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Los pulmones de Yuri inhalaron profundamente antes de colocar los restos del cigarro en el cenicero. Hacía un día bello y abrió la puerta de cristal para dejar que la brisa caliente se filtrarse a través de la habitación. Encima de su tocador, el incienso soltó el perfume de lavanda a todo lo largo del cuarto. No encontrando razón alguna de conocer a la familia de su compañera de apartamento, ella había decidido permanecer en su cuarto y quedar aislada todo el día. Escuchó el sonido apenas perceptible del timbre de la puerta seguido por sonidos de personas intercambiando bienvenidas y entablando conversación. Tenía pensado dejar de fumar antes de que la familia de Yena llegara, pero con cada fumada, su determinación se desvaneció. Removió una hoja del paquete del periódico y alcanzo el bolso del emparedado y su cada vez menor suministro de marihuana.

—No puedo creer que todo esto sea para mí.— Jeongin dijo mientras miraba la mesa llena de regalos. Dio un paso delante de su hermana para recibir un enorme abrazo de Chaewon.—¿cómo esta mi cuñada favorita?—

—Ex-cuñada.— ella le recordó.—No puedo creer qué alto te has puesto. Recuerdo cuándo solo me llegabas hasta aquí.— Chaewon señalo con su mano al ras de su hombro para mostrarle.

—Crecí muchísimo en un año.— él contestó. Mirando hacia arriba a la cara del muchacho, Chaewon tuvo que admitir que era verdad. No solo en altura, Jeongin había crecido también en musculatura, sus músculos se le marcaban debajo de la camisa blanca. Su cabello rubio corto hacía contraste con sus cejas cafés. Su cara tenia sólo un poco de acné. Ya no era el chico cubierto de granos de 14 años de edad que se interesaba más por el Nintendo que por las chicas.

—Pues aquí tienes, Grandullón.— Chaewon dijo cariñosamente.—Ve a ver el pastel que tu hermana compró para ti.— Agarrándolo de su brazo, lo empujó a la cocina, dejando solas a Yena y su madre.

—No me dijiste que ella estaría aquí— La Señora Choi la reprendió.

—Chaewon y yo aun somos amigas, Mamá.— Yena dijo.—Solo que ya no somos amantes.—

—Pues bien.— su madre interrumpió, obviamente queriendo cambiar el tema. —Vas a tener que venir a casa para que ayudes a tu hermano a acomodar la computadora.—

—Lo haré, Mamá. ¿Tiene en su cuarto un enchufe para la línea telefónica para se pueda conectar a Internet? —

—¿Conectar?— La Señora Choi frunció el ceño.—Pues tu sabes que yo no se nada sobre computadoras. Y si, él tiene teléfono en su cuarto. Con el número de chicas que le llaman a diario, me es imposible usarlo a mí de cualquier forma.—

—Hey Mamá, ven a ver mi pastel.— Jeongin la llamo emocionado. Yena y su madre entraron en la cocina.

—Eso luce bien.— dijo la Señora Choi.—¿Lo compraste en la Pastelería de Beans? Park Shin hye compró un pastel allí para la llegada de su hija Jihyo. Era hermoso. Por supuesto eso fue poco antes de que Jihyo se escapara con Daniel.—

Yena no se molestó en contestar la pregunta de su madre, sabiendo que el lugar en donde compro el pastel había sido en otro lado. Aun así asintió con la cabeza en afirmación.—Uh huh.—

—La vi hace dos semanas en la reunión mensual y ella estaba muy callada en lo referente a su hija. Si me preguntas, pienso que ella está embarazada.— La Señora Choi recorrió con la mirada a Chaewon.—Pero eso es lo que ocurre cuando familias tienen baja moral, supongo.—

—O tal vez están huyendo de sus madres arrogantes.— Chaewon masculló muy bajo para que solo Jeongin pudiera oír. El adolescente resoplo, haciendo una mueca graciosa a Chaewon y una mueca curiosa a su madre.

—¿Estas bien?—

—Solo me atragante un poco, Mamá.— él contestó, intentando con dificultad para no reírse.

El Corazón de Yuri.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora