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¿Te puedo llamar en un rato?

Mensaje recibido a las 21:00

Me voy a dormir, estoy cansada, mañana si eso hablamos.

Mensaje enviado a las 21:02

Por favor, es importante.

Mensaje recibido a las 21:02

Leo su último mensaje antes de apagar el móvil e irme a dormir. Sé que me llamará, aunque tengo la esperanza de que no lo haga. Por primera vez en su vida debería comportarse como un adolescente normal y dejarme en paz. No enredar todavía más mis sentimientos. ¿No entiende que hablar del tema sólo lo empeora?

Contemplo el tejado de mi nueva habitación tratando de encontrar algo en él que me ayude a distraerme un rato del montón de pensamientos que recorren mi mente. Como ya suponía no lo consigo. Doy vueltas en la cama durante horas buscando una posición cómoda para dormir. Parece que los astros se han alineado, y no en mi favor precisamente. Dejo caer mis brazos a los costados y suspiro frustrada. Mi mente no deja de pensar en él y en los problemas que nos rodean y, por si fuera poco, se encarga de complicar todavía más las cosas. Busca nuevas dudas a todo lo que está pasando y me trae de vuelta recuerdos de esa semana y de los meses anteriores. Los meses de la mudanza cuando tuve que dejar atrás todo lo que era conocido para mí. No sé quién fue el que dijo que tener buena memoria era algo positivo. A mí sólo me trae desgracias. Con cualquier mínimo detalle vuelven a mi mente recuerdos del pasado, rostros, voces... Por si fuera poco, la oscuridad ayuda a mi cabeza a duplicar los fantasmas que ya crea por sí sola. ¿He dejado un montón de ropa sobre la silla del escritorio o realmente hay ahí una persona observándome? ¿Ese sonido es el viento?

No puedo soportarlo más y enciendo la luz. Mis ojos recorren con rapidez la habitación en busca de los rostros que veía hasta hace un rato, pero no hay nada. Agarrada al borde de mi cama me inclino con precaución al suelo y busco debajo de mi cama de dónde procedía aquel sonido.

No hay nada.

¿Me estoy volviendo paranoica? Puede que sí. Y con razón. Mi vida parece una película de terror. No sé qué le he hecho yo al guionista para que me haga pasar por esto. Antes no temía a la oscuridad, me refugiaba en ella.

Cojo el teléfono móvil de la mesilla de noche y vuelvo a encenderlo. Han pasado cuatro horas desde que dijo que me llamaría. Seguramente ya se haya rendido.

Enseguida se ilumina la pantalla de mi móvil con cientos de notificaciones. No es muy moderno, así que tengo que esperar unos minutos a que vuelva a funcionar con normalidad. Cuatrocientos mensajes de un mismo chat. El suyo. Una llamada cada quince minutos desde las nueve de la noche. Ahora mismo son las dos menos cuarto. 19 llamadas. La última fue hace sólo un par de minutos. Leo algunos de los mensajes que me ha enviado. La mayoría emoticonos y los demás son para decirme una vez tras otra que responda que tenemos que hablar, que es muy urgente. En uno de los mensajes me recrimina que huyendo no conseguiré nada, que él sabe dónde encontrarme.

¿Huir yo? Qué sabrá él.

El reloj marca las dos en punto cuando el teléfono vuelve a sonar. Acepto la llamada para demostrarle que yo no estoy huyendo, aquí el único cobarde es él.

- Respondiste. Te vi en línea justo ahora y no sabía si aceptarías la llamada.

- ¿Por qué no lo haría?

- No sé, llevas evitándome toda la noche.

- Hay algo que solemos hacer los seres humanos que se llama dormir.

Cicatrices del Universo #Grenns2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora