                    


Yuri se revolcaba, murmurando incoherencias entre el sueño y la confusa realidad.—No... no papito, por favor para. Seré buena...— Las palabras dieron paso a los quejidos como si volviese a vivir la pesadilla de esa mañana once años atrás. —¡No papito, por favor... No!— Con un grito final, se asustó a sí misma despertando. Pasaron varios segundos antes de que se diese cuenta dónde estaba. —Carajo.—Buscó a tientas en la oscuridad la lámpara, luego buscó sus cigarrillos. Aun no encendía uno cuando escuchó un suave golpe en su puerta.

—¿Estás bien?—

—Si, estoy bien Yena. Fue solamente una pesadilla.—

—¿Estás segura?—

—Dije que estoy bien —Yuri contestó malhumoradamente. Miró el reloj y suspiró. Era muy tarde como para ir a un bar y las tiendas no tenían permitido vender cerveza después de la medianoche.—Perdón por despertarte.— Alcanzó su incienso y puso una vara nueva sobre al recipiente.

—Um... ¿Yuri?—

—¿Qué?—

—Si necesitas hablar...—

—No, gracias ya esta todo bien. Buenas noches. Ahora vete y déjame en paz. —

Yena vaciló por un momento antes de contestar.—Buenas noches entonces.— Regresó a su cuarto, su mente volvía a recordar lo que había escuchado. Abrió la puerta corrediza de cristal y en segundos entró el olor de incienso flotando a través del aire. Teniendo la intención de cerrar la puerta, la escritora trató de alcanzar la agarradera pero hizo una pausa y retiró su mano. No huele tan mal, pensó mientras volvía a inhalar el aire de nuevo. Huele a cerezas. Sabía que el incienso era para tapar el olor de la marihuana pero decidió dejarlo pasar por esta noche. Escuchó el terror en los gritos de Yuri y no tenía ninguna duda de que la joven mujer estaba muy afectada a pesar de decir lo contrario.

Yena no se sorprendió de no encontrar señales de vida de Yuri a la mañana siguiente. Dos veces durante la noche se había despertado por el sonido del inodoro, la última vez había sido cerca del amanecer.

—Creo que pasaré más tarde la aspiradora.— Pensó mientras se dirigía a la cocina a preparar café.

Mientras esperaba a que el café estuviera listo, Yena fue arriba y quito las sabanas de su cama, recogiendo también la ropa sucia al mismo tiempo. Puso una carga en la lavadora en lo que el café estaba listo y bebió su primera taza entre los viajes por todo el apartamento vaciando papeleras y revisando que áreas necesitaban una buena limpieza.

Yuri bajo las escaleras dos horas más tarde, luciendo muy cansada. Oscuras ojeras rodeaban sus ojos y algunos cabellos caían por su cara.
—El café huele bien.— dijo ella.

—Buenos días. ¿Cómo amaneciste? — Yena le preguntó mientras tomaba su taza de café.

Yuri caminó hacia la alacena y sacó la primera taza grande que encontró. Aceptando la jarra de café que le ofrecía su compañera, esperó hasta que la taza estuviese llena antes de hablar.—Siento mucho lo de anoche—.

—Um... si necesitas hablar.—

—No hay nada que hablar.— la artista de striptease se encogió de hombros. Recogió el periódico y se dirigió rumbo a la terraza.—¿Ya lo has desocupado?—

—Tómalo.— Yena observó como su periódico sin leer fue rápidamente abierto y doblado de modo de que Yuri lo pudiera tomar con una mano mientras sorbía su café. Un cigarrillo fue pronto encendido, el viento sopló el humo dentro de la cocina. La escritora frunció el ceño y fue directo a cerrar la puerta de cristal corrediza.

El Corazón de Yuri.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora