Oppenheimer

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Decía Gates, “a Latinoamérica le falta una dosis de humildad para darse cuenta cuál

es la verdadera posición de sus grandes universidades y centros de investigación en

el contexto mundial. Todos los países deben empezar con humildad. Lo que más

asusta de China es su nivel de humildad.

Los gobiernos latinoamericanos no solo alardean sobre sus logros en el campo

académico y científico, sino que la gente parece convencida de la competitividad de

sus universidades.

Las grandes universidades latinoamericanas están blindadas contra la rendición de

cuentas a sus sociedades gracias a la autonomía institucional de que gozan. Son las

vacas sagradas de América Latina. Las universidades no son tan buenas como

deberían ser, pero son mejores que hace 10 años”.

“La manera de despegar es sintiendo que estás quedándote atrás. El peligro es que,

si la gente está satisfecha, no existe la exigencia social de mejorar los estándares

educativos”.

En Latinoamérica las universidades están repletas de estudiantes que cursan

carreras humanísticas que están totalmente divorciadas de la economía del

conocimiento. Hay demasiados estudiantes en derecho, psicología, sociología,

filosofía e historia y pocos estudiando ciencias e ingeniería. Actualmente el 57% de

los estudiantes de la región cursan carreras de ciencias sociales, mientras que

apenas el 16% cursan carreras de ingeniería y tecnología.

En China todos los años ingresan en las universidades casi 1.242.000 estudiantes de

ingeniería contra 16.300 de historia y 1.520 de filosofía.

Mientras los asiáticos están guiados por el pragmatismo y obsesionados con el

futuro, los latinoamericanos estamos guiados por la ideología y obsesionados con el

pasado. La obsesión de los asiáticos está en cómo volverse más competitivos, ganar

posiciones en la economía mundial, reducir la pobreza y elevar el nivel de vida de

sus poblaciones. En América Latina está ocurriendo exactamente lo contrario, se

vive aun con la idea de que los vivos están guiados por los muertos.

Solo el 2% de la inversión mundial en investigación y desarrollo tiene lugar en los

países latinoamericanos y caribeños. Comparativamente, el 28% de la inversión

tiene lugar en los países asiáticos, 30% en Europa y 39% en Estados Unidos. De ese

2%, en Brasil se invierte el 62% de todo el gasto regional; En México 13%, Argentina

12% y Chile 4%.

Uno de los principales motivos del rezago latinoamericano es que la mayor parte de

la investigación se hace en el ámbito académico estatal, y está divorciada de las

necesidades del mercado.

El porcentaje del sector privado en la investigación en Corea del Sur es del 74%, en

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