Nunca le gustó vestirse con hermosos y llamativos vestidos, mucho menos usó algunos de los tantos que —según sus padres— la harían ver como una bonita princesa de algún cuento de hadas, no, pero hubo veces en las cuales tuvo que reprimirse y obedecer a sus progenitores, todo por aparentar ser la hija perfecta. Sí, quizá los primeros años de su vida siguió las demandas impuestas por la familia y agachó la cabeza mas de una vez, incapaz de oponerse. Sin embargo, a medida que los años pasaban y su cuerpo cambiaba, también lo hacían sus pensamientos. Llegó a un punto en el cual ya no se refería a sí misma como fémina y comenzó a utilizar un léxico que hacía referencia a su persona como chico, como hombre. Por supuesto, ese hecho no se comparó en lo absoluto con lo que enfrentó cuando sus padres trataron de hacerla entrar en razón y no teniendo mas alternativa, recurrieron a consultas psicologías.
El tiempo continuó pasando y su vida modificó. De nada sirvieron esas largas horas de charlas con el psicólogo, aquel que le decía que solo tenía una confusión de identidad. Y no, no era una mera confusión porque desde que tuvo uso de razón, supo quién era en realidad y supo que —por algún designio erróneo del destino y la vida— nació en el cuerpo equivocado.
Nadie logró cambiar su forma de pensar, de actuar, de vivir y por ello, hubo un quiebre inminente dentro de su entorno. La familia se dividió. Su padre se marchó de casa alegando que nunca tuvo un hijo sino una hija y su madre, bueno, se resignó a la separación. A pesar de los tantos roces y desacuerdos, su madre terminó aceptando la realidad. Aun así, dentro de todo lo que sucedió, pudo darse cuenta de que esporádicamente dentro de la misma familia existe la discriminación y la negación de aceptar a los integrantes tal como son.
Teniendo el apoyo de su madre, empezó a sentirse libre. No había necesidad de seguir ocultándose ni de reprimirse por quién en verdad era y los primeros indicios se hicieron notablemente visibles.
Reemplazó su vestimenta, aquellos tantos vestidos quedaron a un lado y en su lugar hubo pantalones deportivos, zapatillas, camisas, jeans y un centenar de ropa varonil; continuó con su apariencia física, un corte de cabello, porte masculino y poco a poco la transformación iba avanzando.
Ya no era ella, era él... Siempre fue él.
«Jamás estuve enfermo ni padecí de algún trastorno de personalidad, siempre supe quien soy. No culpo a nadie por haber nacido en el cuerpo equivocado, no estoy enojado con mis padres ni con Dios. Durante los primeros años de mi vida tuve que callar, reprimir mi verdadero ser y agachar la cabeza. Perdí mucho en el camino y sé que hay muchas cosas y situaciones de las cuales debo enfrentar, pero no me rendiré.
Sé que no estaré solo, hay muchas personas como yo y no debemos silenciarnos por complacer a los demás, no. Tampoco debemos dejar que intenten cambiar nuestros pensamientos, nuestra manera de ser y de vivir, pero lamentablemente, hoy día hay quienes nos ven de manera retorcida por el simple hecho de tratar de adecuarnos a cómo somos realmente, a cómo nos sentimos realmente y eso... duele.
El apoyo moral dentro de un entorno familiar benévolo es fundamental y yo no lo tuve, no al ciento por ciento como me hubiese gustado. Y, sin embargo, no me detuve. Seguí luchando, seguí peleando por mi verdadera identidad y lo estoy consiguiendo. Me queda un buen trayecto por recorrer, no me arrepiento por las cosas que tuve que padecer y las cosas que tuve que escuchar decir sobre mi persona, no me detendré.
Mi madre ha sido mi real apoyo, aunque al principio no quiso aceptar las cosas como son. De mi padre, bueno, no sé mucho, pero de vez en cuando llama a casa preguntando por mí. Sé que tal vez nunca termine de aceptar el hecho de que no tiene una hija sino un hijo, por más cierta parte de mi cuerpo cuenta una historia diferente. Las modificaciones están dando su fruto y mi apariencia física está cambiando completamente, aunque la transición es lenta.
No todo es sencillo, no todo es fácil, pero todo es posible...
Hoy, a mis 25 años de edad, tengo un nuevo documento de identidad el cual alega, ante la sociedad, que soy hombre, aunque siempre lo fui».
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Muchas gracias a todas las personitas que han leído esta antología. Ha sido un placer escribir estos relatos que han aflorado desde mi corazón.
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Antología de Arcoíris
Short StoryUn popurrí de historias cortas (O.S) que contendrán la diversidad del colectivo LGBT+ tratando de mostrar el lado positivo de las situaciones que atraviesan las personas de esta comunidad. Esta antología está regida bajo las bases y condiciones del...