Π ε ρ ι μ έ ν ε τ ε

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Περιμένετε (Periménete)= Espera.

Steve siempre fue curioso. Esa curiosidad innata que cada niño ha de poseer... Una curiosidad que le invita a investigar y encontrar la explicación a todo lo que se ve, lo que no se ve, lo que se mueve, lo que no se mueve, lo que se cree y lo que no se cree. Una característica muy específica de cada mocoso. Y el pequeño rubio de ya diez años quiere descubrir más allá de lo que sus padres y la aburrida escuela le permiten ver.

Algo nuevo y nunca antes conocido por el pequeño. Algo que, se dice, es increíble y mágico. Él quería conocer un establecimiento de comida rápida. Sólo eso deseaba el pequeño rubio de diez primaveras. ¿Es eso, acaso, mucho pedir? Para su estilo de vida, puede que sí. Y demasiado.

En una ocasión, Steve decidió sacar un par de billetes de una alcancía –que esconde celosamente de sus progenitores– con la idea de comprarse algo de aquel establecimiento que recién abrió a unas cuantas cuadras de su escuela primaria. Ese día se supone que debe regresar solo a casa, por lo tanto, estaría bien comprarse aquel premio grasoso y engullirlo mientras va de camino a su hogar. Sus padres no tenían por qué darse cuenta de esa travesura. Sería suya y de nadie más. Todo estaba perfectamente calculado. Saldría lo más rápido de la escuela, iría y compraría algo que se le antoje y sea económico, pagaría y disfrutaría –por primera vez– de eso que llaman comida rápida. Nada podía salirle mal.

Sin embargo, la vida se empeña de darle puros golpes y caídas al chiquillo. Porque, en cuanto sonó la campana, aun teniendo sus cosas ya guardadas y listo para partir, la maestra le pidió que recogiera el salón y la basura. Se estaba fomentando a que los alumnos aseen sus espacios de estudio, y Steve lo comprendía, lo que le molestaba es que son número impar en su grupo y le tocaba solo esa tarea. Resopló y trató de dejar limpio lo más rápido que pudo, no fue mucha la dificultad. Ese día casi no hubo basura y lo agradecía.

Pero ya iba algo tarde.

En tanto terminó, tomó su mochila –que le supera en tamaño y peso– y se fue corriendo del plantel. Llegó a su cometido y vio que no había mucha gente. Perfecto. Sacó ese dinero que él mismo había guardado para gastarlo en lo que quisiera. ¡Nada ni nadie puede quitarle la ilusión de sus ojos! En esos instantes, el rubio sonreía con inocencia y sus ojos chispeaban de alegría por probar bocado.

Estaba ya por entrar, revisó que su uniforme estaba presentable y aún estaba medio peinado, y, cuando estaba por abrir la puerta, una mano llena de anillos lo detuvo. Y fue un anillo que le indicó a Steve de quién se trataba: un anillo dorado con una gema dúo cromática azul y verde. Se trataba de su mamá.

Steve cerró los ojos, esperando que fuera coincidencia el anillo, y que no es su madre. Alzó sus cristalinos ojos y supo que nada puede salirle bien. Su progenitora le veía con un gesto de suma molestia y desconcierto.

Ella tiene bajo una estricta dieta hipocalórica a su hijo. Si éste quiere ser buen bailarín, debía medir sus bocados y las calorías que piensa meter en su cuerpo. Por ello, no tenía que ser lista para saber las intenciones de su desobediente niño. Apretó el agarre con fuerza y lo jaló lejos del establecimiento. Steve se quejó del dolor que le causaba, pero ella no le hizo caso alguno y lo jaló con más ímpetu. No concebía que le haya desobedecido. Eso era el mayor de sus enojos para con el pequeño Steve.

Caminaron hasta su hogar, la mujer abrió la puerta y empujó dentro a Steve. Una vez en la estancia principal, lo volvió a coger fuertemente de la muñeca y lo arrastró escaleras arriba hasta la habitación del niño. Una estancia que debería estar llena de juguetes, alegría y bases de la personalidad de un niño, estaba equipada con lo básico únicamente y muy pocos juguetes, y todos los dibujos de Steve deben de ser guardados en cajones y no pegados en las paredes. Sarah sentó al niño sobre el lecho y se hincó para tomarle las manos y obligarle a que le mire los ojos.

La Jaula de las Locas |STONY|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora