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Son las tres y el estúpido e impuntual de Wen todavía no ha llegado. Mis compañeras y enfermeras ya se han ido, sólo quedamos yo y el cirujano plástico de la quinta planta: Yago Ignacio García. El chico malo. El que se va en moto. El que viste de negro. El de los labios carnosos.

En fin, el playboy del hospital.

Se está fumando un cigarro a mi derecha. Con cada ráfaga de humo que exhala en mi dirección me dan ganas de golpearlo contra la columna sobre la que se apoya.

- ¿Quieres? - Me ofrece haciendo un gesto con su cigarro. Elevo una de mis cejas. ¿Me está tomando el pelo?

- No. Gracias. - Sueno brusca y rotunda. No me puedo creer que después de ver aquí dentro a mujeres, hombres, adolescentes y niños con cáncer por ser fumadores o fumadores pasivos me haga esa pregunta.

- Sólo era una pregunta. No te pongas así. - Expulsa el humo mientras recorre toda mi anatomía con sus ojos. - ¿No me digas que eres de esas controladoras que pretenden que los demás hagan lo que ellas imponen?

- Seré más clara. - Ahora sí que me giro para quedar a escasos centímetros de él. Por primera vez hoy me enfrento a sus ojos azules. No me intimidan ni su altura ni sus músculos tonificados. - Puedes hacer lo que te salga de las pelotas con tu vida, pero si quieres matarte hay formas más rápidas y menos molestas. Además, lo único que consigues con eso. - Señalo su cigarrillo con uno de mis dedos. - Es financiar una droga que ha dejado más muertos que el holocausto. Una droga que ha matado a mujeres, hombres y niños que simplemente inhalaban el humo del tabaco de sus padres. Te sorprenderías de cuantos enfermos por cáncer he visto por ser fumadores pasivos. Cuánta gente que cree que no le pasará nada o que no le importa a nadie. Tal vez ahora no, pero cuando los tumores aparezcan habrá alguien en tu vida a quién le arruinarás la existencia además de a ti mismo. ¿Vale la pena todo eso por relajarte unos segundos? ¿Eh? Búscate una afición o haz yoga. El tabaco no solucionará tus problemas. - Un Mustang blanco aparca frente a nosotros. – Por no contar la manera en la que ese tabaco llega a España. Toneladas se introducen en el país, son producidas por países que no están en las mejores condiciones. Extraño, teniendo en cuenta la gente que lo consume, pero el dinero no lo llegan a ver los empleados de las empresas. Además de los incendios por colillas "apagadas". - Hago el gesto de las comillas con mis manos. - No me gustaría que un día te despiertes con la noticia de un incendio en el último lugar al que fuiste ayer para fumar, veas las víctimas mortales o los heridos y te pases el resto de tu vida preguntándote si habrá sido culpa tuya. - Le doy la espalda y camino con pasos decididos hacia el coche, pero antes vuelvo a girarme. - No eres más interesante por fumar tabaco y si lo necesitas para evadirte de tus problemas que sepas que es lo más cobarde que hay. Enfréntalos como hacemos las demás personas. - Me introduzco en el vehículo notablemente molesta.

- Hola. - Me saluda el impuntual de mi amigo. Observo cómo Yago apaga el cigarro con sus botas negras y sube a su enorme moto mientras me coloco el cinturón. Parece mucho más molesto que yo por mis palabras, pero al menos son sinceras.

- Llegas tarde.

- Perdone, siento no estar a su disposición las 24h del día los 7 días de la semana. Tal vez si me pagara mis servicios, señorita. - Hace énfasis en la última palabra.

- Tomo prestados tus servicios porque estás de vacaciones. Sin hacer nada. Ni siquiera te he visto sacar la basura. - Arranca el coche sin apartar su mirada de la mía.

- Parece que no voy a ser el único que se coja unas vacaciones. - Devuelve sus ojos a la carretera con una sonrisa de satisfacción en el rostro.

- ¿Cómo te has enterado tan pronto?

- Ayer, cuando trabajaste de turno de noche y no pudiste quedar con nosotros. - Me lanza una mirada por el rabillo del ojo. Hace tiempo que sospecha lo que Xián ya sabe sobre por qué no cojo vacaciones. - Nos dijo que te ofrecería dos meses de vacaciones que todavía no habías cogido. Amalia apostó a que no las aceptarías, Vanessa dijo que sólo aceptarías dos semanas (por la boda y eso) y yo supe que no te quedaba más remedio que coger los dos meses. - Lo que me está contando me deja algo atónita.

- ¿Por qué creían que no aceptaría los dos meses?

- No somos estúpidos. - Se limita a decir con un encogimiento de hombros. El resto del trayecto a la gasolinera pasa en un silencio interrumpido únicamente cuando llegamos al lugar. Deja las manos sobre el volante, pero se gira para verme. - Es más que evidente que haces turnos extra para no vernos. Lo sospechamos cuando hacíamos salidas de fin de semana al río, la playa, la montaña... Y tú siempre tenías trabajo. Nadie es tan idiota como para creer que Xián te explota, ni tú lo eres como para dejar que lo hagan.

Mi vista está sobre el salpicadero. Todo este tiempo creyendo que no se daban cuenta... Sigo sin ser tan buena como creía ocultando las cosas. En fin, así mejor. Cuanto más alejas a una persona más se cansa de insistir y antes te abandona.

- ¿Esta noche toca cine? - Pregunto con la intención de ignorar todo lo que ha dicho.

- Sí. - Odio cuando utiliza ese tono de voz decepcionado conmigo. No necesito que él también me recuerde que la he cagado con mayúsculas. Ya sé que soy una mierda de persona.

- Allí estaré. - Bajo del coche sin echar una última mirada atrás. Supongo que lo único que puedo hacer es dejar de evitar lo inevitable. Fingiré sonrisas, como he hecho durante toda mi vida, hasta que encuentre la oportunidad de irme para siempre.

Cicatrices del Universo #Grenns2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora