CAPITULO UNO.

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El sol ya había comenzado a calentar el horizonte y nosotros no habiamos pegado un ojo un par de noches seguidas por continuar huyendo de Ellos.


Con los ojos hinchados, Mike maneja la camioneta a toda la velocidad por el Sendero Sur, esquivando rocas y muy concentrado para que no nos volquemos en el camino. El viento grita en la ventana del copiloto y el cabello me azota la cara con fuerza. Reboto por todos lados, me doy cuenta que no llevo el cinturon de seguridad puesto, me regaño a mi misma por eso, pero no quiero apartar ni un segundo mas a Tate de mi. Tate es mi hijo de cinco años, se encuentra aferrado a mi cuerpo, con sus pequeños brazos temblando. No puedo verle la cara pero sé que esta muerto de miedo, yo tambien lo estoy. Me obligo a calmarme, debo estarlo. O todo terminará jodiendose como hace un año atrás.


Hemos manejado como locos sin parar tratando de que nos pierdan las pista Ellos. Pero ahora mismo nos estan pisando los talones con sus enormes caminetas negras.


El motor de la camineta ha comenzado hacer ruidos extraños y ha disminuido su velocida. Nos estamos quedando sin combustible. Mike no lo dice, pero si continuamos así, a este ritmo, sé que en menos de diez minutos nos Ellos nos alcanzarán. Me atraparan, y estaré siendo arrastrada nuevamente hacia la Comunidad, se habrán llevado a Tate con ellos para darlo en adopción en alguna parte y Mike... Mi Make estará muerto.


Mi garganta esta hecha nudos y siento una presion horrible en el pecho. Me cuesta mucho respirar. No puedo imaginarlo, me rehuso a perderlos otra vez.


-¡Mike, Mike! - trato de que mi voz se oiga entre el furioso viento, sin mucho éxito- ¡Mike, debes que deternerte!


Sigue consentrado en el volante, sin parparear un instante. Su cabello rizado se le pega en la frente por el sudor, y tiene la boca en una linea.

Vuelvo a gritar su nombre pero no hay respuesta. Es como si estuviera con otra persona. En el tablero marca que nos quedamos sin gasonila, y la desesperación de grita en el celebro. Miro a mi alrrededor. Debe se haber otro camino, otra opción. Pero solo hay kilometros y kilimetros de arboles a los costados. Somos como animales huyendo del cazador.


-Mike, escuchame. Debes detener el auto. Ahora, mike. Nos alcanzan.


Parece no escucharme. Pero se muerde sus comisuras de los labios. Sabe que tengo razón.


-¿Y Tate? ¿Que va apasar con él? Es muy pequeño para el bosque. Y con mi pierna herida no podre cargarlo y avanzar lo suficientemente rapido para que no nos atrapen.


- Tate estará conmigo. Yo me encargare de...


No puedo terminar la oración porque en cuestion de facciones de un segundos el auto se detiene con brusquedad y mi cuerpo junto al de Tate estan siendo arrojados con brusquedad hacia el parabrisas, solo me aferro al cuerpo de Tate mientras siento como mi craneo se estrella contra los cristales mientras salgo disparada al exterior como una bala. Por mas que me aferro al cuerpo de Tate lo pierdo de mis brazos. Mi cuerpo vuela y despues solo hay oscuridad.


El Cuento De La CriadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora