La Jaula de las Locas |STONY|

Π α ι χ ν ί δ ι

Παιχνίδι (Paichnídi)= Juego.

Jane siempre le pareció una mujer tan increíblemente complicada. Y eso le fascinaba. Tan independiente. Y eso le enloquecía. Tan inteligente. Y eso le enamoraba. Jane era una mujer preciosa y sonriente. Y eso calentaba su corazón. En Jane encontraba esa calidez de la que hablaba su mamá cuando le contaba esas historias de amor y fantasía. Tan correcta, tan fuerte, tan simplemente sencilla y hermosa. Era una mujer fenomenal. ¿Cómo es que, entonces, todo tuvo que terminar así?

No estaba seguro. O tal vez sí. No podría encontrar el verdadero origen de la separación. O tal vez no lo quería ver. Una canción triste siempre acompaña aquel amargo momento. Esa canción que Thor siempre asimila el día en que Jane simplemente le dijo adiós y se largó de su vida.

¿Había hecho algo mal? No estaba seguro y le apenaba tanto no poder saberlo. Se lo preguntó, se lo rogó, se lo lloró; pero nada de ello le dio respuestas. Llegó a pensar que simplemente todo él mismo fue la causa de ello. Pero no se lo tragaba. No se lo creía por completo. No se quería permitir culpar de todo él mismo. Fueron una pareja, al final. ¿Por qué todo lo que ocurrió sería su culpa?

Embriagarse en el lamento del recuerdo, como la llaga ardiendo ante la carne viva del raspón. Dejarse llenar por la melancolía del ayer donde todo se termina ahogando en las aguas de una desesperanza y lamento. Permitiéndose autocompadecerse por unos instantes. Llorarle, lamentarse, enojarse y purgar todas las penas que cada daga encajó en su fatídica y ridícula alma. Hasta sentirse mejor. Dejarse caer hasta lo más profundo, caer y seguir cayendo, hasta llenarse del espeso negro del ayer.

Y despertar por fin.

~*~

La conoció durante su intercambio en Inglaterra. Dos seres humanos solitarios y amantes de lo desconocido. Thor cayó impactado por la sonrisa que le dedicó Jane Foster en el instante en que sus cuerpos estuvieron en el mismo espacio. En una convención de astronomía y culturas precursoras. Todo para obtener los créditos extras para seguir estudiando. Thor fue con la poca esperanza que le quedaba en los suelos, y terminó encantado por una profesora diez años mayor que él.

Tan segura, tan fuerte y tan elocuente, verla ahí en el escenario hablando con tanta pasión sobre sus trabajos y los descubrimientos que ha realizado, a Thor le había parecido fenomenal. Todo en ella era fenomenal para él. Su sonrisa lo volvía más y más loco. Tan brillante, tan dulce, tan característica de Jane. No podía dejar de admirarla, de desearla, de pedir a los cielos por poder tener una oportunidad. Sólo una simple oportunidad y ya. Recibir respuestas de ella lo volverían el hombre más afortunado del universo.

No comprendía cómo trabaja el destino, pero creía fervientemente que éste jugó sus cartas para poner su camino con el de la profesora Jane Foster. Estaba seguro de que fue así. Estaba deseando que fuera así y que el destino le indicara que era su oportunidad, que estaría siempre con ella. Sentía esa inexplicable y fuerte conexión. Sólo, sólo pedía un instante a su lado. Así que, así como es un hombre gigante y de gruesos músculos, se acercó como un niño tímido y nervioso a invitarle un café durante el receso de la conferencia. Temblando, sintiendo un nudo en la garganta, un terrible peso en el estómago, su visión borrosa y unas extrañas ganas de vomitar, aguardando por una respuesta. Esperando por el rechazo o la aceptación. Siendo valiente por más miedo que tuviese.

Janne sonrió, mostrando sus impecables dientes blancos que la hacían brillar más, y aceptó encantada la invitación. Ella tomó la iniciativa, encaminándose hacia las afueras del plantel donde se realizaba el congreso. Thor la siguió y llegaron a un pequeño café sin nombre y con un exquisito aroma a las motas del grano con vainilla. Se sentaron en la cómoda terraza y Thor descubrió que Jane no era una simple faceta.